Rub¨¦n Pozo: aprender a vivir cuando el colch¨®n de Pereza se ha agotado
El m¨²sico se sincera en su nuevo trabajo sobre los problemas para pagar el alquiler y su adaptaci¨®n a una vida ¡°feliz¡± para un p¨²blico selecto y minoritario
El ¨²ltimo mensaje que Rub¨¦n Pozo recibi¨® de su padre fue: ¡°Me encanta esa canci¨®n, es muy positiva¡±. A los pocos d¨ªas, falleci¨®. Ingres¨® repentinamente con covid. Ten¨ªa 74 a?os y gozaba de buena salud. Pero el virus se lo llev¨® en unos d¨ªas, sin despedidas familiares, sin el calor de los suyos. Solo, en la UCI de un hospital, como tantos otros espa?oles en los ¨²ltimos tiempos. El ¨²ltimo disco de su hijo, Vampiro, se publica ahora y est¨¢ dedicado a ¨¦l, la persona que le inculc¨® el amor por el rock and roll gracias a los vinilos de los Rolling Stones, Bob Dylan o Led Zeppelin. La canci¨®n que escuch¨® El Chepas, como cari?osamente llamaba Rub¨¦n a su padre porque siempre llevaba una mochililla al hombro, se llama Gente y abre su cuarto trabajo en solitario. Es una reivindicaci¨®n de la condici¨®n del ser humano, con todos sus defectos a cuestas. Dice as¨ª: ¡°Di ¡®te quiero¡¯ cuando quieras, di ¡®lo siento¡¯ si lo sientes. / No te juzgues duramente, es humano el error. / Es lo que tiene ser gente y no un robot¡±.
Cuando falleci¨® El Chepas, Vampiro ya estaba en proceso de fabricaci¨®n: ¡°Mi hermano, que hizo el dise?o del ¨¢lbum, y yo quer¨ªamos darle una sorpresa para cuando saliese del hospital. Estaba sedado y pensamos: ¡®Cuando despierte y lo vea le va a ayudar a recuperarse¡¯. Incluimos una foto suya de cuando ten¨ªa 46 a?os, la misma edad que yo tengo ahora. Era una sorpresa. Pero no despert¨®. No tuvo piedad el virus. Toda la vida currando y ahora llevaba una vida feliz, con su pareja, su nieto¡ Nos ve¨ªamos m¨¢s que nunca. Se ven¨ªa a casa, hac¨ªamos una paella¡ Cosas de la vida. Ha sido una pena¡±, explica con los ojos chispeantes. Y a?ade: ¡°No soy creyente, pero a veces me descubro hablando con ¨¦l: ¡®Tengo un concierto importante, dame fuerzas, m¨¢ndame un rayito de energ¨ªa, Chepas¡±.
Rub¨¦n Pozo ha tenido que aprender a dejar de ser famoso. Lo fue, y mucho, cuando llen¨® con Pereza plazas de toros y pabellones en un d¨²o que compart¨ªa con su amigo del barrio, Leiva. Funcionaron a todo trapo durante los 2000 y lo dejaron en 2012. Entonces, los dos iniciaron carreras en solitario: Leiva se llev¨® al p¨²blico y Rub¨¦n se reivindic¨® como autor. ¡°He tenido que aprender a valorar lo que tengo y a dejar de pensar en lo que ya no tengo. Y estoy feliz. Cuando empec¨¦ mi carrera en solitario pensaba que hab¨ªa venido poca gente a mi concierto, compar¨¢ndolo con Pereza. Pero ahora solo pienso en la gente que viene, que son pocos pero fieles, y en la suerte de poder dedicarme a esto y de que venga el p¨²blico suficiente como para que me permita seguir viviendo de la m¨²sica¡±.
Vampiro incluye una canci¨®n que habla con sinceridad de todo este proceso. En Tras la tormenta, el autor anuncia que debe ¡°tres meses de alquiler¡±, que malvendi¨® el barco y que ya solo quedan ¡°los restos del amor¡±. ¡°Escribo de lo m¨ªo, de lo que me pasa. En esa canci¨®n hablo de que el colch¨®n que saqu¨¦ con las giras de Pereza me lo he gastado. Ya agot¨¦ ese dinero¡ en cosas, en vivir. Asumo mi vida y los bandazos que he dado. Cuando lleg¨® el confinamiento y no pod¨ªa tocar fue duro, porque necesito actuar para vivir. Tambi¨¦n hablo en la canci¨®n de que estoy muy mal con mi chica y tenemos problemas econ¨®micos. Y la casera nos dice que debemos tres meses de alquiler y yo le digo que no puedo salir a trabajar porque no hay conciertos. Y de repente un d¨ªa llega el bal¨®n de ox¨ªgeno de mis derechos de autor, que es como un regalito cada seis meses, y tiro para adelante y me arreglo con mi chica y escribo una canci¨®n optimista. Yo qu¨¦ s¨¦¡ es que es as¨ª¡±. Esta explicaci¨®n, contada a borbotones con el ¨¢spero acento madrile?o, retrata a este m¨²sico sincero y directo.
Lo cuenta sentado en una terraza en Alameda de Osuna, barrio del nordeste de Madrid pr¨®ximo al aeropuerto de Barajas. Rub¨¦n se crio aqu¨ª, jugando y aprendiendo a tocar la guitarra en los parques. Son las 12 del mediod¨ªa y antes de pedirse una copa de cerveza, anuncia: ¡°Joder, voy a dar la impresi¨®n de que soy un borracho, pero es que llevo arriba desde las siete de la ma?ana¡±. Vive en Guadalajara (de alquiler) con su pareja y seis perros y ha madrugado para llevar a su hijo, Leo (15 a?os), al instituto, situado en Alameda de Osuna. Justo al lado se encuentra la casa de la madre del ni?o. Leo est¨¢ una semana con cada progenitor. Los dos se llevan bien. Incluso ella, Clara T¨¦llez, con carrera musical al frente de Los Peces, le envi¨® el otro d¨ªa una versi¨®n a guitarra y voz de Gente. ¡°Estaba muy bien, la verdad. Ella canta de lujo¡±, se?ala Pozo.
Afirma que ha vivido un proceso para asimilar su condici¨®n de minoritario: ahora toca en salas para unos pocos cientos. ¡°Ven¨ªa de una cosa [Pereza] muy grande. El ¨¦xito te envenena. Y este mundo te pide constantemente ¨¦xito. Pero el ¨¦xito no es lo que te dicen que es. Es lo que tengas t¨² en la cabeza. Para m¨ª es estar dando esta entrevista porque ya es mi cuarto disco en solitario¡±. Le gustar¨ªa actuar con una banda propia, pero de momento no cuenta con recursos. A cambio, ha encontrado la magia yendo ¨¦l solo con la guitarra. El a?o pasado viajaba en su propio coche; ahora ya va en tren. ¡°Voy como los bluesmen, en tren. Ellos se sub¨ªan en marcha y yo pago el billete. Pero lo dem¨¢s es igual¡±, cuenta con una sonrisa de medio lado.
En Vampiro, Pozo pule piezas ac¨²sticas que no se parecen a nada. Ha conseguido crear un estilo identificable y cada d¨ªa canta y escribe con m¨¢s personalidad. Son canciones que cuentan muchas cosas con una gran capacidad de s¨ªntesis. Se enfurru?a un poco antes de afrontar esta reflexi¨®n: ¡°La gente se queda con el relato: Leiva toca en pabellones y yo en bares; ¨¦l es el bueno y yo debo ser una mierda. Pero eso lo dicen los que no me han visto en directo. Pasan cosas muy especiales en mis conciertos. Estamos viviendo unas noches incre¨ªbles. Tengo lo que necesito. Cuando saque un disco y no venga a verme nadie es cuando me tendr¨¦ que preocupar¡¡±.
Con Leiva se sigue viendo. Son amigos. Dice que rompieron Pereza en el momento adecuado, justo antes de no pelearse ¡°con las manos¡±. ¡°Todo lo que pas¨® con Pereza fue por Leiva. Los ¨¦xitos son suyos. Tuve la suerte de poder coincidir con ¨¦l. He vivido una cosa que no la hubiese vivido por m¨ª mismo. Ahora lo veo en televisi¨®n actuar en los Grammy o donde sea y es como si fuera su madre: estoy nervioso y tenso, deseando que todo salga bien¡±. Leiva fue de los primeros en acudir a consolarlo cuando falleci¨® su padre. ¡°?Qu¨¦ necesitas?¡±, le pregunt¨®.
En esa canci¨®n final que escuch¨® su padre, Gente, toca la bater¨ªa el hijo de Rub¨¦n, Leo. ¡°Le gusta el heavy metal, lo toca con una bater¨ªa compleja de doble bombo, as¨ª que le pareci¨® muy sencillo el sonido de Gente. Yo le hice saber que eso es un trabajo y le pagu¨¦ 100 euros por un d¨ªa de sesi¨®n. Creo que es importante que aprenda que es un trabajo¡±. Un buen ejemplo de la ley de Rub¨¦n.
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