La danza quiere ser escuchada
Core¨®grafas, bailarinas, bailaoras y gestoras culturales se re¨²nen para pedir una mayor presencia y regulaci¨®n de este arte en los escenarios espa?oles
Ernest Urtasun y Miquel Iceta interpretaron el martes el pas de deux (paso a dos) recurrente cada vez que hay un cambio de Gobierno. Una coreograf¨ªa en la que el primero, el ministro de Cultura entrante, tom¨® la cartera del segundo, el saliente, que abandona el escenario ministerial en el que ha bailado desde julio de 2021. El mismo d¨ªa, en otro escenario, un grupo de profesionales de la danza (bailarinas, bailaoras, core¨®grafas y gestoras culturales) se reunieron, pero no bailaron. Este escenario es el Centro Coreogr¨¢fico Mar¨ªa Pag¨¦s de Fuenlabrada (Madrid) y la reuni¨®n formaba parte del Quinto Encuentro Coreogr¨¢fico Internacional de Fuenlabrada que se ha celebrado este martes y mi¨¦rcoles con un objetivo: que las mujeres dedicadas a la danza unan sus voces para fortalecer un sector muy desfavorecido, para dar a conocer sus dificultades y promover mejoras y soluciones. Era inevitable que el nombre del nuevo ministro se mencionara como uno de los principales destinatarios de los mensajes que quieren mandar. No saben hasta qu¨¦ punto Urtasun tiene presente la danza, pero la danza lo tiene muy presente a ¨¦l. Y no solo a ¨¦l.
Y donde se dice la danza, se dicen nombres de primeras figuras y premios Nacionales como las de 2023 Melania Olcina y Rafaela Carrasco, y de a?os anteriores como Sol Pic¨®, Ana Morales, Iratxe Ansa, Nazareth Panadero, D¨¢cil Gonz¨¢lez y Ana Laguna. Adem¨¢s de la anfitriona y premio Princesa de Asturias de las Artes 2022, por mencionar solo uno de los que tiene en su haber, Mar¨ªa Pag¨¦s, que se manifiesta ¡°preocupada por la escas¨ªsima presencia de la danza en espacios esc¨¦nicos¡± y urge a buscar soluciones. Pero no solo ellas, tambi¨¦n se unieron las voces de core¨®grafas, bailarinas y bailaoras con amplias trayectorias como Helena Mart¨ªn, Leonor Leal, Mar¨ªa Moreno, Chlo¨¦ Brul¨¦; gestoras como Beatriz Arzamendi, de los Teatros del Canal; Isamay Benavente, directora del Teatro de la Zarzuela, e Irantzu V¨¢zquez, responsable del ¨¢rea de Cultura de la Fundaci¨®n Caja Navarra. Un elenco de lujo que esta vez no ha usado su cuerpo, sino su voz, para se?alar las dificultades que comparten y los temas sobre los que trabajar.
P¨²blico, audiencia, comunidad. Estos fueron algunos de los t¨¦rminos que usaron y discutieron para referirse a los espectadores, sin quienes son conscientes de que no sobreviven. Pero todas coinciden en que es falso el mantra repetido de que no hay p¨²blico para la danza. V¨¢zquez sac¨® a colaci¨®n los espacios de mediaci¨®n, los encuentros con la audiencia, cada vez m¨¢s comunes en otras artes esc¨¦nicas como el teatro, pero no tanto en la danza. ¡°Quiz¨¢ algo m¨¢s en contempor¨¢neo que en flamenco¡±, se?ala la bailaora Rafaela Carrasco. Ansa recuerda la primera vez que le ofrecieron uno de estos encuentros: ¡°Me entr¨® hasta la risa. ?Hablar despu¨¦s del espect¨¢culo? Pero si lo ¨²nico que quieres es ducharte y descansar¡±. Hoy esta bailarina y core¨®grafa que trabaja con su compa?¨ªa, Metamorphosis Dance, y como invitada en otras ¨Dm¨¢s en el extranjero que en Espa?a¨D, ha participado en proyectos en los que ha mostrado hasta los procesos de creaci¨®n. Ella compara, aunque es incomparable, la situaci¨®n con Alemania, donde existen compa?¨ªas locales, cuyo trabajo repercute en la comunidad, que las siente como suyas, ¡°como si fueran su equipo de f¨²tbol¡±.
Creaci¨®n desde el trabajo. Hablan de los procesos de creaci¨®n en relaci¨®n con el p¨²blico, si piensan en ¨¦l cuando est¨¢n en ese momento inicial del trabajo, m¨¢s ¨ªntimo y menos de exhibici¨®n. En esto hay distintas vivencias: algunas lo ven como una etapa m¨¢s individual (o con el equipo), incluso se preguntan si la danza ha de agradar. Panadero, que trabaja en la compa?¨ªa alemana Tanztheater Wuppertal, fundada por Pina Baush, lo explica as¨ª: ¡°La danza nace de una necesidad de expresarse y eso ya es comunicaci¨®n¡±. Pag¨¦s asegura que la edad le ha hecho ver m¨¢s necesario al p¨²blico tambi¨¦n cuando se crea: ¡°Hay un mensaje que dar¡±. Y Brul¨¦, bailaora canadiense, defiende el hecho de que son trabajadoras: ¡°Tenemos un oficio. Hay que dejar la m¨ªstica que se genera alrededor del artista. No estamos tocadas por la gracia divina¡±. Asiente Morales: ¡°Parece que el flamenco nos llega solo, te tocan las palmas y ya bailas. Y no es as¨ª. Hay mucho trabajo¡±.
Programadores y pol¨ªticos. Seg¨²n avanzan las jornadas irremediablemente los temas se entremezclan y los programadores y pol¨ªticos est¨¢n omnipresentes. Sin artistas no hay danza, sin p¨²blico no hay danza, pero ambos est¨¢n en manos de ellos, por tanto: sin gestores sensibles y conocedores de este arte y de sus necesidades tampoco hay danza y eso es lo que est¨¢ ocurriendo. No es que sea la hermana peque?a de las artes esc¨¦nicas, es que se est¨¢ transformando en invisible. Muchos espect¨¢culos requieren caracter¨ªsticas t¨¦cnicas espec¨ªficas, esto exige un compromiso por parte de teatros, pol¨ªticos y programadores. ¡°El arte necesita libertad para dar un paso m¨¢s all¨¢, sino no habr¨¢ futuro ni evoluci¨®n¡±, sostiene Panadero pidiendo que la danza sea una apuesta. El gestor, el programador, tiene que ser alguien con capacidad de influir, ha de saber qu¨¦ necesita el p¨²blico, pero tambi¨¦n debe ofrecerle propuestas. Tiene que conocer el sector. Exigen el equilibrio en los presupuestos y la programaci¨®n de las artes esc¨¦nicas y que estas sean estables y no dependan del pol¨ªtico de turno. Que haya una independencia entre danza y pol¨ªtica, un pacto nacional por la cultura; elaborar un Plan General de la Danza que integre al sector p¨²blico y privado, y que se refiera tanto a cuestiones art¨ªsticas, creativas, como laborales, educativas, legales y econ¨®micas que afecten al sector. Otro riesgo del que avisan es de la Espa?a vaciada de danza. Casi no hay baile m¨¢s all¨¢ de Madrid y Barcelona.
¡°Mi espect¨¢culo no es el estreno¡±, apunta Ansa. ¡°Las producciones necesitan un rodaje, una vida, no es la misma el primer d¨ªa que 10 d¨ªas m¨¢s tarde¡±, contin¨²a para demostrar que que se programen tres o cuatro funciones, lo habitual en Espa?a, no va a ning¨²n sitio. Eso fomenta el car¨¢cter ef¨ªmero de la danza, se?ala lo peligroso de esto Panadero: ¡°Hay coreograf¨ªas que desaparecen, que apenas se vuelven a ver¡±. Son reveladoras las palabras de una instituci¨®n como es la bailarina y core¨®grafa de 69 a?os Ana Laguna, afincada en Estocolmo, cuando se le pregunta si quiere volver a Espa?a. ¡°?Para qu¨¦?¡±, responde. Se march¨® hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas y tiene la sensaci¨®n de que no se ha avanzado mucho desde entonces. Hace a?os, trabajadores del Ministerio de Cultura se pusieron en contacto con ella para hacerle unas consultas sobre las necesidades de las compa?¨ªas nacionales. Ella les pregunt¨® si sab¨ªan lo que costaban unas zapatillas de punta y cu¨¢ntas necesitaba una bailarina. Lo desconoc¨ªan. ¡°?Ante eso c¨®mo se puede trabajar?¡±, se lamenta.
Parir y criar. La maternidad tambi¨¦n lo sobrevuela todo, m¨¢s all¨¢ de los evidentes cambios corporales que conllevan un embarazo y un parto. La bailaora Leonor Leal, con un hijo de tres a?os que le ha acompa?ado desde que naci¨® a todos los teatros, reconoce que ahora, tres a?os despu¨¦s de parir, es cuando se ha vuelto a meter en un proceso de creaci¨®n, a estrenar un trabajo nuevo. En este tiempo ha tirado de coreograf¨ªas que ya ten¨ªa, pero hasta ahora no hab¨ªa encontrado el momento para volver a pensar nuevas ideas. La capacidad creativa tambi¨¦n requiere de unas condiciones. Esta es otra manera de invisibilizarse, de estar menos presente. Helena Mart¨ªn a?ade que, adem¨¢s, es algo que se da por hecho por parte de los dem¨¢s. Lo confirma Sara Cano, que tiene un beb¨¦ de cinco meses. Te descartan sin preguntar, deducen a partir de un ¡°est¨¢ embarazada¡±, ¡°acaba de ser mam¨¢¡±. Y muchas de ellas confirman que se han incorporado muy r¨¢pido al trabajo despu¨¦s de sus partos. Pag¨¦s recuerda como cuando tuvo a su hijo, hace 34 a?os, no solo los dem¨¢s se planteaban si podr¨ªa volver a bailar, ella tambi¨¦n lo hac¨ªa. Eso s¨ª ha cambiado, Carrasco, madre desde hace menos tiempo, dice que los dem¨¢s pod¨ªan pensar lo que quisieran, ella no ten¨ªa duda de que regresar¨ªa.
Hay que forzar que la danza forme parte de la educaci¨®n. Hay que mostrar la capacidad que tiene para transformar la sociedad.Sol Pic¨®
Familia entre bambalinas. As¨ª han criado algunas a sus hijos, de teatro en teatro, sin que estos est¨¦n adecuados, no hay lugares para los menores. Las ni?eras y los beb¨¦s esperan en los camerinos a que termine la funci¨®n. Tirando de una indispensable red familiar porque coinciden en que no es una profesi¨®n que deje espacio para ser madres y tampoco para pagar canguros. Se plantean espacios que se ocupen de los ni?os, pero esto genera otras tantas preguntas: ?cu¨¢ndo? ?Al ensayar, durante la funci¨®n, en el momento de creaci¨®n? Los t¨¦cnicos y los creadores no trabajan siempre a la par, ?se necesitar¨ªa una guarder¨ªa abierta 24 horas? Y as¨ª se encuentran que tras noches sin dormir, d¨ªas de trabajo y crianza, a las siete de la tarde sube el tel¨®n y tienen que estar perfectas tanto ps¨ªquica como f¨ªsicamente (ojo con lesionarse), y adem¨¢s, en muchas ocasiones es la ¨²nica oportunidad de ser vistas en ese escenario.
Machismo. Lo escenifica a la perfecci¨®n Isamay Benavente, directora del Teatro de la Zarzuela, cargo al que lleg¨® tras dejar la direcci¨®n del Festival de Jerez y del Teatro Villamarta, en la localidad gaditana. Con 58 a?os y una larga carrera en la gesti¨®n cultural, contaba como en alguna ocasi¨®n hab¨ªa o¨ªdo que se refer¨ªan a ella como ¡°la ni?a del Villamarta¡±. A ninguna le extra?aba esa terminolog¨ªa para referirse a ellas: ¡°las ni?as¡±. Y solo es un ejemplo.
Desde ni?os. Pic¨® es clara: ¡°Hay que forzar que la danza forme parte de la educaci¨®n. Hay que mostrar la capacidad que tiene para transformar la sociedad. Hay que buscar la manera de hacerlo¡±. Actualmente hay signos de que la danza est¨¢ en un estado m¨¢s grave entre los m¨¢s j¨®venes. Una de las bailarinas de la compa?¨ªa de Pag¨¦s que participa en un proyecto de acercar el baile a los colegios cuenta que cuando les preguntan a los ni?os de Educaci¨®n Primaria qu¨¦ es el flamenco no encuentran respuestas. Los peque?os ni saben lo que es, ni les suena, ni lo han visto. Lo confirma Carrasco: ¡°Antes se o¨ªa en la radio, se ve¨ªa en la tele. Ahora...¡±. Ansa habla de identidad, ella es de Errenteria (Gipuzkoa) y lleg¨® a la danza a trav¨¦s de la dantza, de los bailes euskaldunes. Esto est¨¢ en v¨ªas de desaparecer, y si no se impulsa, no se renueva el p¨²blico.
Transportistas, bailarinas y community manager. Autogesti¨®n mal entendida, pero pasa por ser la clave de su supervivencia. La situaci¨®n es tan precaria que aunque hayan sido galardonadas con Premios Nacionales y est¨¦n manteniendo, no sin dificultad, una compa?¨ªa ellas son sus dise?adoras de vestuario, de carteles si hace falta, sus agentes de viajes y cualquier otra profesi¨®n que gire en torno a la danza. Cuenta Mar¨ªa Moreno c¨®mo se siente cuando a veces desde los teatros en los que act¨²a le mandan ese mensaje de ¡°hay que mover la taquilla¡±. La mayor¨ªa asienten, les suena familiar. No solo tienen que bailar y crear, tambi¨¦n mover la taquilla.
Tir¨®n de orejas para los medios de comunicaci¨®n. Resulta parad¨®jico precisamente aqu¨ª, pero tambi¨¦n exigen m¨¢s espacios, m¨¢s promoci¨®n, m¨¢s difusi¨®n. Vuelve a ser la pescadilla que se muerde la cola: aparecer en radio, televisi¨®n o prensa escrita atrae p¨²blico y es cierto que la danza ocupa muy pocos minutos y palabras en cualquiera de los medios generalistas.
Vulnerabilidad del sector. ¡°No se creen la danza¡±, resum¨ªa Sol Pic¨®. El objetivo de estos encuentros es hallar una voz com¨²n, un espacio com¨²n, una fuerza colectiva para no luchar contra las dificultades individualmente y conseguir mejoras en el ¨¢mbito tributario y laboral. Plantean una reformulaci¨®n del Consejo Estatal de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica para convertirlo, realmente, en una comisi¨®n asesora que pueda participar de manera decisiva en el dise?o de las pol¨ªticas culturales y asesorar al Gobierno promoviendo e incentivando el di¨¢logo entre el mundo de la Danza y la Administraci¨®n.
Todas coinciden que estas ideas no se pueden quedar en el aire, hay que concretarlas, hacerlas factibles y llevarlas a la pr¨¢ctica. El lunes har¨¢n p¨²blico el manifiesto de estas jornadas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.