Todos los hijos de Alicia de Larrocha
El centenario de la gran pianista catalana refrenda su leyenda por parte de las nuevas generaciones de int¨¦rpretes
No se sent¨ªa c¨®moda con la palabra prodigio. Alicia de Larrocha (Barcelona, 1923-2009) prefer¨ªa que sustituyeran el t¨¦rmino por talento precoz. Mucho menos con la exposici¨®n p¨²blica, aunque s¨ª disfrutaba del contacto con el p¨²blico. Consolid¨® la escuela espa?ola del piano. Si caben dudas de que esta existiera antes de que De Larrocha la exhibiera por todo el mundo, tras ella no cabe pregunt¨¢rselo. Este centenario de su nacimiento sirve, entre otras cosas, no solo para celebrar c¨®mo esta pianista magistral elev¨® a la escena mundial la obra de Falla, Alb¨¦niz, Granados o Soler, tambi¨¦n para reivindicar c¨®mo desde su estilo se abord¨® el gran repertorio universal.
Alicia de Larrocha marc¨® en lo alto una ¨¦poca, la suya. Pero tambi¨¦n guio a aquellas generaciones de su pa¨ªs que brillantemente la han sucedido. Marta Zabaleta, su alumna, Rosa Torres-Pardo, Javier Perianes, Juan P¨¦rez Florist¨¢n, entre otros, han continuado su rastro desde Espa?a como nombres de referencia internacionales en el instrumento. Todos ellos la consideran absolutamente fundamental.
Para empezar, en su manera de abordar una carrera internacional. Su hija, Alicia Torra, recuerda c¨®mo esta fue cuajando entre Europa y, sobre todo, Estados Unidos, donde De Larrocha ofreci¨® 1.800 conciertos, de los 4.016 que afront¨® en toda su carrera, seg¨²n consta en la p¨¢gina web de la artista. ¡°El gran salto ocurri¨® a partir de 1965¡å, comenta Torra, quien se encarga hoy de su legado. El todopoderoso agente norteamericano Herbert Breslin se hab¨ªa interesado por ella. No era habitual que llamara a la puerta de un int¨¦rprete quien manejaba la carrera, entre otros, de Luciano Pavarotti. Pero tanto la pianista como su marido, el tambi¨¦n int¨¦rprete Juan Torra, desconfiaban. ¡°Al principio no le hicieron ni caso, no acababan de creerse lo que les propon¨ªa¡±, comenta la hija de la pareja.
Hasta entonces, su trayectoria abarcaba territorios y objetivos m¨¢s modestos. Primero se consolid¨® en Espa?a y luego se adentr¨® en Europa antes de debutar en EE UU en 1954. Aunque quiz¨¢s el lugar de su nacimiento determinara ciertos rasgos de su destino. Vino al mundo en la calle C¨®rcega, esquina con Enrique Granados, de cuya escuela acabar¨ªa haci¨¦ndose cargo en Barcelona. Pero antes pas¨® por el magisterio de Frank Marshall, tambi¨¦n alumno del m¨²sico espa?ol y heredero de su m¨¦todo y su hoy llamada Academia Marshall.
Talento precoz
Aunque no se sintiera c¨®moda con lo de prodigio, su primer concierto en p¨²blico lo ofreci¨® con seis a?os. Tuvo lugar durante la exposici¨®n universal de Barcelona en 1929. Con 11, lo hizo junto a una orquesta, tambi¨¦n en su ciudad. El maestro Frank Marshall guio con cuidado sus primeros pasos y no dej¨® de hacerlo hasta su muerte, en 1959. Los comienzos no pudieron ser mejores. Cuando se present¨® en Estados Unidos ya era una pianista de una madurez extraordinaria, con un toque nada artificioso, que sorprend¨ªa por su naturalidad.
Ella y su marido hab¨ªan apostado todo a que Alicia destacara en su carrera. ¡°Es imposible comprender el ¨¦xito de mi madre sin mi padre. Como int¨¦rprete, ¨¦l supo entender que el talento para llegar lejos lo ten¨ªa ella y se volc¨® en que fuera as¨ª, ocup¨¢ndose de la academia, de nosotros y de la casa¡±, afirma su hija Alicia. A partir de 1965 todo cambi¨®. Breslin influ¨ªa mucho en sus pasos desde que entrara de su mano en Columbia Artists. El agente result¨® fundamental para su consagraci¨®n mundial, pero a juicio de su hija, ¡°quiz¨¢s abus¨® explot¨¢ndola demasiado¡±. Lleg¨® a dar 130 conciertos al a?o. Una barbaridad. ¡°Cuando aparec¨ªa por casa, solo la recuerdo estudiando y aprovechando al m¨¢ximo el poco tiempo que ten¨ªa con nosotros. Mi hermano y yo nos acostumbramos a sus ausencias¡±, dice.
Volver a Barcelona era cargar las pilas con familia, amigos y ¡ªen los descansos de su estudio¡ª cuidar las plantas de su terraza. ¡°Le gustaba viajar, pero no quedarse mucho en los destinos¡±, recuerda Alicia Torra. Pocas veces la recuerda realmente satisfecha despu¨¦s de un concierto. Su obsesi¨®n por el perfeccionismo la atormentaba. Abri¨® brecha y programas para la m¨²sica espa?ola en todo el mundo, ¡°pero tambi¨¦n, y en este centenario queremos hacer hincapi¨¦ en ello, mostr¨® su maestr¨ªa en Mozart, Schumann, Brahms, Rachmaninov, Scarlatti, Bach, Ravel, Debussy¡¡±. Es lo que recalca el joven sevillano Juan P¨¦rez Florist¨¢n, de 30 a?os: ¡°La mayor¨ªa de su repertorio no era espa?ol, no se conoce tanto su labor en eso, pero en su caso fue un no parar, adem¨¢s lo hizo junto a grandes directores. Se convirti¨® en una gran pianista, no solo en una gran pianista espa?ola. Y eso est¨¢ al alcance de pocos¡±.
Florist¨¢n ha sido premio en el concurso Rubinstein y en el Internacional de Santander Paloma O¡¯Shea goza actualmente de una prometedora carrera internacional. Igual que Javier Perianes, en su espl¨¦ndida madurez. Este ¨²ltimo, desde Canad¨¢, contesta antes de marchar a Filadelfia y recalar en Madrid para interpretar las Goyescas de Granados el 12 de diciembre en el Museo del Prado. ¡°De Larrocha fue una pionera y una mujer avanzada a su tiempo. Como bien dec¨ªa Martha Argerich en el documental dedicado a ella ¡ªtitulado Las manos de Alicia, de Ver¨®nica Font y Yolanda Olmos¡ª, lo ten¨ªa todo: un sonido bell¨ªsimo, un sentido del ritmo ¨²nico, una variedad y amplitud de repertorio extraordinarios y una honestidad musical absoluta¡±, afirma el int¨¦rprete onubense.
Tambi¨¦n destaca su alumna Marta Zabaleta, que estudi¨® con ella entre 1995 y 2003 y ha logrado as¨ª mismo una carrera admirable. ¡°Fue una mujer muy respetuosa, una profesora poco habitual¡±, afirma la pianista. ¡°No se marcaba otro objetivo con sus alumnos que ayudar. Sus clases eran largas, se mostraba paciente y tranquila¡±. Zabaleta la conoci¨® en una master class que Alicia de Larrocha ofreci¨® en la Escuela Reina Sof¨ªa, fundada por Paloma O¡¯Shea, tambi¨¦n pianista. Fue una amiga pr¨®xima durante muchos a?os. ¡°Me ayud¨® mucho, aunque para dar consejos se mostraba m¨¢s bien reservada, por su humildad, pero fue una maestra en todo el sentido de la palabra¡±, asegura la presidenta de la escuela y de la Fundaci¨®n Alb¨¦niz.
Zabaleta pas¨® del aula de la Reina Sof¨ªa en Madrid a recibir clases por parte de Alicia de Larrocha en la Frank Marshall. La escuela hab¨ªa sido creada por Granados en 1901. Pas¨® a su alumno por deseo del compositor, y tanto ella como Juan Torra decidieron mantener el nombre de su maestro. ¡°Sus rasgos son el sello propio a la hora de abordar el repertorio espa?ol con un tratamiento delicado del sonido y el pedal¡±, describe Zabaleta. Pero si algo destaca entre las virtudes como int¨¦rprete de su maestra, asegura, ¡°es el dominio del ritmo¡±. Lo abordaba sin ademanes, como para el resto aplicaba elegancia y mucha clase en el fraseo. Le insist¨ªa mucho en eso y en saber distinguir entre el dominio y algo que va m¨¢s all¨¢. ¡°Una vez, tras una actuaci¨®n, le pregunt¨¦ si le hab¨ªa gustado y me contest¨®: ¡®No solo me ha gustado, me has emocionado, ?entiendes la diferencia?¡±.
Zabaleta particip¨® en Barcelona el pasado 26 de noviembre en un marat¨®n con 37 pianistas dedicado a su maestra. Rosa Torres-Pardo encabezar¨¢ un homenaje que tendr¨¢ lugar en Madrid en la primavera de 2025 con otras int¨¦rpretes como Judith Jauregui, Noelia Rodiles y Sonia Meg¨ªas dentro del ciclo del Centro Nacional de Difusi¨®n Musical (CNDM) en el Auditorio.
Desde M¨¦xico, donde acaba de actuar, Torres-Pardo recuerda la impresi¨®n que le produjo tener como testigo a la int¨¦rprete cuando abord¨® la Suite Iberia de Alb¨¦niz en 2004, el d¨ªa en que ambas recibieron la medalla que lleva el nombre del m¨²sico. ¡°Para nosotros, su carrera constituy¨® toda una lecci¨®n. Ella abri¨® un camino que nos ha servido de gu¨ªa a los que vinimos despu¨¦s y nos hizo comprender que ten¨ªamos con nuestra m¨²sica un compromiso, pero tambi¨¦n una oportunidad para desarrollar un repertorio que conoc¨ªamos, sent¨ªamos y entend¨ªamos bien¡±, asegura Torres-Pardo.
Pero sus aportaciones fueron m¨¢s all¨¢, seg¨²n quienes la han sucedido con dignidad. Observa la artista madrile?a: ¡°Nos ense?¨® que la vida del pianista es trabajo constante y sacrificio, pero que tambi¨¦n tiene su recompensa. Fue un ejemplo de comportamiento y actitud, una artista que pod¨ªa haberse convertido perfectamente en diva, pero prefiri¨® dedicarse a hacer su trabajo con humildad y sencillez¡±.
Babelia
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