Ha muerto el intelectual franc¨¦s. ?Viva el intelectual franc¨¦s!
¡°La tarea hoy es recobrar un horizonte de expectativas, de esperanza¡±, dice Fran?ois Dosse, autor de una monumental historia reci¨¦n publicada en castellano
Es inconcebible Francia sin la baguette, el monte Saint-Michel y la Torre Eiffel. Y sin otra figura tan t¨ªpica y t¨®pica como las mencionadas: la del intelectual. Es parte del paisaje, como sab¨ªa el personaje de Audrey Hepburn, que en el musical Funny face (Una cara con ¨¢ngel), cantaba al llegar a Par¨ªs: ¡°Quiero visitar la guarida de pensadores / como Jean-Paul Sartre¡±. Era 1957 y el autor del El ser y la nada era una estrella internacional.
De Zola, a finales del siglo XIX, a Piketty hoy, pasando por el mismo Sartre, Beauvoir, Foucault, Bourdieu, es ¨²nica la relevancia de la que ha disfrutado a lo largo de las d¨¦cadas en este pa¨ªs del escritor, el fil¨®sofo, el universitario que, adem¨¢s de cultivar su especialidad, interviene en la vida p¨²blica. Para hablar de lo que sabe. Y de lo que no.
Al intello, como se le llama de forma abreviada, se le ha dado por muerto varias veces en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Muerto y enterrado. Y, sin embargo, se resiste a morir.
Intelectuales como Michel Onfray aparecen en primera plana o se les entrevista en horario de m¨¢xima audiencia para ofrecer su dictamen sobre la actualidad. Pol¨ªticos como el presidente Emmanuel Macron intentan revestirse del aura intelectual, porque creen saber que, sin teor¨ªa, sin una visi¨®n que todo lo explique y le d¨¦ coherencia, nada tiene sentido. Hay quien cree que en esta ¨¦poca de mentiras virales y amenazas oscurantistas son m¨¢s necesarios que nunca.
¡°Viendo lo que vemos en Francia, y por todo el mundo, pienso que todav¨ªa hay un papel para los intelectuales¡±, dice Fran?ois Dosse (Par¨ªs, 73 a?os), historiador de las ideas y autor de La saga de intelectuales franceses. 1944-1989, reci¨¦n publicado en castellano por Akal, en traducci¨®n de Juanmari Madariaga, Francisco L¨®pez Mart¨ªn y Ana Useros Mart¨ªn.
Pero todo es m¨¢s complicado hoy que en la era dorada de la intelectualidad. ¡°Como dec¨ªa Paul Ricoeur¡±, explica Dosse citando al fil¨®sofo de cuya biograf¨ªa es el autor, ¡°hoy elegimos entre opciones m¨¢s complejas y menos maniqueas que antes, y las cosas ya no son entre blanco y negro, sino entre el gris y gris, aunque haya matices es en el gris.¡±
Existe una bibliograf¨ªa extensa sobre los intelectuales. Ensayos cr¨ªticos, como Intelectuales, del brit¨¢nico Paul Johnson, quien conclu¨ªa en 1989: ¡°Una de las lecciones de nuestro siglo tr¨¢gico, que ha visto tantos millones de vidas inocentes sacrificadas en pos de planes para mejorar la suerte de la humanidad, es: ¡®Cuidado con los intelectuales¡±. El historiador franc¨¦s Michel Winock terminaba en los a?os noventa El siglo de los intelectuales con un ep¨ªlogo en forma de pregunta: ¡°?El fin de los intelectuales?¡±.
Con los dos vol¨²menes de La saga..., Dosse ha escrito quiz¨¢ la historia definitiva. Tiene las credenciales. Bi¨®grafo de Ricoeur y estudioso del estructuralismo. Marcado por el Mayo del 68, la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia que vivi¨® en Praga, y los estudios en la experimental universidad de Vincennes. Y m¨¢s: fue ¨¦l quien puso en contacto a uno de sus alumnos aventajados en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos con Ricoeur, para que le ayudase a preparar su obra La historia, la memoria, el olvido. El alumno se llamaba Emmanuel Macron.
Solo en Francia podr¨ªa ocurrir eso, solo en el pa¨ªs de los intelectuales, de los pocos donde tiene prestigio. Todav¨ªa. Es una historia que viene de la Ilustraci¨®n y la Revoluci¨®n. Tambi¨¦n, seg¨²n Dosse, de ¡°la fuerte secularizaci¨®n¡±. ¡°Los intelectuales se pusieron los h¨¢bitos de los sacerdotes, y ejercieron su papel¡±, explica, ¡°con ese papel un poco prof¨¦tico de decirle a la sociedad sus males y dificultades, y las soluciones que puede aportar¡±.
Dosse se ha distanciado de su antiguo alumno, a quien ve¨ªa con simpat¨ªa al llegar al poder de 2017. Dec¨ªa en 2022, tras publicar Macron o las ilusiones perdidas: ¡°Yo lo relaciono con Lucien de Rubempr¨¦, el h¨¦roe de Las ilusiones perdidas, la novela de Balzac, que para tener ¨¦xito est¨¢ dispuesto a decir cualquier cosa, a convertirse en un camale¨®n que por la ma?ana defiende una posici¨®n y por la tarde otra¡±.
Por las m¨¢s de mil p¨¢ginas de La saga..., desfilan las batallas ideol¨®gicas y personales antiguas (las ¨¦picas rupturas de Sartre, con Camus o con Merleau-Ponty), las modas y corrientes, los terremotos hist¨®ricos (la invasi¨®n de Hungr¨ªa en 1956, 1968, el gulag, 1989¡), los errores clamorosos (Sartre con el totalitarismo comunista, Foucault con el Ir¨¢n de Jomeini¡) y una m¨²sica de fondo: las ideas mueven el mundo. ?Un mundo perdido? ?Pura arqueolog¨ªa?
¡°S¨ª y no¡±, responde Dosse en el sal¨®n de su apartamento en Par¨ªs. Una idea del papel del intelectual ha desaparecido: ¡°Lo que marc¨® este periodo es una creencia en un sentido de la historia, una direcci¨®n de la historia hacia una sociedad m¨¢s emancipada, m¨¢s justa. Quien encarn¨® esta creencia fue Sartre. Fue la figura del intelectual prof¨¦tico, capaz de tener una visi¨®n total, universal.¡±
El hundimiento nos deja a solas con el presente. Y con el pasado, elevado a objeto de culto y a arma pol¨ªtica, o a pieza de museo. La sobreabundacia de memoria y la instrumentalizaci¨®n del pasado.
¡°El presentismo es a la vez lo que est¨¢ presente y tambi¨¦n todo el pasado, que se vuelve presente: hay una relaci¨®n melanc¨®lica con la historia¡±, dice Dosse. ¡°La ausencia de futuro tiene por efecto el exceso de memoria y de conmemoraci¨®n. Lo que llamo la conmemoracionitis aguda¡±.
En el duelo del futuro
El historiador cree que ¡°vivimos en el duelo del futuro¡±. Pero a?ade que, con la pandemia, las puertas del porvenir, que llevaban tiempo cerradas, se volvieron a abrir: ¡°El futuro ha regresado entre nosotros, pero ya no es el de los amaneceres esplendorosos, sino el de la cat¨¢strofe¡±. Y ah¨ª es donde, cree, los intelectuales pueden tener de nuevo un papel. Ya no para prometer amaneceres esplendorosos, sino, citando a Camus, para ¡°evitar que el mundo se deshaga¡±, tarea mayor, en realidad, que la de ¡°rehacerlo¡±, seg¨²n el autor de La peste.
Por eso, en su opini¨®n, la figura del intelectual no ha perdido su sentido. Ya no el ¡°prof¨¦tico¡±, sino el que califica de ¡°espec¨ªfico¡±. Es decir, el especialista en un campo del saber, no generalista, pero que hoy podr¨ªa ser el bi¨®logo, el economista, el astrof¨ªsico¡ Lo que ocurre con los intelectuales espec¨ªficos del siglo XXI es que ¡°tienen menos visibilidad, ya no hablan en nombre de una totalidad¡±. Si escribiese un tercer volumen, la portada podr¨ªa ser un collage (ya no hay estrellas globales: la foto de la portada del primer volumen es Sartre; la del segundo, Foucault).
¡°El papel hoy de estos intelectuales es transmitir, metabolizar sus saberes para que la opini¨®n p¨²blica y el saber sabio se acerquen¡±, dice Dosse. ¡°La tarea mayor es volver a dar un horizonte de expectativas, de esperanza¡±.
La alternativa es inquietante. El autor de La saga... cree que ¡°una sociedad sin proyecto, una sociedad en el que el individuo no tiene proyecto, es una sociedad senil que no espera otro acontecimiento que la desaparici¨®n¡±. Concluye: ¡°Si a una sociedad en crisis se le dice que no tiene proyecto ni futuro, ?qu¨¦ hace? Se repliega en s¨ª misma, en una identidad imaginaria, y en el odio al otro. Es un terreno propicio para el fascismo internacional¡±.
Babelia
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