Qui¨¦n puede escribir por amor al arte: el silenciado coste de convertirse en autora
Una nueva generaci¨®n de escritoras desacraliza el aura de la literatura exponiendo las trampas y dificultades materiales de su oficio
?Se puede trapichear con la autor¨ªa sin cargo de conciencia? En Nada es verdad, la autoficci¨®n de la italiana Veronica Raimo, se debe porque existe una categor¨ªa estipulada para poder hacerlo: pertenecer al ¡°precariado cognitivo¡±. Traducido al castellano por Carlos Gumpert en Libros del Asteroide, en este libro inspirado en la historia de su propia familia, la protagonista (Veronica, escritora) y su hermano (tambi¨¦n escritor, como su hermano en la vida real, Christian Raimo) llevan a?os subcontrat¨¢ndose textos sin que nadie lo sepa. Concretamente, ¡°art¨ªculos, rese?as, pr¨®logos, ep¨ªlogos, opiniones de escritores sobre el regreso de los leggings o la muerte de la novela, incluso cuentos enteros o inspirad¨ªsimos versos¡±. Los hermanos mercadean entre s¨ª con tarifas ¡°que rozan la usura¡± en funci¨®n de la ansiedad por el plazo de entrega de quien firma de cara a la galer¨ªa. En uno de los casos (¡°la primera vez en mi vida que me prostitu¨ª¡±, cuenta la protagonista), su hermano acabar¨¢ escribi¨¦ndole una cr¨ªtica de una novela para la secci¨®n cultural de un peri¨®dico que a ella le da angustia hacer porque es de su misma editorial y no puede dejarla mal. El diario la acabar¨ªa felicitando por ese texto que nunca fue suyo, aunque nunca pag¨®. Ella acab¨® sin rastro de culpa por la artima?a, pero con 500 euros menos que s¨ª ingres¨® a su hermano.
Raimo, que juega en Nada es verdad con la invenci¨®n y realidad sobre su persona hasta en el t¨ªtulo del italiano original (Niente di vero), confirma que si escribi¨® sobre estas argucias econ¨®micas fue para desacralizar el aura que rodea a la escritura. ¡°Muchos escritores suelen decir que la literatura les salv¨® o les hundi¨®. Son los que hablan de demonios, obsesiones y urgencias, todas estas cosas metaf¨ªsicas o grandilocuentes. Nunca hablan en t¨¦rminos pr¨¢cticos. Cuando ves a un escritor en una pel¨ªcula, suelen vivir en apartamentos elegantes y no hacen otra cosa que agonizar delante del port¨¢til (?o de una m¨¢quina de escribir!). No sabes c¨®mo llegaron hasta all¨ª, c¨®mo pudieron comprar ese piso. Todo se reduce a perder la inspiraci¨®n. Quer¨ªa escribir sobre lo que no es fascinante, rom¨¢ntico, heroico o que te consuma en el proceso de convertirte en una escritora¡±, explica en un intercambio de correos electr¨®nicos.
Disparar contra la m¨ªstica de su oficio se ha convertido en un objetivo com¨²n que conecta a Raimo con una nueva generaci¨®n de autoras. Al¨¦rgicas al halo de divinidad que acompa?a a la escritura, exponen en sus libros lo prosaico, aquello con lo que ning¨²n creador parec¨ªa querer ensuciarse. Escriben de dinero y de lo que cuesta ganarlo escribiendo. Se preguntan qui¨¦n puede convertirse en escritora hoy en d¨ªa, permitirse la espera de un cobro o tirar con un adelanto raqu¨ªtico. Qui¨¦n prioriza su carrera creativa por encima de los cuidados o las responsabilidades con aquellos a los que aman. ?Qu¨¦ autora puede asumir esos riesgos sin tener asegurada la estabilidad econ¨®mica? ?Cu¨¢ntas historias se quedar¨¢n sin contar, qu¨¦ no llegaremos a leer porque aquellas que deb¨ªan escribirlo no pudieron permit¨ªrselo?
Contra el genio elevado
Expandiendo la senda que marc¨® Tillie Olsen a mediados de los 60, cuando en Silencios (Las Afueras, 2022) denunci¨® los vac¨ªos impuestos a las mujeres en la creaci¨®n literaria, nuevas autoficciones y ensayos desmitifican y reniegan de la leyenda del genio creador. Un mito que edific¨® el siglo XX con ayuda de los medios de comunicaci¨®n masivos cuando se premi¨® el malditismo del escritor ego¨ªsta y depredador. Aquel cuya ¨²nica responsabilidad y preocupaci¨®n eran sus palabras. Su figura se convirti¨® en un ideal de libertad tan sexi como comercial, con Ernest Hemingway como su chico del calendario.
¡°Culpo a los hombres de ser herederos de la escritura romantizada¡±, contesta a trav¨¦s del correo la mexicana Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, 38 a?os). ¡°Son esos que ten¨ªan la vida econ¨®micamente resuelta, con mujeres que les cocinaban y les lavaban la ropa, que se pod¨ªan dar el lujo de escribir como un acto elevado, como un acto propio de los genios. Esos son los que nos dijeron que lo importante era la literatura en s¨ª misma, amar el acto literario hasta que duela. Yo llegu¨¦ a la literatura desde una familia de comerciantes: si no vend¨ªa, no hab¨ªa paga. Con esa l¨®gica llegu¨¦, no con la de se?ores burgueses que pueden darse el lujo de escribir por amor¡±, denuncia frente a la ignorancia deliberada de lo material de la escritura.
La autora del fen¨®meno editorial Perras de reserva (Sexto Piso, 2023) se autodefini¨® como ¡°obrera de las palabras¡± en su texto Por qu¨¦ no se habla del dinero de las escritoras (publicado el pasado verano en la newsletter de S Moda). ¡°Cuando digo que me gusta y me interesa y que mi prioridad como escritora es capitalizar lo m¨¢s posible mi trabajo, me miran como un monstruo, como una cerda capitalista. Pero, para m¨ª, dignificar las condiciones en las que trabajo, y esto incluye la escritura, es pol¨ªtico¡±, explica la cofundadora del colectivo feminista Morras Help Morras, en el que se trabaja la movilizaci¨®n de recursos, procuraci¨®n de fondos y la relaci¨®n de las activistas con el dinero.
Nadie habla de dinero en la ficci¨®n
En Espa?a, autoras como Marta Sanz, Elena Medel o Bel¨¦n Gopegui han denunciado este silencio sobre los procesos materiales de la creaci¨®n en sus ficciones. Esas escritoras son las que inspiraron a Bibiana Collado Cabrera para denunciar en Yeguas Exhaustas (Pepitas de Calabaza, 2023) que ¡°la ficci¨®n ha sido tradicionalmente conservadora¡± y que ¡°la circunstancia econ¨®mica solo es relevante si uno de los miembros de la pareja es de una clase diferente (vaya eufemismo de clase baja) y tiene que superar esa carencia para lograr la uni¨®n¡±.
En su autoficci¨®n, Collado Cabrera lamenta que ¡°el lector decimon¨®nico que todos llevamos dentro est¨¢ entrenado para obviar las cuestiones vinculadas al dinero: ?cu¨¢ntos metros tiene la casa del protagonista?, ?cu¨¢nto costar¨¢ el alquiler en ese barrio?, ?cu¨¢l es el precio de las extraescolares de sus hijos? [...] Los problemas de dinero son siempre gen¨¦ricos y poco detallados en los relatos¡±, denuncia en sus p¨¢ginas. ¡°Lo escrib¨ª porque estoy harta de esa invisibilizaci¨®n, deber¨ªamos tener menos miedo a se?alar ciertas cosas, lo que pasa y lo que nos condiciona en la creaci¨®n¡±, cuenta al tel¨¦fono sobre esta problem¨¢tica.
Escribir no es un lujo
¡°El capitalismo ha convertido el arte en un lujo que muy pocos pueden permitirse¡±, escribe la periodista Sarah Jaffe en Work won¡¯t love you back, un ensayo que radiograf¨ªa la cultura laboral contempor¨¢nea y que, por ahora, solo se ha traducido del ingl¨¦s al catal¨¢n (La feina no t¡¯estimar¨¤, publicado en Ara Llibres). En ese texto, Jaffe denuncia la precarizaci¨®n e invisibilizaci¨®n de los procesos dedicados al trabajo creativo. ¡±Si eres artista, demasiado a menudo sientes que tu trabajo es un lujo y eso hace que tu identidad parezca un papel de cara al p¨²blico¡±, lamenta una dramaturga precarizada que sirve como fuente en su libro, y lo confirma la autora en una charla por videoconferencia desde Londres.
Seg¨²n afirma esta cronista, esta generaci¨®n ha ca¨ªdo en la trampa de creer que merec¨ªa trabajos m¨¢s interesantes y creativos que los industrializados, pero al final acab¨® trabajando m¨¢s, autoexplot¨¢ndose mientras cre¨ªa que se estaba realizando. Y no siempre ha acabado creando con libertad. ¡°?Qu¨¦ ensayos escribir¨ªa yo si no tuviese que convencer a alguien de que ganar¨ªa dinero con ¨¦l si me lo publicase? En la mayor¨ªa de los casos, una no se sienta y escribe un libro. Una escribe una propuesta que, b¨¢sicamente, es: por qu¨¦ creo que la gente comprar¨ªa mi libro¡±, cuenta la colaboradora de medios como The Atlantic o New Republic.
Por su parte, Raimo ¡ªque asegura que si escribe para revistas no es para hacerse rica (¡±est¨¢ tan mal pagado que es casi como escribir gratis, pero hay un placer parad¨®jico al hacerlo, parece que hacerlo sea la ¨²nica recompensa¡±, cuenta)¡ª confirma que existe un giro a la hora de enfocar estos temas en los propios libros. Y que incluso hay quien se hace el pobre para triunfar m¨¢s. ¡°Estoy notando que ahora es cool reclamar un origen proletario si eres escritor. Durante a?os, los escritores de las clases m¨¢s altas eran quienes escrib¨ªan sobre las clases altas, pero ahora hay un inter¨¦s por la literatura de la clase trabajadora (el Nobel a Annie Ernaux o el Booker a Shuggie Bain, de Douglas Stuart, han influido). Creo que a muchos escritores les averg¨¹enza su privilegio, as¨ª que, en lugar de deconstruirlo, se fabrican un origen alternativo o un presente alternativo donde pretenden ser m¨¢s pobres de lo que son en realidad. Se quejan del dinero, pero desde una perspectiva individual y no colectiva o que les lleve a sindicarse¡±, denuncia.
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