Edward Carey, el inesperado ¡®best seller¡¯ de corte g¨®tico
¡®Los secretos de Heap House¡¯ es el primer t¨ªtulo de una trilog¨ªa en la que los objetos cobran vida
Al escritor le gustar¨ªa poder hablar con el tap¨®n de su ba?era. Y no ¨²nicamente con el de su ba?era. Con el de todas las dem¨¢s. En realidad, le gustar¨ªa poder hablar con cualquier objeto. Que le contase su historia. ¡°?La de cosas que podr¨ªan contarnos las cosas!¡±, se dice a s¨ª mismo, divertido, en la pantalla de la videollamada, rodeado a su vez de cientos de cosas en su despacho de la universidad de Austin, en Texas (EE UU). El escritor es Edward Carey (North Walsham, Norfolk, Inglaterra, 53 a?os), autor de Los secretos de Heap House, el inesperado best seller de corte g¨®tico recientemente publicado en espa?ol y catal¨¢n por Blackie Books, que tiene como protagonista a un personaje llamado Clod Iremonger y a un tap¨®n de ba?era que responde al nombre de James Henry Hayward.
¡°Cuando me puse a escribir Los secretos de Heap House pens¨¦ que quer¨ªa hacerlo exactamente de la manera en que lo hab¨ªan hecho aquellos narradores que me hab¨ªan apasionado de peque?o. Quer¨ªa volver a sentir esa pasi¨®n con la que viv¨ªamos dentro de los libros cuando ¨¦ramos ni?os, y transmit¨ªrsela al lector adulto. Y para conseguirlo iba a ser tan fant¨¢stico como necesitase. Los objetos iban a hablar, porque habr¨ªa un ni?o que podr¨ªa o¨ªrlos. Y a veces no ser¨ªan ¨²nicamente objetos, o podr¨ªan amontonarse y comportarse como nosotros¡±, recuerda el autor.
Por entonces, llevaba 15 a?os intentando acabar Little (Blackie Books), la novela en la que reconstru¨ªa, con su peculiar y delicioso estilo que combina el g¨®tico con una idea de la aventura por completo intelectual, la vida de Madame Tussaud, la mujer que hizo r¨¦plicas de s¨ª misma en cera para ir consigo misma a todas partes y que luego fund¨® el museo londinense, en el que propio Carey acabar¨ªa trabajando. ¡°Siempre he tenido todo tipo de empleos, y de todos han surgido ideas para novelas¡±, confiesa. Antes de convertirse en escritor, tuvo que esquivar a la Marina Real. Su padre y su abuelo hab¨ªan servido en las Fuerzas Armadas Brit¨¢nicas y se supon¨ªa que ¨¦l deb¨ªa seguir sus pasos. Pero prefiri¨® no hacerlo. ¡°?Por qu¨¦ hay tantas normas en mis novelas? ?El peso de la familia? Yo creo que tiene bastante que ver conmigo¡±, responde.
La idea para Los secretos de Heap House se le ocurri¨® en el Foundling Museum de Londres, que era antes un orfanato. Cuando las madres dejaban all¨ª a sus hijos porque no pod¨ªan cuidarlos, cuenta, los entregaban con un objeto, que a lo mejor era lo que llevaban encima en aquel momento. El ni?o nunca lo ve¨ªa. Pero quedaba constancia de cu¨¢l era su objeto, y si la madre quer¨ªa recuperarlo, no ten¨ªa m¨¢s que volver y describir el objeto. A veces era la etiqueta de una botella de ginebra, o un dedal. Ahora mismo, dice, est¨¢n todos expuestos. Sostiene que tambi¨¦n en Florencia hay un lugar parecido en el que cortaban por la mitad el objeto en cuesti¨®n, la madre se llevaba una mitad y el hospicio se quedaba con la otra. Si alg¨²n d¨ªa ella decid¨ªa dar con su hijo, primero el objeto deb¨ªa completarse. En la novela, los Iremonger, la estratificada familia que habita una casa rodeada de montones de basura y de sirvientes, de exploradores de los c¨²mulos embarrados que separan el inacabable edificio ¡ªun edificio con su propia estaci¨®n de tren¡ª de la ciudad, tiene objetos de nacimiento.
¡°Las cosas hablan de vidas que ya no est¨¢n¡±, dice Carey, y confiesa que acostumbra a ir con su mujer, cuando est¨¢ en Londres, a cazar en las orillas ¡°embarradas¡± del T¨¢mesis. ¡°Ese r¨ªo escupe aut¨¦nticas reliquias dos veces al d¨ªa¡±, dice. All¨ª encontr¨® la vieja pipa de arcilla que muestra orgulloso a la c¨¢mara, y una moneda de la ¨¦poca de Isabel I, del siglo XVI. ¡°Han pertenecido a alguien antes, ?cu¨¢l es su historia? Me interesa el poder de esos objetos con los que convivimos a diario, no los grandes objetos que hay en los museos y con los que nos resulta imposible conectar¡±, a?ade.
Carey, que adem¨¢s es dramaturgo, pinta y esculpe, necesita que sus personajes sean de alguna forma tambi¨¦n objetos, algo que existe fuera. ¡°Ese de ah¨ª es Clod¡±, dice, y se?ala un cuadro enorme, ¡°y esta es Edith Holler¡±, dice mostrando un peque?o teatro con la figura de una mujer sobrevol¨¢ndolo. Edith Holler es la protagonista de su ¨²ltima novela, llamada como ella, alguien atrapado en un teatro y condenado a vagar entre el p¨²blico en silencio para siempre.
Me interesa el poder de esos objetos con los que convivimos a diario, no los grandes objetos que hay en los museos y con los que nos resulta imposible conectarEdward Carey
Su obsesi¨®n por Pinocho (llev¨® a escena la escurridiza Pinocho en Venecia, de Robert Coover) la contuvo en otra novela, The Swallowed Man ¡ªEl hombre engullido¡ª, en la que se centr¨® en la figura del padre, el olvidado Geppetto, y en su irrefrenable necesidad de crear, adem¨¢s del enfrentamiento con su obra, m¨¢s que un mu?eco sensible, una especie de monstruo rebelde. ¡°Me pregunt¨¦ por qu¨¦ Geppetto segu¨ªa creando all¨ª dentro, en la ballena, y me dije que porque eso era ¨¦l, un creador¡±, dice.
Primera entrega de una trilog¨ªa
Los secretos de Heap House es el primer t¨ªtulo de una futura trilog¨ªa protagonizada por la familia Iremonger. Dice que con ella pretende mostrar de qu¨¦ manera, cruel y despiadada, se construye un imperio. ¡°Gran Breta?a, desde el Brexit, est¨¢ en un declive enorme. Me atormenta pensar en toda la gente que ha destruido, y para qu¨¦. ?Por qu¨¦ nadie piensa en ellos? Los estratos de la trilog¨ªa est¨¢n pensados en ese sentido. El ser humano es tratado como un objeto, y a veces, se vuelve uno porque pierde toda idea de identidad¡±, asegura. Y curiosamente son los mismos objetos los que se la devuelven.
¡°Creo que me enamor¨¦ de los objetos a la vez que me enamor¨¦ de la lectura. Recuerdo leer en el colegio un libro del famoso escritor infantil Alan Garner, The Weirdstone of Brisingamen, y querer que fuese m¨ªo, de nadie m¨¢s, ?porque sent¨ªa que hab¨ªa sido escrito para m¨ª! Fue la primera vez que me enamor¨¦ de un libro¡±, relata Carey. ?Y no es un libro un objeto que, como los de su obra, tiene alma? ¡°?Claro! Luego crecemos y nuestra identidad empieza a ser atacada, y necesitamos una armadura y por eso nos rodeamos de cosas. Nos protegen contra todo ataque, ?pens¨¦moslo! Nuestra casa es un lugar seguro porque est¨¢ llena de cosas que hemos elegido, y que de alguna forma nos representan. Antes, en la ¨¦poca victoriana a la que vuelvo cuando escribo, eras alguien en funci¨®n de aquello que hac¨ªas, pero ?eras solo eso? ?No! ?Y de qu¨¦ forma pod¨ªas demostrarlo?¡±, responde. Y antes de colgar, anticipa que el universo Iremonger se ampliar¨¢ en las siguientes dos entregas: nuevos personajes, la ciudad al completo, y un centro de poder de din¨¢mica tambi¨¦n perversa, el Parlamento brit¨¢nico.
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