¡®La sociedad de la nieve¡¯: retrato cre¨ªble y emotivo del horror que se vivi¨® en el accidente a¨¦reo en los Andes

Empieza La sociedad de la nieve como una fiesta. Muestra la camarader¨ªa, el placer de estar juntos, la alegr¨ªa y la ilusi¨®n de un equipo uruguayo de rugby que se prepara para una inminente competici¨®n en Chile. Ese jolgorio an¨ªmico, ese colegueo entra?able, esas risas y bromas permanentes, se prolongan en el avi¨®n que los traslada atravesando el impresionante paisaje de las cumbres nevadas de los Andes. Todo tiene el aire de una comedia juvenil y amable. Y ese tono se transformar¨¢ de repente en una tragedia cuando el tenebroso destino, o la mec¨¢nica, o la mala suerte, decida que el aparato se estrelle en un escenario que a partir de ese momento dejar¨¢ de ser hermoso para convertirse en algo estremecedor. Murieron 29 pasajeros en el accidente. Y viendo lo que les esperaba a los supervivientes, podr¨ªamos pensar que los fallecidos inmediatamente tuvieron fortuna. La supervivencia se convertir¨¢ en una tragedia. Tambi¨¦n en una epopeya. Y algunos pudieron salir y hablar de aquel infierno y de la salvaci¨®n que lograron.

Me ocurre algo extra?o viendo esta pel¨ªcula. Si solo obedeciera a la imaginaci¨®n de los guionistas, si se tratara de una ficci¨®n, podr¨ªa no dar cr¨¦dito en muchos momentos a lo que veo y escucho. Pero aquel horror fue real, lo que nos cuenta con mucha solvencia y contagiosa emoci¨®n J. A. Bayona ocurri¨®. Hay testimonios orales de los supervivientes y Pablo Vierci, amigo de algunos de ellos, narr¨® en un libro aquella experiencia atroz y finalmente conmovedora. Bayona te introduce en una historia que logra que te frotes los ojos, que sientas progresiva angustia, hace aut¨¦nticas las sensaciones de hambre y fr¨ªo, la desesperanza y la esperanza, el deseo de acabar de una vez y el insensato anhelo de encontrar una puerta de salvaci¨®n.

Da escalofr¨ªos constatar el ¨²nico recurso que tuvieron para que el hambre no acabara con ellos. Tambi¨¦n la atmosfera g¨¦lida, el comienzo y la progresi¨®n de las enfermedades. No solo f¨ªsicas. Tambi¨¦n la que sufr¨ªan cotidianamente el coraz¨®n y el cerebro. Y flipas constatando que en ese inimaginable infierno funcion¨® la solidaridad, el cuidado mutuo, la generosidad, la comunicaci¨®n entre gente que est¨¢ agonizando, el ¨ªmpetu para encontrar alg¨²n camino que logre su rescate. Alguno asegura con desolaci¨®n que el mundo los ha abandonado, escuchan en la radio que les dan por perdidos definitivamente. Y varios de ellos se consumen para siempre.

Como te remite continuamente a la realidad, sabes que aquello tuvo una conclusi¨®n relativamente feliz, que 16 de aquellas 45 personas fueron rescatadas con vida. Y que pasaron m¨¢s de tres meses sobreviviendo en esas condiciones salvajes. Lo que resulta dif¨ªcil de imaginar es c¨®mo consiguieron despu¨¦s integrarse en la vida cotidiana, si su experiencia no les provoc¨® pesadillas a perpetuidad.

No era adicto a la mayor¨ªa del triunfante cine de Bayona. Tampoco me gustaron los cap¨ªtulos que rod¨® para la serie de El se?or de los anillos. S¨ª encontr¨¦ muy aceptable, a nivel visual y emocional, lo que logr¨® en Lo imposible. Pero en La sociedad de la nieve todo funciona con perfecci¨®n. Es una pel¨ªcula tan sentida como primorosamente realizada. Me siento todo el rato dentro de ella. Su est¨¦tica es poderosa. No hay desfallecimientos narrativos. Y todos los int¨¦rpretes (no conoc¨ªa a ninguno) resultan aut¨¦nticos y cercanos. Aunque te sepas la historia y su venturoso desenlace, la vives con suspense y compasi¨®n.