Leiva y Rub¨¦n reviven a Pereza en un hermoso canto a la amistad ante 15.000 personas
El d¨²o llena el WiZink madrile?o, uno tocando como estrella y el otro como telonero, pero al final se re¨²nen para interpretar cinco piezas de su exgrupo
Perm¨ªtanme empezar por una vez por el telonero, porque la ocasi¨®n lo merece. Fue conmovedor asistir al concierto de Rub¨¦n Pozo, exPereza y encargado de abrir la jornada para su excompa?ero de grupo, Leiva, la estrella de la noche. Todo eran adversidades para Rub¨¦n: un recinto fr¨ªo solo con un tercio del aforo, ausencia de pantallas de v¨ªdeo, fallos en el sonido y un repertorio demasiado delicado para euforias de pabell¨®n. Dio igual: interpret¨® con orgullo sus peculiar¨ªsimas canciones, unas veces revoltosas, otras dolorosas. Qu¨¦ coraje el de este m¨²sico, qu¨¦ madera, qu¨¦ lecci¨®n para la profesi¨®n y qu¨¦ humildad en un mundillo demasiadas veces arrogante. Pozo hab¨ªa llenado junto con Pereza el WiZink, pero ahora tocaba a la hora de la merienda y para unos pocos. ¡°Muchas gracias a Leiva. Y a vosotros: os agradezco a los que hab¨¦is venido a las 19.30¡å. Fueron sus primeras palabras. Dio gracias a su banda, al de los monitores, al del sonido, al equipo de promoci¨®n, y pod¨ªa haber seguido nombrando a todos los camareros y camareras del recinto si se hubiera sabido sus nombres. Toc¨® 45 minutos, temas del lado menos festivo de Pereza, sus composiciones, como Matar al cartero o Pirata, y piezas de su interesante carrera en solitario, como Ha llegado el d¨ªa, Rucu Rucu o Guitarra espa?ola. Y se march¨® tan agradecido como entr¨®.
Luego, en la recta final del concierto de Leiva, ya con el recinto repleto (15.000 espectadores, todo vendido) regres¨® al escenario. Y fue bonito verlos a los dos abrazarse sobre un gran escenario despu¨¦s de 11 a?os. Rub¨¦n y Leiva, aquellos chicos del barrio madrile?o de Alameda de Osuna electrocutados por el rock and roll, ellos que llenaron Las Ventas con Pereza y que supieron dejarlo justo un minuto antes de acabar a tortazos. ¡°Compartimos pensiones con cucarachas y probamos las mieles del ¨¦xito. Y nos fuimos justo en el momento de m¨¢s popularidad al anteponer nuestra amistad por encima de los r¨¦ditos¡±, dijo Leiva momentos antes de llamar a su excompa?ero para interpretar primero Madrid, cantada por Rub¨¦n, y luego Pienso en aquella tarde, Como la tienes t¨² y Estrella Polar.
Por esa sabia decisi¨®n de separarse justo cuando se avecinaba la tormenta estaban ayer juntos en el WiZink Center. Sonriendo, disfrutando, gust¨¢ndose y entrelazando sus guitarras como lo hicieron durante mucho tiempo. La historia de Rub¨¦n Pozo (48 a?os) y Leiva (43) es la de muchos chavales de barrio en los noventa: una amistad forjada en unas abandonadas v¨ªas de un tren, con un litro de cerveza a un lado, un cigarro humeante entre los dedos y una guitarra destartalada con la que sacaban las notas de temas de The Black Crowes, Tequila, los Rolling Stones o Extremoduro. Pero ellos (y su talento) consiguieron triunfar y convertirse en ¨ªdolos juveniles. En 2012 ofrecieron su ¨²ltimo concierto como Pereza. Desde entonces, la carrera de Leiva ha seguido disparada. A cambio, Pozo publica grandes discos (sobre todo el ¨²ltimo, Vampiro, de 2022), que son interpretados en salas de peque?o aforo. Hace unos meses, Leiva llam¨® a Rub¨¦n para proponerle abrir en los tres conciertos de diciembre del WiZink (adem¨¢s del de anoche, el 25 y el 26) en el final de su gira de dos a?os Cuando te muerdes el labio, mismo nombre que su ¨²ltimo trabajo. Lo hizo con respeto y cari?o, como se hablan los amigos de verdad. ¡°Pi¨¦nsatelo¡±. Pozo lo medit¨® y acept¨®. Y all¨ª estaban anoche.
Antes del entusiasmo del p¨²blico (la mayor¨ªa de treinta para arriba) de verlos a los dos tocando, Leiva propuso un concierto sereno, sin aspavientos innecesarios. Le acompa?¨® su particular E Street Band, ocho m¨²sicos adem¨¢s del l¨ªder: guitarra, bajo, bater¨ªa, percusi¨®n, dos vientos, una corista y un teclista. No exist¨ªa m¨¢s parafernalia en el escenario. Una banda numerosa y sin un cantante pegando botes, porque el jefe no se descolg¨® la guitarra en ning¨²n momento. Prim¨® la m¨²sica, esas canciones compuestas por un artista con una inspiraci¨®n especial para generar temas de calidad con un irresistible gancho comercial. Ayud¨® a engrandecer el sonido una fant¨¢stica banda engrasad¨ªsima. Sincericidio o Terriblemente cruel se desarrollaron con el pabell¨®n llen¨® de ¡°oes¡±. Fant¨¢stica son¨® Flecha, una canci¨®n disco probablemente influida por Miss You, de sus adorados Rolling Stones. Particip¨® mucho y bien Esmeralda Escalante, una corista que se convirti¨® en alguna fase en cantante a secas. Mejor¨® muchas canciones e hizo d¨²os de enjundia con Leiva.
Hubo un momento m¨¢gico en las dos horas de concierto, cuando Leiva pidi¨® que la gente metiera sus m¨®viles en el bolsillo y guardase silencio. Entonces encar¨® una escalofriante versi¨®n de Vis a Vis con unos dibujos de guitarra excelentes. Solo unos pocos contumaces adictos al tel¨¦fono desobedecieron. Ellos se lo perdieron.
Para la canci¨®n final Leiva pidi¨® otra vez a Rub¨¦n que se uniera, con lo que al final el d¨²o completo hasta cinco canciones. La ¨²ltima, la que cerr¨® el concierto, fue Lady Madrid, esa que habla de Lou Reed, Los Ronaldos y Burning, las bandas que escuchaban en su barrio, cuando comenz¨® una amistad que ayer cumpli¨® un hermoso episodio.
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