Membrillos amarillos
El poema de Paolo Rumiz nos hace ver lo f¨¢cil que es destruir los puentes entre los pueblos y entre las personas y lo dif¨ªcil que resulta volver a recomponerlos
?lida Ares, profesora espa?ola en Italia y antes en la antigua Yugoslavia, acaba de traducir para la editorial Sexto Piso El membrillo de Estambul, un largo poema ¨¦pico del italiano Paolo Rumiz que cuenta en forma de balada una historia de amor en la Sarajevo posb¨¦lica y, a trav¨¦s de ¨¦l, la desdichada tragedia de los pa¨ªses balc¨¢nicos que el escritor cubri¨® como corresponsal de guerra y que muchos de nosotros seguimos en directo a trav¨¦s de la televisi¨®n. El libro toma su t¨ªtulo de una canci¨®n popular bosnia, Zute dunje (membrillos amarillos), que el protagonista de la narraci¨®n escucha cantar en Sarajevo a una mujer de la que se enamora y con la que repite el mismo amor fou que los protagonistas de la melod¨ªa: mientras que estos viven un amor fat¨ªdico (ella, enferma, le pide a su enamorado que le traiga membrillos de Estambul, el ¨²nico remedio que podr¨ªa curar su enfermedad, pero ¨¦l retrasa su vuelta, ocupado como est¨¢ en hacer fortuna, y vuelve el d¨ªa en el que su amante muere), en el poema de Rumiz los protagonistas reviven la maldici¨®n en la Sarajevo destruida por la guerra serbobosnia y en medio del fanatismo que se ha apoderado de la regi¨®n. El lugar en el que durante siglos Oriente y Occidente convivieron enriqueci¨¦ndose mutuamente ahora es un campo de batalla del que su s¨ªmbolo principal es la gran biblioteca arrasada.
La par¨¢bola aqu¨ª es m¨¢s hist¨®rica que geogr¨¢fica y el poema de Rumiz nos hace ver lo f¨¢cil que es destruir los puentes entre los pueblos y entre las personas y lo dif¨ªcil que resulta volver a recomponerlos. Han pasado ya 24 a?os desde el final de la guerra de Bosnia y las heridas siguen sangrando en aquellas tierras, dificultando la convivencia entre los antiguos vecinos convertidos de repente en enemigos. Seguramente tendr¨¢n que pasar bastantes m¨¢s para que las relaciones se recompongan, como en muchos otros lugares sabemos por experiencia. Y, sin embargo, con qu¨¦ facilidad lo olvidamos y volvemos a jugar con fuego. Por eso, el poema de Rumiz nos hace pensar en territorios m¨¢s pr¨®ximos en los que los enfrentamientos a¨²n no han llegado hasta esos extremos, pero que podr¨ªan llegar a la vista de su evoluci¨®n. En la espiral de afrentas y acusaciones todos pretenden llevar raz¨®n, y as¨ª es imposible hablar, mucho menos convivir como durante a?os y siglos lo hicieron. En Sarajevo lo hicieron tambi¨¦n y la ciudad qued¨® destruida apenas a?os despu¨¦s de celebrar unos Juegos Ol¨ªmpicos.
Zuta minuta (el minuto amarillo) es como se denomina en bosnio, al decir del poema de Rumiz, a la enajenaci¨®n que da a paso a actuaciones de las que nos arrepentiremos siempre. Zute dunje (membrillos amarillos) se llama la canci¨®n que inspir¨® aquel, una desesperada historia de amor tan desdichada y triste como la del pueblo bosnio. Casualidad o no, en estos d¨ªas en los que los membrillos maduran en toda Europa, el color amarillo se ha convertido en el distintivo de un enfrentamiento que cada vez es m¨¢s evidente entre unos catalanes y otros. Habr¨¢ que tomarlo en serio si no queremos que se vaya de las manos y se repitan la maldici¨®n de la canci¨®n popular bosnia y la advertencia de la obra de Rumiz: ¡°L¡¯ombra del fascismo era tornata (¡)?/ Ma siccome nessuno ci credeva?/ que una guerra arrivase per davvero¡± (¡°Hab¨ªa vuelto la sombra del fascismo (¡)?/ Pero nadie pensaba todav¨ªa?/ que una guerra llegara de verdad¡±).
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