Una venganza paraliz¨® la construcci¨®n del castillo romano de Formentera
Los arque¨®logos emplean 44 a?os en descubrir qui¨¦n y por qu¨¦ comenz¨® a levantar un costoso ¡®castellum¡¯ en la menor y menos estrat¨¦gica de las islas Baleares
Cuarenta y cuatro a?os han tardado los arque¨®logos en encontrar una respuesta a qui¨¦n y por qu¨¦ orden¨® levantar un gran castellum romano en el centro de la peque?a isla de Formentera (83 kil¨®metros cuadrados) y no en la cercana y estrat¨¦gica Ibiza (571 kil¨®metros cuadrados), siete veces mayor y a solo siete kil¨®metros en l¨ªnea recta. La soluci¨®n la han hallado a m¨¢s de 1.500 kil¨®metros de distancia, en el puente de Milvio (norte de Roma), donde en el a?o 312 las tropas de los emperadores Constantino y Majencio se enfrentaron. Ahora, la publicaci¨®n Can Blai. Una fortificaci¨®n tardoantigua de Ebusus, coordinada por los arque¨®logos Jordi H. Fern¨¢ndez G¨®mez y Ricardo Gonz¨¢lez Villaescusa, ofrece una posible respuesta a la cuesti¨®n: la venganza.
El yacimiento de Can Blai es una fortificaci¨®n romana que empez¨® a ser excavada en 1979. Est¨¢ pr¨¢cticamente en el centro de isla y a 25 metros sobre el nivel del mar. Desde su emplazamiento se controlan visualmente las costas norte y sur de Formentera, as¨ª como la este de Ibiza. Se trataba de un recinto cuadrangular de unos 40 metros de lado con torres en cada una de sus cuatro esquinas, adem¨¢s de una quinta que proteg¨ªa la poterna o entrada.
Dadas sus dimensiones, ten¨ªa capacidad para albergar una guarnici¨®n de entre 80 y 150 soldados, pero se desconoc¨ªa si hab¨ªa sido terminado porque de sus restos solo queda la cimentaci¨®n y algunas hiladas de sillares. En un primer momento, los expertos interpretaron que la falta de materiales arquitect¨®nicos en el yacimiento era fruto de siglos de expolio. Una idea que las ¨²ltimas investigaciones rechazan bas¨¢ndose en dos datos: todos los muros que quedan tienen exactamente la misma altura y el hueco de la puerta de acceso carece de cimientos. O lo que es lo mismo: nunca se concluy¨® la obra. ¡°Ten¨ªamos la sensaci¨®n de estar excavando una obra inacabada¡±, dice Jordi H. Fern¨¢ndez.
La cimentaci¨®n de la fortificaci¨®n oscila entre los 97 y los 100 cent¨ªmetros. Y sobre ella se disponen los sillares que conforman sus lienzos. Los paramentos exteriores e interiores son de piedra arenisca y fueron rellenados con mortero para dar consistencia a unos muros perimetrales de 1,06 metros de grosor.
Por lo tanto, al no haber sido habitada, ¡°las intervenciones arqueol¨®gicas han permitido constatar la gran pobreza de materiales encontrados. De hecho, no hay elementos met¨¢licos, pues ni el uso de un detector ha permitido obtener un solo fragmento de metal¡±, explica Ricardo Gonz¨¢lez Villaescusa, catedr¨¢tico de Arqueolog¨ªa de la Universidad de Par¨ªs Nanterre y uno de los expertos que han participado en esta publicaci¨®n del Museo Arqueol¨®gico de Ibiza y Formentera y de la Consejer¨ªa de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno balear.
La gran riqueza del yacimiento, sin embargo, son sus estructuras arquitect¨®nicas: un recinto casi completo, con sus torres, a los que se le suman una subdivisi¨®n interna de la fortificaci¨®n y dos hallazgos cer¨¢micos. El muro divisorio estaba destinado a formar un patio de armas. Adem¨¢s, serv¨ªa como contrafuerte de los lienzos perimetrales y soporte del piso superior o cintur¨®n de ronda, que se pod¨ªa usar como corredor de servicio para el desplazamiento de los vig¨ªas de las torres y de la tropa en caso de asedio.
Disuasi¨®n
En 2015, se encontr¨® un fragmento de ¨¢nfora del siglo IV que permiti¨® datar el castellum en los primeros a?os de esta centuria. Los arque¨®logos creen que Can Blai formaba parte de un sistema de vigilancia que inclu¨ªa los torreones vig¨ªa de Sa Muradeta y Torre des Pi des Catal¨¤, tambi¨¦n en Formentera.
Las tres fortificaciones se situaban en lugares estrat¨¦gicos para cubrir las zonas d¨¦biles del sistema defensivo: ensenadas, lugares de desembarco o puntos ciegos. ¡°El objetivo no era solo impedir un desembarco, sino evitar cualquier intento de hacerse con los nav¨ªos que se encontraban fondeados, as¨ª como dar la alarma a otros puestos en caso de avistamiento de una nave¡±, indica la publicaci¨®n.
¡°En definitiva, la sola presencia de la fortaleza era un elemento de disuasi¨®n, visible desde cualquier punto de arribada, un pabell¨®n indicando la presencia de un poder, fuere cual fuere¡±. Adem¨¢s, los soldados del castellum podr¨ªan desplazarse en caso de urgencia para retrasar o impedir un desembarco. ¡°La ciudad de Ebusus [Ibiza] y su puerto eran sin duda el objeto de la protecci¨®n. La funci¨®n de la fortificaci¨®n era impedir que cualquier ej¨¦rcito convirtiese la peque?a de las Pitiusas [Formentera] en su base de operaciones. Bien provista de agua, madera y caza, la isla se pod¨ªa convertir en una cabeza de puente fundamental para organizar expediciones en contra de Ibiza, pero tambi¨¦n en direcci¨®n a las costas hisp¨¢nicas¡±, a?ade Gonz¨¢lez Villaescusa.
Solo un emperador pod¨ªa autorizarlo
El Corpus Iuris ciuilis (recopilaci¨®n del siglo VI de Derecho romano) deja claro que cualquier obra nueva defensiva, intervenci¨®n en las murallas o su restauraci¨®n deb¨ªan ser financiadas por la ciudad y que requer¨ªan, adem¨¢s, autorizaci¨®n expresa del emperador, previa consulta con el gobernador de la provincia. Por lo tanto, Can Blai solo pudo ser obra conjunta del municipio de Ibiza, que lo financi¨®, y con el visto bueno del emperador para defenderse de posibles amenazas. ¡°Pero ?cu¨¢les eran esas amenazas que pudieron motivar un desembolso tan importante y que requer¨ªa la autorizaci¨®n imperial?¡±, se preguntan los autores del estudio. Ninguna fuente antigua habla de conflictos b¨¦licos en el momento de su construcci¨®n. Lo m¨¢s pr¨®ximo (a?o 306) fueron las operaciones de Constantino, que dominaba Hispania, contra los piratas. Pero las monedas de la ¨¦poca que se han encontrado mayoritariamente en Ibiza no pertenecen a Constantino, sino a Majencio (el 72,7%) y ¡°deben atribuirse a la presencia de sus tropas¡±.
Baleares ocupaba una posici¨®n lim¨ªtrofe entre los territorios controlados por cada uno de los dos emperadores: Europa occidental y el Norte de ?frica. Por eso, Majencio pudo autorizar la construcci¨®n para controlar la flota de Constantino. Pero este ¨²ltimo lo venci¨® el 28 de octubre del a?o 312 en la batalla del romano puente de Milvio. Es decir, Majencio muri¨® ahogado en las aguas del T¨ªber mientras se constru¨ªa el castellum que hab¨ªa ordenado levantar en Formentera.
El legado del derrotado fue sometido entonces a lo que se conoce como damnatio memoriae, la eliminaci¨®n de cualquier resto pict¨®rico, escult¨®rico o monumental que pudiese recordar su nombre, incluido un fuerte cuadrado de 40 metros de lado que los soldados estaban construyendo entre los frondosos pinares de Formentera.
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