Tras el rastro de la ¨²nica cruzada medieval en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica
El documental ¡®1212. La batalla de las Navas de Tolosa¡¯ recupera la huella arqueol¨®gica del mayor enfrentamiento militar de la Edad Media espa?ola
Fue la ¨²nica campa?a medieval en suelo hispano que fue declarada cruzada por Roma y a cuya llamada acudieron miles de caballeros de toda Europa. Los cristianos la conocieron como la de las Navas, mientras que los musulmanes como la del Castigo. Enfrent¨® a ambos ej¨¦rcitos ¨Dcon una superioridad num¨¦rica de 1 a 3 a favor de los almohades¨D y supuso, como asevera Francisco Garc¨ªa Fitz, catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad de Extremadura, el ¡°principio del fin¡± de poder de Al-?ndalus en la pen¨ªnsula ...
Fue la ¨²nica campa?a medieval en suelo hispano que fue declarada cruzada por Roma y a cuya llamada acudieron miles de caballeros de toda Europa. Los cristianos la conocieron como la de las Navas, mientras que los musulmanes como la del Castigo. Enfrent¨® a ambos ej¨¦rcitos ¨Dcon una superioridad num¨¦rica de 1 a 3 a favor de los almohades¨D y supuso, como asevera Francisco Garc¨ªa Fitz, catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad de Extremadura, el ¡°principio del fin¡± de poder de Al-?ndalus en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Ahora, el documental 1212. La batalla de las Navas de Tolosa reconstruye el rastro arqueol¨®gico, militar e hist¨®rico de este descomunal combate con el que los cristianos buscaban llevar la frontera que divid¨ªa ambos poderes hasta el Guadalquivir, mientras que los musulmanes pretend¨ªan elevarla hasta el Tajo para proteger el epicentro de su poder, las ciudades de Sevilla y C¨®rdoba.
La batalla de las Navas, tambi¨¦n conocida como de los Tres Reyes ¨Dde Castilla, Arag¨®n y Navarra¨D, se libr¨® en las inmediaciones de la localidad jiennense de Santa Elena. Unos 10.000 combatientes cristianos, encabezados por el rey castellano Alfonso VIII, contra los aproximadamente 30.000 guerreros del califa Muhammad al-Nasir. No obstante, el enfrentamiento final, ocurrido el 16 de julio, vino precedido por otros imprevistos combates que acontecieron durante la r¨¢pida marcha hacia el sur de las tropas cristianas desde Toledo.
?lvaro Soler, jefe de Armamento de la Real Armer¨ªa de Madrid, explica que fue ¡°una batalla crucial en la historia medieval, dentro de un mundo sumamente inestable¡±. En aquellos momentos, cinco eran los reinos cristianos existentes (Portugal, Le¨®n, Castilla, Navarra y Arag¨®n), en permanente conflicto entre ellos. La otra mitad peninsular la ocupaba Al-?ndalus, dominado por los almohades, una federaci¨®n de tribus bereberes. ¡°Un movimiento revolucionario que propugnaba la renovaci¨®n del islam volviendo al momento prof¨¦tico original¡±, como lo describe Maribel Fierro, historiadora del CSIC. ¡°Su fanatismo los llev¨® a declarar la yihad [guerra santa] a los almor¨¢vides, la anterior dinast¨ªa andalus¨ª¡±, a?ade.
Roma era consciente del peligro del m¨¢s que probable derrumbamiento de la frontera occidental de la cristiandad en caso de victoria musulmana. Los almohades, originarios del norte del Sahara, se hab¨ªan convertido en uno de los grandes imperios del mundo, y su intenci¨®n era extenderse por el norte peninsular. Tras someter a andalus¨ªes y almor¨¢vides, los reinos cristianos supon¨ªan para ellos el ¨²ltimo obst¨¢culo para su expansi¨®n septentrional. Pero Alfonso VIII de Castilla estaba dispuesto a impedirlo. ¡°Es uno de los grandes monarcas de la segunda mitad del siglo XII¡±, recuerda Garc¨ªa Fitz. ¡°Cuando solucion¨® sus problemas territoriales con Le¨®n, cerr¨® una serie de alianzas militares, sobre todo con Navarra y Arag¨®n, para hacer frente al inminente peligro almohade¡±, asevera el catedr¨¢tico.
La completa derrota cristiana en Alarcos (Ciudad Real, 1195) contra los musulmanes agri¨® el car¨¢cter de Alfonso. ¡°Lo llevaba muy dentro, muy en el alma¡±, afirma Soler. El arzobispo de Toledo, Jim¨¦nez de Rada, le anim¨® durante todo ese tiempo a buscar venganza. El religioso se convirti¨® as¨ª en un personaje fundamental de lo que suceder¨ªa en 1212, ya que, adem¨¢s de recorrer Europa reclamando caballeros, convenci¨® al papa Inocencio III para que firmara la bula que declar¨® la ¡°Santa Cruzada para la pen¨ªnsula Ib¨¦rica¡±, la ¨²nica de la historia medieval hisp¨¢nica. ¡°Era una llamada a la lucha para cualquier cristiano, sin importar su reino, por lo que llegaron cientos de cruzados de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, entre otros reinos de Europa. Una masa de personas verdaderamente notable¡±, sostiene Garc¨ªa Fitz.
El 20 de mayo, tras cinco d¨ªas de marcha desde Toledo, el ej¨¦rcito cristiano alcanz¨® Sierra Morena. El castillo de Malag¨®n ¡ªlas prospecciones arqueol¨®gicas en curso han demostrado que era de grandes proporciones¨D fue asaltado por los cruzados europeos. Todos sus ocupantes fueron asesinados, siguiendo la tradici¨®n de las cruzadas. ¡°Aquello result¨® inadmisible para los reyes peninsulares, m¨¢xime cuando el castillo se hab¨ªa rendido¡±, se?ala Soler. Comenz¨® as¨ª una tensi¨®n dentro de las tropas cristianas que termin¨® estallando con la toma del castillo de Calatrava (Ciudad Real), la siguiente fortaleza en el camino. Los defensores se rindieron, despu¨¦s de dos d¨ªas de intensa lucha, tras conocer lo que hab¨ªa ocurrido en Malag¨®n. En Calatrava, seg¨²n explica Manuel Retuerce, director del yacimiento, se encontraron en 1985 los restos de un soldado muerto en esta operaci¨®n militar. Era un musulm¨¢n armado con lanza y con varias flechas clavadas.
Los cruzados ultramontanos exigieron la ejecuci¨®n de todos sus moradores a pesar de haber depuesto las armas. Alfonso VIII se neg¨® a asesinarlos y dej¨® partir a los defensores con sus pertenencias y caballos. Una parte importante de los cruzados del norte de Europa decidieron entonces, indignados, volver a sus reinos. Cundi¨® el des¨¢nimo, pero la actitud cambi¨® cuando el rey de Navarra, Sancho VII, el Fuerte, que no hab¨ªa llegado a tiempo de unirse en Toledo con el resto del contingente, se present¨® con 200 caballeros y cientos de peones y arqueros.
Las tropas de los tres monarcas continuaron, a partir de ah¨ª, su marcha conjunta hacia el sur. Garc¨ªa Fitz sospecha que el califa rehusaba el enfrentamiento directo. ¡°?l quer¨ªa taponar [a los cristianos] en Sierra Morena, porque en la sierra es totalmente imposible dar una batalla, dada su orograf¨ªa compleja y abrupta¡±, indica el catedr¨¢tico extreme?o. Justo en uno de sus puntos m¨¢s elevados de la serran¨ªa, se ubicaba el castillo almohade de Castro Ferral ¨Dlas intervenciones arqueol¨®gicas han destapado tambi¨¦n que se trataba de una gran construcci¨®n, no solo una torre vig¨ªa¨D que serv¨ªa de puesto de control. Desde all¨ª, los cristianos descubren que todos los pasos de monta?a est¨¢n tomados por los musulmanes y que resulta imposible descender con las caballer¨ªas y las impedimentas sin ser vistos y masacrados. Sin embargo, seg¨²n la tradici¨®n, un pastor de la zona les mostr¨® un camino no controlado por los almohades. ¡°Es perfectamente posible¡±, dice la historiadora Irene Montilla. ¡°Siempre ha habido gente de frontera [cristiana o musulmana] que conoc¨ªa bien los pasos, y los pastores estaban entre ellos¡±, remacha ?lvaro Soler. A la ma?ana siguiente, el califa descubri¨® con horror que los cruzados hab¨ªan atravesado la sierra de noche y hab¨ªan establecido su campamento muy pr¨®ximo al suyo, describe Garc¨ªa Fitz.
El rastro material de esta batalla ha permanecido oculto durante ocho siglos, hasta que un equipo arque¨®logos e historiadores ha comenzado a trabajar ¡°para entender este legado¡±. ¡°Por primera vez se est¨¢ llevando a cabo un enfoque arqueol¨®gico de todos sus lugares¡±, dice Soler. ¡°As¨ª se est¨¢ consiguiendo ubicar con exactitud los caminos por los que se desplazaron las tropas, la localizaci¨®n de las tiendas del arzobispo, de los reyes y del califa. Nos permite recuperar tambi¨¦n la cultura material de esa ¨¦poca, como el armamento empleado, por ejemplo¡±, explica Fierro. ¡°Por desgracia¡±, se queja Soler, ¡°el proyecto nace condicionado por el expolio. Un hecho trist¨ªsimo que contamina cualquier lectura de la batalla. Una punta de flecha es un objeto sin valor si la sacas de contexto y el expolio ha sido demoledor sobre todo a finales del siglo XX¡±.
Las fuentes hist¨®ricas hablan de Alfonso, ¡°el de las Navas¡±, y de al-Nasir, ¡°el pr¨ªncipe de los creyentes¡±, pero los datos arqueol¨®gicos dan testimonio de que combatieron miles de personas que iban armadas solo con arcos y flechas y que representaban a los estamentos m¨¢s bajos de la sociedad, aunque apenas se los menciona en la historiograf¨ªa. Su muerte, no obstante, ¡°contribuy¨® de igual manera a forjar la leyenda de una de las batallas m¨¢s famosas de nuestra historia¡±, recuerda el documental, aunque lo hace con pocos medios ¨Dno se muestran caballos en las recreaciones de las luchas, a pesar de la importancia de la caballer¨ªa en el combate¨D y equivoca el tipo de cascos que portaban los cristianos, cubriendo a algunos extras con casquetes m¨¢s propios de los ej¨¦rcitos franceses e ingleses de los siglos XIV y XV. ¡°Ya les hemos dicho que lo eliminen¡±, afirma a EL PA?S uno de los expertos consultados en el filme. ¡°El relato hist¨®rico es bueno, pero es como si de repente aparece un soldado de Napole¨®n en la Guerra Civil espa?ola¡±.
'1212. La batalla de Las Navas de Tolosa'.
País: España (2023).
Director: Santiago Mazarro
Duración: 1h 4mn.
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