The Beatles, visi¨®n caleidosc¨®pica
Craig Brown propone un nuevo modelo de biograf¨ªa, que deja fuera ¡°las partes aburridas¡±
Es un truco pero funciona. El periodista ingl¨¦s Craig Brown ha desarrollado una variaci¨®n fresca del g¨¦nero biogr¨¢fico. Dotado de una notable erudici¨®n y un instinto de perro perdiguero, puede recoger m¨²ltiples versiones del mismo incidente; suele abandonar a sus personajes centrales para ara?ar revelaciones de individuos perif¨¦ricos. Complementa la narraci¨®n convencional con recortes de prensa, listados, documentos, vivencias personales¡
La f¨®rmula le funcion¨® en Ma¡¯am Darling, su libro sobre la princesa Margarita, hermana menor de Isabel II. Rompiendo el velo de secretismo que rode¨® a la monarqu¨ªa brit¨¢nica durante la mayor parte del siglo XX, Brown traz¨® el perfil de una criatura caprichosa, inc¨®moda con unas obligaciones que coartaban su libertad, pero muy dispuesta a invocar sus privilegios. La obra caus¨® consternaci¨®n entre los c¨ªrculos cortesanos.
Su nuevo libro, 1, 2, 3, 4: los Beatles marcando el tiempo (Contraediciones) presentaba retos diferentes. Como reconoce Brown, todo lo que se pueda contar sobre el grupo aparece en su inmensa bibliograf¨ªa y su apabullante presencia en la Red. ?Soluci¨®n? Aprovechar las intersecciones para acercarse a los testigos menos apreciados. As¨ª, el concierto en la azotea del edificio de Apple en 1969 es narrado a trav¨¦s de los ojos de los polic¨ªas enviados a acabar con aquel ¡°ruido tremendo¡±. Hasta localiza a la menor que se escap¨® de casa en 1967 e inspir¨® el She¡¯s Leaving Home de Paul McCartney.
Se presta atenci¨®n especial al sector m¨¢s activo de la beatleman¨ªa, esas fans de fabulosa ingenuidad: ¡°Por favor, dedicadme vuestra pr¨®xima canci¨®n. Si lo hac¨¦is ser¨¢ un ¨¦xito enorme, porque tengo much¨ªsimos amigos y todos se comprar¨¢n el disco.¡± Hay que bucear fuera de esa correspondencia para localizar confesiones de pulsiones sexuales o testimonios de la ruptura dram¨¢tica de amistades cuando una desplazaba su pasi¨®n hacia, digamos, The Rolling Stones.
Lector atento de diarios y cartas, Brown destapa el posicionamiento de los ilustres ante aquel terremoto cultural. Simpatizaron Allen Ginsberg, Leonard Bernstein, John Updike, Gordon Brown y, claro, la futura plana mayor del rock de los setenta, de Springsteen a Chrissie Hynde. Al otro extremo, fueron detestados por No?l Coward, Glenn Gould, Kingsley Amis, Margaret Thatcher, Anthony Burgess. Y J. R. R. Tolkien, que se neg¨® a venderles los derechos cinematogr¨¢ficos de El Se?or de los Anillos (¡°?Paul como Frodo? ?Nooo!¡±).
Aparte de detallar su propia relaci¨®n juvenil con The Beatles, el autor visita Liverpool y Hamburgo, embarc¨¢ndose en visitas guiadas que destacan por su cutrez. Aqu¨ª brilla el sarcasmo de Brown, aunque recurre al tan brit¨¢nico recurso de burlarse de la sintaxis y el acento de los for¨¢neos. ?Y los malos de la pel¨ªcula? La t¨ªa Mimi, que se hubiera horrorizado al comprobar que todav¨ªa describen a su querido John como perteneciente al proletariado; Alexis Mardas, el manitas griego que jugaba sucio; Yoko Ono, aqu¨ª presentada como una trepa embaucadora (no se menciona su redenci¨®n posterior como creadora musical). Y, ya puestos, los propios The Beatles, tan asombrosos en su crueldad como en su credulidad: glorioso el momento en que Lennon propone que el cuarteto se haga una trepanaci¨®n craneal para potenciar la creatividad ¡°como los antiguos romanos.¡± McCartney descarrila el plan: ¡°Vale, pru¨¦balo t¨², y si va bien nos lo hacemos todos.¡±
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.