Farru, bailaor: ¡°Falta innovar desde la afici¨®n y el estudio del flamenco¡±
El artista sevillano, que pos¨® para Richard Avedon y llev¨® a hombros el f¨¦retro de Paco de Luc¨ªa, programa un ciclo de cante en la Sala Villanos de Madrid
El nieto mediano de Farruco taconea con sobriedad y elegancia, por derecho. El que le otorga ser depositario de la leyenda de su abuelo, uno de los m¨¢s grandes bailaores del siglo XX, con quien se form¨® desde peque?o. Debut¨® a los cuatro a?os en Broadway, donde compart¨ªa cartel con su hermano Farruquito. Creci¨® con Antonio Canales. Pos¨® para el fot¨®grafo Richard Avedon. Carg¨® a hombros en Algeciras el f¨¦retro de Paco de Luc¨ªa, a quien hab¨ªa acompa?ado durante su ¨²ltima gira. Entre ensayos y actuaciones, Antonio Fern¨¢ndez Montoya (Sevilla, 35 a?os), Farru, ayuda a que otros despejen su camino. Ejerce como anfitri¨®n en el ciclo Fiesta Flamenca de la Sala Villanos de Madrid, cuyo programa recorrer¨¢ desde este mi¨¦rcoles y una vez al mes la geograf¨ªa del cante, empezando por Jerez. ¡°Necesito rodearme de gente a la que admiro para tener algo que decir¡±, asegura por videoconferencia desde su ciudad natal.
Pregunta. ?Qu¨¦ debe tener un cantaor para que usted se arranque?
Respuesta. Yo tambi¨¦n me lo pregunto. En general, que tenga afici¨®n y respeto por esto. Que cante para mostrarse, no para demostrar nada. Luego depende del estado de ¨¢nimo. Cuando estoy nost¨¢lgico, me motiva un cante para adentro, doloroso.
P. ?Qu¨¦ sucede en una fiesta flamenca privada que no vaya a ocurrir sobre el escenario?
R. En una reuni¨®n nunca se sabe lo que va a pasar, mientras que los espect¨¢culos deben tener estructura. En nuestras fiestas uno se olvida de la profesi¨®n, sale la autenticidad. Quiero mostrar la magia de compartir sin competir.
P. ?Recuerda con especial cari?o alguno de esos encuentros?
R. En mi casa ha habido muchos, los sigue habiendo. Cuando era peque?o, Farruco ten¨ªa una pe?a en Sevilla a la que iban todos los gitanos. La Paquera de Jerez, Chocolate, Paco Valdepe?as o la Bernarda de Utrera pasaban por all¨ª, mientras yo jugaba. A veces mi abuelo me ped¨ªa: ¡°Ni?o, b¨¢ilate un poquito¡±. Y yo pegaba una patada por buler¨ªa. Despu¨¦s, segu¨ªa jugando con mis primos.
P. ?Y con Paco de Luc¨ªa?
R. Nos junt¨¢bamos despu¨¦s de los conciertos y compart¨ªamos alegr¨ªas, penas, ilusiones, desilusiones. Ah¨ª es donde de verdad se ve la calidad del artista, al natural.
P. ?C¨®mo era Farruco? Muri¨® cuando usted ten¨ªa 10 a?os.
R. Era un abuelo muy de sus nietos. Me pasaba el d¨ªa estudiando con ¨¦l y, despu¨¦s, cen¨¢bamos juntos. Como docente, pon¨ªa mucho el acento en la t¨¦cnica: los brazos, las vueltas, la cabeza. Ten¨ªa una gran formaci¨®n, pero luego dejaba claro que todo eso debe estar al servicio de la verdad. Que el baile es tambi¨¦n una sonrisa. ¡°Respirad¡±, nos ped¨ªa. Lo suyo era m¨¢s una filosof¨ªa que un m¨¦todo.
P. Dicen que pertenece a una de las dinast¨ªas flamencas. ?No suena un poco antiguo?
R. Las sagas constatan una manera propia de expresi¨®n, pero si sobreviven es porque tambi¨¦n han evolucionado. Jos¨¦ Soto Sorderita, de la casa Sordera, que inaugura [hoy 3 de enero] el ciclo de la Sala Villanos junto a otros artistas, es un pilar fundamental del nuevo flamenco, pero nunca ha perdido su esencia familiar. Con Ray Heredia y Ketama abri¨® caminos que enriquecieron el g¨¦nero desde el fundamento. Eso quiz¨¢ es lo que falta ahora, innovar desde la afici¨®n y el estudio del flamenco.
P. En el programa tambi¨¦n apuesta por talentos j¨®venes, como Lela Soto, sobrina del mencionado Sorderita.
R. Ha seguido la estela de su padre, Vicente, que es m¨¢s tradicional, pero con un punto muy de ahora. Los maestros tienen que estar, son nuestro referente, pero tambi¨¦n las generaciones que vienen con personalidad. Mi abuelo dec¨ªa que hay que contar algo propio, no vale imitar.
P. Los Sordera proceden de Jerez, en C¨¢diz; usted es sevillano. ?Qu¨¦ diferencia al flamenco de ambas provincias?
R. Podr¨ªa decir que se nota en el car¨¢cter, la medida de los cantes, si me apuras, pero lo mejor es escucharlo. Afortunadamente, no hay un libro que te explique c¨®mo se canta por sole¨¢ en Jerez, porque cada int¨¦rprete lo lleva a su terreno. La Paquera no lo hac¨ªa igual que el Terremoto, aunque ambos eran jerezanos. Es como si preguntaras por qu¨¦ en C¨¢diz se dice picha y en Sevilla, mi arma. Las expresiones son distintas, el sentimiento es el mismo.
Babelia
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