Bienvenido de nuevo Samuel Beckett
Se reedita la novela ¡®Watt, del Nobel irland¨¦s, exacto retratista de unos a?os terror¨ªficos que pueden volver en cualquier momento
El siglo XX nos trajo a Stalin, a Mao, dos guerras mundiales, el Holocausto, las bombas at¨®micas y un par de carnicer¨ªas m¨¢s que no quiero recordar. Decenas de millones de muertos, seg¨²n los c¨¢lculos m¨¢s prudentes. Como es l¨®gico, el alma de los europeos se vio zarandeada y es admirable que hayamos sobrevivido como especie. Un marciano habr¨ªa esperado que nos suicid¨¢ramos definitivamente con una buena juerga nuclear.
La maltrecha conciencia mundial tuvo varios resultados en el orden de la representaci¨®n. Lo de vivir con la amenaza de una extinci¨®n no dej¨® de afectar a los artistas, que son quienes nos representan de verdad y no los pol¨ªticos. As¨ª que los artistas pasaron a representarnos tal y como nos vieron, raros, deformes, informes, an¨®malos, invisibles, tullidos, tartamudos, o simplemente mudos.
Llevamos varios a?os m¨¢s templados y parece que podemos estudiar aquel pasado que se llam¨® ¡°la vanguardia¡± con algo de sosiego. No en todas partes, claro, aunque s¨ª en un Occidente que se apaga, pero que ya no est¨¢ masacrando a sus esclavos. Y el efecto que tuvo en la literatura aquella conciencia de la destrucci¨®n fue un grupo de literatos inmensos que ya no pod¨ªan representar a los humanos de un modo, por as¨ª decirlo, luminoso y heroico. Sin embargo, ser¨ªa muy mala idea darlos por muertos. Joyce, Proust, Kafka, Faulkner, Bernhard, Manganelli, Benet, Rulfo, en todo Occidente apareci¨® durante el siglo XX una literatura a la que s¨®lo le quedaba la nuda forma como capacidad de ser. Y uno de los principales fue Samuel Beckett.
Es de celebrar que no se haya agotado la capacidad de fascinar, moralizar e iluminar que tiene esta literatura dif¨ªcil, ¨¢spera, oscura, pero sabia. Y leer a estos artistas es muy conveniente para entender que todo puede apagarse en cualquier momento. Estoy celebrando la aparici¨®n de una nueva traducci¨®n de Watt, la ¨²ltima novela en ingl¨¦s de Beckett, traducida y prologada por Jos¨¦ Francisco Fern¨¢ndez en una editorial asequible y que puede llegar a muchos estudiantes (C¨¢tedra).
La historia de esta novela es otra novela, bien contada por Fern¨¢ndez en su extenso pr¨®logo. Beckett la escribi¨® mientras hu¨ªa de un refugio a otro como miembro de la Resistencia, perseguido por los nazis que ocupaban Francia. En aquellas absurdas condiciones llev¨® Beckett sus cuadernos, en los que iba escribiendo y anotando lo que ser¨ªa finalmente la novela Watt, nombre del protagonista, aunque tan inexistente como Godot, el m¨¢s famoso de los personajes becketianos. Watt tiene una pareja, el se?or Knott, a quien sirve en una parodia de las antiguas novelas de amos y criados que se ha eternizado hasta el d¨ªa de hoy gracias a los Arriba y abajo televisivos.
Rechazada por el mundo editorial
Aunque la termin¨® en 1945, no se public¨® hasta 1953 tras ser rechazada por casi todas las editoriales inglesas y americanas, muy reacias a reconocer que aquella prosa convulsa y sarc¨¢stica era un fiel retrato de la civilizaci¨®n del siglo XX. Y una vez editada apenas tuvo acogida. No ser¨ªa hasta 1968 (?menudo a?o!) cuando se public¨® en franc¨¦s por la editorial Minuit y en versi¨®n del autor con ayuda del matrimonio Janvier, que comenzar¨ªa la recepci¨®n entusiasta de la novela. Los mandarines franceses se reconocieron en aquel retrato del g¨¦nero humano disforme, desintegrado, pero de una iron¨ªa lacerante que un irland¨¦s creaba de la nada.
Hab¨ªa otros efectos que fascinaron a quienes dominaban la opini¨®n literaria. Uno de ellos era la evidente caricatura de Descartes, fil¨®sofo al que Beckett siempre tuvo entre sus favoritos y que de inmediato registraron los maestros del estructuralismo y la deconstrucci¨®n.
Sea, pues, bienvenido de nuevo nuestro Beckett, exacto retratista de unos a?os terror¨ªficos que pueden volver en cualquier momento.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.