M¨®nica Runde e Iratxe Ansa: Un ¡®pas de deux¡¯ intergeneracional
Bailando sobre el escenario y bailando sobre la Tierra. M¨®nica Runde comenzaba su carrera cuando Iratxe Ansa nac¨ªa en Errenteria. Dos d¨¦cadas separan sus Premios Nacional de Danza: la madrile?a, que cumplir¨¢ 60 a?os en octubre, lo obtuvo en 2000; la guipuzcoana, de 44, en 2020. Dos vidas bailando. Dos vidas creando. Y lo que les queda.
Se tocan por primera vez durante la sesi¨®n de fotos. Se conoc¨ªan, pero sin contacto. ¡°Tocarnos es parte de nuestro trabajo¡±, apunta Runde. Ansa lo confirma y a?ade: ¡°Tocarse por primera vez es especial: ese v¨ªnculo de la piel¡±. Contacto en tiempos de covid. Y por ende, confianza, concepto que se repite en la conversaci¨®n y que marca su trabajo. La confianza que muestra Runde en sus bailarines; la que demostr¨® la familia de Ansa al fiarse de personas que casi no conoc¨ªa, pero que le recomendaron que aquella adolescente aprovechara las becas para estudiar danza en Stuttgart (Alemania). Creyeron en ella. Confianza, la que mostraron ambas al comenzar esta charla con los ojos cerrados para recrear el t¨ªtulo de la pieza con la que Ansa llega al Festival Madrid en Danza, Elkarrizketa Ilunak (Conversaciones a oscuras).
Mientras mantiene los ojos cerrados, Ansa imagina lo que ver¨ªa si los tuviera abiertos. Y de su pieza, un salto a la de Runde, Dos de Gala. La ¨²ltima premio Nacional confiesa que no visualiza a Gala: ¡°No podr¨ªa dibujarla¡±. ¡°Claro¡ Gala, Dal¨ª¡ Gala acompa?ante¡ Mal¡±, piensa en alto y se lamenta. ¡°Gala cocreadora¡±, se?ala Runde. Es en ella y en todas sus facetas donde pone el foco el montaje. ¡°Hay que sacar a las mujeres de la sombra¡±, sentencia la core¨®grafa sobre este retrato de la artista surrealista. Tambi¨¦n en esto coinciden. Como en el sentirse observadas desde muchas partes del mundo por el privilegio que es participar en un festival en plena pandemia. Espa?a es de los pocos pa¨ªses donde los teatros permanecen activos. ¡°Nos miran con sorpresa, ilusi¨®n y envidia¡±, se?ala Ansa, que conoce bien las estructuras culturales alemanas. All¨ª las compa?¨ªas son muy grandes y que retomen el movimiento es muy costoso. ¡°Una instituci¨®n como los Teatros del Canal [una de las sedes del Festival Madrid en Danza] tendr¨ªa orquesta, compa?¨ªa de teatro, de ballet¡¡±, explica M¨®nica Runde con envidia. Sigue Iratxe Ansa haciendo hincapi¨¦ en que ser bailar¨ªn es un reloj. El par¨®n va a dejar a muchos profesionales por el camino. Estudiantes que nunca llegar¨¢n a subirse a un escenario, veteranos que no podr¨¢n volver a hacerlo¡
Luces y sombras: ¡°Quien diga que tiene una compa?¨ªa en Espa?a miente. Yo la primera¡±, afirma Runde, quien en 1989 fund¨® 10 & 10, una de las m¨¢s longevas del pa¨ªs. Asiente la guipuzcoana, que junto a Igor Bacovich form¨® Metamorphosis Dance. ¡°Somos creadoras, hacemos producciones y giras, pero no somos compa?¨ªas¡±, repite Runde. ¡°Funcionas como si lo fueras, tratas de llegar al resultado que obtendr¨ªas si trabajaras con una sede y un elenco fijos¡±, agrega Ansa.
La m¨¢s veterana lleva d¨¦cadas repitiendo que no hay ayudas estables para la danza y as¨ª, asegura, ¡°te quitan los colores de tu paleta, es como obligarte a usar solo dos tonos en lugar de todos los que quieras. Estoy harta de ver escenarios vac¨ªos, pocos bailarines sobre ellos y con ropa c¨®moda¡±. No es una tendencia, es precarizaci¨®n. Aun as¨ª, insiste en que bailar es su vida: para Runde, el escenario; para Ansa, el estudio. ¡°Aprender, darle vueltas a las cosas, ser una eterna estudianta¡±. ¡°En eso tambi¨¦n coincidimos¡±, a?ade Runde, y repite: ¡°Eterna estudianta¡±. Marcan la ¡°a¡± final. Ambas terminar¨ªan la charla bailando, pero en una discoteca hasta la madrugada. No solo lo echan de menos, lo recetan: ¡°Bailar es bueno para la salud mental y f¨ªsica¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.