Descubierta en Pompeya una panader¨ªa-prisi¨®n donde se explotaba a los esclavos
Las nuevas excavaciones han desenterrado un espacio reducido donde los siervos deb¨ªan realizar duros trabajos forzados junto a los burros para hacer pan
El ¨²ltimo descubrimiento en Pompeya muestra el lado m¨¢s cruel de la sociedad de la Roma Antigua. Los arque¨®logos que excavan en el yacimiento se han encontrado con una estampa desconcertante que da fe de las horrendas condiciones en las que viv¨ªan los esclavos hace dos milenios: una panader¨ªa-prisi¨®n, un espacio angosto e insalubre donde personas esclavizadas malviv¨ªan y trabajaban hasta la extenuaci¨®n junto a una recua de burros.
Las min¨²sculas ventanas que se han encontrado en el habit¨¢culo, atravesadas por barrotes de hierro, dejaban pasar una luz exigua y no se abr¨ªan al exterior, sino a otra habitaci¨®n de la vivienda. Dentro, hombres y mujeres esclavizados y animales viv¨ªan, dorm¨ªan y mol¨ªan grano para hacer pan juntos.
Los asnos deb¨ªan caminar en c¨ªrculo durante horas, tanto de d¨ªa como de noche, con los ojos vendados, para mover la piedra del molino, acompa?ados por una persona que, adem¨¢s de empujar la muela, ten¨ªa que azuzar al animal y vigilar el proceso de molienda, a?adiendo grano y sacando la harina cuando tocaba. En el pavimento a¨²n se conservan las muescas que se realizaban para evitar que las bestias se resbalaran y que, al mismo tiempo, trazaban una especie de itinerario circular.
La direcci¨®n del Parque Arqueol¨®gico de Pompeya ha explicado que la brutalidad de las condiciones de trabajo en los molinos de la antig¨¹edad ya fue documentada en la obra El asno de oro, tambi¨¦n conocida como las Metamorfosis del escritor Apuleyo, que vivi¨® en el siglo II d.C. En esta novela latina, el popular autor narra las aventuras de Lucio, transformado en asno y vendido a un molinero, y describe con horribles detalles las condiciones deplorables en las que viv¨ªan los esclavos de los molinos, ¡°bas¨¢ndose evidentemente en el conocimiento directo de contextos similares¡±, como se?ala un comunicado.
Apuleyo delinea la p¨¦sima existencia de los esclavos: ¡°Con su piel toda marcada con moretones oscuros, la espalda magullada por los golpes, sobre la que un harapiento trapo m¨¢s que cubrir, hac¨ªa sombra; algunos s¨®lo llevaban un trozo de tela fina tela alrededor de sus partes ¨ªntimas, y todas ellas y todos ellos estaban vestidos de tal manera que a trav¨¦s de esos harapos se pod¨ªa ver todo, ten¨ªan la frente marcada con letras, sus cabezas rapadas por la mitad y sus pies encadenados, y estaban desfigurados por la palidez y con sus p¨¢rpados consumidos por la brumosa oscuridad de aquel ambiente oscuro y lleno de humo y por ello ve¨ªan muy mal¡±. Y contin¨²a: ¡°Como boxeadores que pelean todos salpicados de polvo, estaban asquerosamente cubiertos del blanco de aquel polvo harinoso¡±.
El escritor detalla tambi¨¦n el estado de los animales: ¡°?Qu¨¦ mulas decr¨¦pitas, qu¨¦ jamelgos exhaustos! De pie alrededor del pesebre, con sus cabezas hundidas en montones de paja triturada, sus cuellos inclinados por la putrefacci¨®n de las llagas, sus suaves fosas nasales arrugadas por la tos incesante, el pecho ulcerado por el continuo roce contra el cintur¨®n de cuerda, sus costillas expuestas casi hasta los huesos por los interminables golpes, las pezu?as estiradas en exceso a fuerza de correr sin descanso, y todo el cuero da?ado por una costra de suciedad¡±.
En Pompeya se?alan que el nuevo descubrimiento permite conocer mejor el funcionamiento pr¨¢ctico del molino, que, aunque estaba en desuso en la ¨¦poca de la erupci¨®n, ¡°proporciona una oportuna confirmaci¨®n del desconcertante cuadro pintado por Apuleyo¡±.
El hallazgo, como los m¨¢s recientes, contribuyen a ofrecer una lectura interdisciplinar de la antigua ciudad y de la compleja estratificaci¨®n de la sociedad pompeyana, donde la mayor¨ªa de los ciudadanos pertenec¨ªa a las clases bajas. ¡°Se trata de un espacio en el que hay que imaginar la presencia de personas de condici¨®n servil cuya libertad de movimientos el propietario restring¨ªa. Es la cara m¨¢s chocante de la esclavitud antigua, la que carece de relaciones de confianza y de promesas de emancipaci¨®n, donde las personas se ve¨ªan reducidas a la violencia m¨¢s brutal, una impresi¨®n que se confirma plenamente con el cierre de las escasas ventanas con rejas de hierro¡±, se?ala el director del Parque Arqueol¨®gico de Pompeya Gabriel Zuchtriegel, en un art¨ªculo cient¨ªfico. Y reflexiona: ¡°A fin de cuentas, son espacios como este los que tambi¨¦n ayudan a entender por qu¨¦ hubo quienes consideraron necesario cambiar aquel mundo y por qu¨¦ en los mismos a?os un miembro de un peque?o grupo religioso llamado Pablo, m¨¢s tarde santificado, escribi¨® que es mejor que todos seamos siervos, douloi que significa esclavos, pero no de un amo terrenal, sino de uno celestial¡±.
La panader¨ªa emergi¨® durante la excavaci¨®n de una vivienda mayor que ya ha deparado algunas sorpresas para los arque¨®logos, entre ellas un fresco que parece mostrar una masa que se parece notablemente a una pizza actual. La panader¨ªa est¨¢ detr¨¢s de la pared con el fresco.
En otra habitaci¨®n de la vivienda, que conten¨ªa el larario, una especie de altar dom¨¦stico, las excavaciones descubrieron una serie de inscripciones pol¨ªticas, el equivalente antiguo de los manifiestos y carteles electorales actuales. Los textos invitaban a votar a Aulus Rustius Verus, candidato a edil, un cargo de la Antigua Roma que controlaba, entre otras cosas, las obras p¨²blicas. Los cient¨ªficos creen que la vivienda pertenec¨ªa probablemente a un partidario del candidato, posiblemente uno de sus libertos.
Las excavaciones sugieren que la casa estaba en medio de una renovaci¨®n cuando se produjo la erupci¨®n del Vesubio, y que la panader¨ªa probablemente no estaba en servicio en ese momento. Aunque en uno de los ambientes de la instalaci¨®n han aparecido los cuerpos de tres v¨ªctimas de la erupci¨®n del Vesubio, lo que confirma que, a pesar de la renovaci¨®n en curso, la vivienda no estaba deshabitada.
Desde que comenzaron las excavaciones en el siglo XVIII, Pompeya, sepultada por una erupci¨®n del Vesubio en el a?o 79 d.C. bajo toneladas de lapilli, ceniza y roca, que ayudaron a preservarla, no ha dejado de proporcionar valiosos datos sobre la vida y las costumbres de sus antiguos habitantes.
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