Paolo Rumiz y el sue?o de una Europa orgullosa y diversa: ¡°Un viajero es un anarquista¡±
El escritor y periodista italiano publica en Espa?a ¡®Canto por Europa¡¯ (Lapisl¨¤tzuli), un largo poema narrativo sobre la migraci¨®n y la b¨²squeda de las esencias del viejo continente
Una vez Paolo Rumiz (Trieste, 76 a?os) vio el cad¨¢ver de una migrante africana, embarazada, llegar en una bolsa blanca. ¡°Me di cuenta de que ten¨ªa que encontrar su nombre, su cara, su historia¡±, dice. Otra vez, en Sicilia, vio desembarcar a un grupo de refugiadas sirias. La polic¨ªa les ofreci¨® colocarse sobre una alfombra azul, con sus salvavidas amarillos. All¨ª, sentadas en c¨ªrculo, formaban la bandera de Europa. Una de ellas empez¨® a cantar canciones de nostalgia de la patria perdida y de esperanza en la nueva tierra. ¡°Me di cuenta de que aquella mujer siria era la Europa que buscaba¡±, cuent...
Una vez Paolo Rumiz (Trieste, 76 a?os) vio el cad¨¢ver de una migrante africana, embarazada, llegar en una bolsa blanca. ¡°Me di cuenta de que ten¨ªa que encontrar su nombre, su cara, su historia¡±, dice. Otra vez, en Sicilia, vio desembarcar a un grupo de refugiadas sirias. La polic¨ªa les ofreci¨® colocarse sobre una alfombra azul, con sus salvavidas amarillos. All¨ª, sentadas en c¨ªrculo, formaban la bandera de Europa. Una de ellas empez¨® a cantar canciones de nostalgia de la patria perdida y de esperanza en la nueva tierra. ¡°Me di cuenta de que aquella mujer siria era la Europa que buscaba¡±, cuenta, ¡°una Europa hecha de mujeres migrantes¡±.
En el libro Canto por Europa (Lapisl¨¤tzuli, hermosamente traducido por Alida Ares), Rumiz narra en verso, en un largo poema narrativo en secciones, la peripecia de una refugiada siria, llamada Europa, que es recogida en L¨ªbano por una especie de Argonautas contempor¨¢neos a bordo del barco Moya, que es un personaje m¨¢s de esta historia marinera. Inician un largo viaje por el Mediterr¨¢neo, lleno de aventuras, en el que tratan de comprender qu¨¦ es este continente, al que acaban bautizando con el nombre de la refugiada.
La idea del texto (¡°un libro escrito de noche, cuando se ven las visiones¡±) le surgi¨® con motivo del Brexit, cuando lament¨® que los brit¨¢nicos le dieran la espalda a lo mediterr¨¢neo, pero explot¨® sobre todo cuando se intensific¨® la llegada de migrantes a las costas europeas. El largo poema en endecas¨ªlabos (un verso, por cierto, de origen italiano) es alucinado y huele a salitre en el viento. Suena a texto cl¨¢sico, hom¨¦rico, pero transcurre entre varios tiempos y geograf¨ªas, entre la realidad y el sue?o, y est¨¢ traspasado de mitolog¨ªa. Por ejemplo, el mito del rapto de Europa, la princesa fenicia que es secuestrada y violada por J¨²piter (Zeus) transfigurado en un toro blanco. Entre muchos otros.
- ?Por qu¨¦ tanto mito?
- No debemos pensar que el mito es cosa de los antiguos. El mito tiene que ser renovado continuamente, si no, pierde su esencia. El mito es siempre capaz de resistir a los cambios hist¨®ricos. As¨ª ense?a su potencia.
- ?Y por qu¨¦ ha escrito esta historia en verso?
- Porque el mito requiere del verso.
Cuando presenci¨® la llegada de las migrantes en Sicilia, Rumiz no vio ah¨ª un evento de actualidad, material para el periodismo, sino algo eterno, una constante hist¨®rica de las costas del continente. ¡°Es una tragedia del tiempo moderno que no sepamos poner el contexto: vamos con lupa sin darnos cuenta de la historia. En eso el mito te ayuda¡±.
Recientemente, la Uni¨®n Europa ha endurecido su pol¨ªtica migratoria, pero Rumiz piensa que no hay muros que puedan detener las migraciones. La ¨²nica respuesta ser¨ªa una mezcla de humanidad y disciplina. ¡°La disciplina sin humanidad es el fin del hombre, pero la humanidad sin disciplina es la anarqu¨ªa¡±, dice. Lamenta que Europa necesite ¡°esclavos contentos de ser aceptados, contentos de servir¡±. Y tiene clara la soluci¨®n: ¡°Debemos pagar menos a Turqu¨ªa, Libia y Marruecos para que controlen los flujos migratorios y construir m¨¢s centros formativos en los pa¨ªses de partida. Estamos en manos de las dictaduras del Magreb y de Erdogan¡±.
La frontera que produce la locura
Paolo Rumiz es escritor y periodista, buena parte de su obra permanece sin traducir en Espa?a, y lleva toda una vida obsesionado por la idea de Europa. Dice que es porque naci¨® en Trieste, ciudad de ajetreada historia entre Italia, Centroeuropa y Eslovenia, donde el Mediterr¨¢neo toca su costa m¨¢s septentrional. ¡°Es un lugar de frontera, un poco italiano, un alem¨¢n, un poco eslavo, todo eso est¨¢ en mi identidad. La frontera puede producir la locura, pero tambi¨¦n la apertura mental¡±, afirma en el restaurante Cadaqu¨¦s, muy mediterr¨¢neo, y muy apropiado, en Madrid. Habla con pasi¨®n de todo lo relacionado con el continente; tiene los ojos tan claros como las ideas.
¡°No puede haber una realidad pol¨ªtica sin un mito fundacional¡±, prosigue Rumiz. Cree que el problema de esta Europa de lobistas y funcionarios bruselenses es que le falta ese mito. El orgullo. Un sue?o: un european dream. Que los valores se han perdido y se ha olvidado su raigambre mediterr¨¢nea para volcarse en el Atl¨¢ntico, es decir, en la OTAN y en la esfera del poder estadounidense. No basta la moneda, no basta la pol¨ªtica, hay que ir m¨¢s all¨¢ en la integraci¨®n, incluso hasta la creaci¨®n de un ej¨¦rcito europeo. ¡°Aunque yo soy pacifista¡±, aclara.
- De otro modo estamos abocados al fin: estamos en las manos de la energ¨ªa de Putin y las armas de Estados Unidos, para combatir batallas que no son nuestras. La OTAN no ha exportado la democracia sino el caos. Un caso que luego ha provocado las migraciones que arriban al Mediterr¨¢neo¡ Es muy f¨¢cil para Europa olvidar el Mediterr¨¢neo: ya no es considerado una riqueza sino un problema.
La lecci¨®n balc¨¢nica
Los Balcanes, cuya guerra cubri¨® como periodista (adem¨¢s de la guerra de Afganist¨¢n o el colapso del Tel¨®n de Acero) y a la que dedic¨® el libro-reportaje Maschere per un massacro (Feltrinelli, 2012), ha sido uno de sus puntos de atenci¨®n. De esa experiencia sac¨® muchas de las ense?anzas que configuran su visi¨®n de lo europeo. Amigo de la federaci¨®n como raz¨®n de ser de Europa y enemigo de los nacionalismos, ve en la independencia de Kosovo, en 2008, un posible fin de la idea europea, en el sentido de que alent¨® a los diversos nacionalismos en el viejo continente y sirvi¨® de justificaci¨®n a Putin: ¡°Si Estados Unidos hab¨ªa permitido eso en Kosovo, ¨¦l pod¨ªa hacerlo en el Donb¨¢s. De hecho, la secesi¨®n del Donb¨¢s utiliza las mismas palabras que la de Kosovo¡±, se?ala el escritor.
El regreso del fascismo es otro de los males que ve el triestino, al que le conmueven las manifestaciones masivas antifascistas que se han producido en Berl¨ªn y otras ciudades alemanas. ¡°Pero no nos confiemos: eso son las ciudades, y el populismo de extrema derecha crece en el campo. Las manifestaciones me alegran el coraz¨®n, pero ellos siempre vienen de noche¡±, dice.
En su extensa obra, Rumiz ha practicado especialmente el viaje, como se demuestra en su libro sobre la V¨ªa Apia, Apia (Feltrinelli, 2017), o en Trans Europa Express (Feltrinelli, 2015), un viaje en el que parte de Finlandia para llegar a Ucrania. O en ? Oriente (Feltrinelli, 2005), una serie de periplos en el entorno de los Alpes y el Danubio. En ciertas escenas del largo poema aparece el turismo masivo, que el autor asemeja a una guerra que destroza los lugares y sus esencias. ¡°Cuando solo tratamos de complacer a los turistas perdemos la identidad. Por ejemplo, en Venecia los turistas quieren escuchar canciones napolitanas y los gondoleros las cantan¡±.
- Usted ha viajado mucho. ?Cu¨¢l es la diferencia entre un turista y un viajero?
- El turista es ansioso, no busca sorpresas, sino alguien que le lleve, como los cruceristas. Es una fuerte met¨¢fora pol¨ªtica: no importa la persona ni la democracia. El viajero, en cambio, es un anarquista. Su conocimiento del mundo no tiene que ver con el n¨²mero de kil¨®metros, sino con escuchar la voz del camino.
- Se puede viajar sin ir muy lejos.
- Si un hombre est¨¢ sentado en la puerta de su casa escuchando el relato de los que pasan, ese hombre es un viajero, porque viajar es escuchar. Los grandes ge¨®grafos venecianos construyeron el mundo escuchando lo que contaban los capitanes de los barcos que llegaban al puerto.