
?Del turismo masivo se sale? C¨®mo luchar contra ruidos, terrazas y alquileres prohibitivos
De Santiago a Toledo, de Palma a M¨¢laga, gobiernos, vecinos e investigadores buscan f¨®rmulas para lidiar con una forma de viajar que expulsa a residentes de zonas atestadas de visitantes
El malague?o Carlos Carrera reside cerca de la Plaza de Uncibay, uno de los epicentros tur¨ªsticos de M¨¢laga. Zona de paso cercana a la calle de Larios, la catedral o el Museo Picasso, suele estar atestada de visitantes a cualquier hora. Es peque?a, pero all¨ª hay 13 restaurantes y una discoteca, cifras que son la norma en buena parte del casco hist¨®rico. ¡°Vivir aqu¨ª es dif¨ªcil. A los residentes se nos est¨¢ expulsando¡±, afirma quien ejerce de presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos Centro Antiguo casi por casualidad tras emprender una lucha contra un bar musical que no le dejaba descansar. Precisamente el ruido, junto a la proliferaci¨®n de pisos vacacionales ¨Ccon el consiguiente aumento del precio de la vivienda¨C y de establecimientos de hosteler¨ªa son para ¨¦l los principales problemas derivados de la masificaci¨®n tur¨ªstica. Para M¨¢laga es algo relativamente nuevo, pero para otras urbes nacionales e internacionales, de Palma a Barcelona, de Sevilla a Santiago, de ?msterdam a Nueva York, es un problema que viene de largo. ?Tiene soluci¨®n? ?De la masificaci¨®n tur¨ªstica se sale?

La teor¨ªa responde que s¨ª, pero la realidad ofrece dudas e infinidad de matices. Las medidas para afrontar la turistificaci¨®n ¨Cneologismo que se refiere al impacto que tiene el turismo masivo sobre una poblaci¨®n o parte de ella¨C son relativamente nuevas y pocos destinos pueden hablar de ello con datos y, sobre todo, distancia. En Espa?a ha sido Baleares la comunidad que m¨¢s empe?o ha puesto en salir del problema con medidas como la prohibici¨®n de pisos tur¨ªsticos o la escalada de la llegada de cruceros, pero sus resultados son contradictorios. Otras comunidades y ciudades, mientras, estudian protocolos, acciones o tratan de ordenar t¨ªmidamente la llegada de turistas con m¨¢s palabras que hechos. Para los especialistas, sin embargo, el camino hacia un desenlace equilibrado entre visitantes y locales est¨¢ claro: ¡°Es una decisi¨®n pol¨ªtica¡±, indica Carlos Rosa, director de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de la Universidad de M¨¢laga.
El responsable universitario ha dirigido la investigaci¨®n Estrategias de Recuperaci¨®n del espacio p¨²blico y uso residencial ante la gentrificaci¨®n y turistificaci¨®n en M¨¢laga. El trabajo analiza los factores que han llevado a la capital de la Costa del Sol a pasar de ser un destino c¨®modo para turistas y vecinos a convertirse en una carga para muchos malague?os. Si la globalizaci¨®n puso el contexto, la mejora del centro hist¨®rico ¨Ccon rehabilitaciones y peatonalizaci¨®n de numerosas calles¨C atrajo miradas. Luego llegaron los pisos tur¨ªsticos sin regulaci¨®n y la gastronom¨ªa se convirti¨® en protagonista de los locales comerciales. Las consecuencias son ruidos, alquileres por las nubes e invasi¨®n de terrazas en la calle, justo lo que denuncian Carlos Carrera y otros muchos colectivos vecinales en sus capitales. ¡°Son tantos los desequilibrios que al final se produce una expulsi¨®n de los usos que generan ciudad¡±, a?ade Rosa. Es decir, si a la gentrificaci¨®n se le suma la escasez de supermercados, comercios de cercan¨ªa o espacios de aparcamiento, los vecinos se van. La comunidad desaparece. Tambi¨¦n la propia historia de cada localidad y, con ella, su memoria urbana. ¡°Hay que proteger los espacios residenciales al igual que se protegen los espacios naturales¡±, insiste el arquitecto.
El turismo tiene una tradicional buena imagen por sus beneficios econ¨®micos y la creaci¨®n de empleo, aunque cada vez genera m¨¢s quejas por las consecuencias negativas para las personas y el medio ambiente. Las diferentes administraciones tienen herramientas para regular, pero los especialistas se?alan que no siempre se ejecutan y que, cuando se hacen, apenas resultan eficientes. Suelen llegar tarde. ¡°El turismo se desarrolla en el espacio p¨²blico y es comercializado por empresas privadas, que no tienen una visi¨®n de la capacidad de carga de los territorios. Por eso deben ampliarse las competencias de las ¨¢reas de turismo municipales para que tambi¨¦n puedan gestionar y afrontar este reto¡±, expone Antonio Guevara, decano de la Facultad de Turismo de M¨¢laga. Cree que la palabra clave es planificaci¨®n. ¡°En las ciudades se planifican las l¨ªneas de autob¨²s o la recogida de basura y con el turismo deber¨ªa ser igual. Ser¨ªa absurdo que los autobuses circularan por donde quisieran sin horarios y que los desperdicios se recolectaran de forma aleatoria, como tambi¨¦n lo es un turismo sin planificar¡±, a?ade Guevara, que cree b¨¢sico a?adir el concepto de lo sostenible al sector y necesario que los implicados ¨Cdesde los comercializadores al propio destino o los vecinos¨C se sienten para tomar decisiones. El investigador y acad¨¦mico Maci¨¤ Bl¨¤zquez, catedr¨¢tico de An¨¢lisis Geogr¨¢fico Regional de la Universitat de les Illes Balears, a?ade tambi¨¦n la fuerza de la participaci¨®n social. ¡°Movimientos vecinales o sindicatos de inquilinos son b¨¢sicos para defender el derecho a la ciudad, que va m¨¢s all¨¢ de los mecanismos de mercado, porque solo con ellos siempre ganan los que m¨¢s tienen y la gente se ve atropellada por los precios de la vivienda o el cambio del paisaje comercial¡±, subraya, al tiempo que considera que la administraci¨®n tiene ¡°muchas opciones¡± para poner l¨ªmites.

En el planeta hay grandes urbes que han tomado la iniciativa. Este octubre Florencia acordaba prohibir nuevos alquileres residenciales de corta duraci¨®n en su centro hist¨®rico. En septiembre fue Nueva York la que impuls¨® limitaciones. Tambi¨¦n lo ha hecho un pa¨ªs entero, Portugal, que ha promulgado una ley que proh¨ªbe abrir m¨¢s apartamentos tur¨ªsticos en las principales ciudades portuguesas, adem¨¢s de un impuesto extraordinario a sus propietarios. Mientras, en Espa?a hay ciudades como Sevilla o la propia M¨¢laga que apuestan por la limitaci¨®n de pisos vacacionales en zonas concretas, pero est¨¢n a la espera de que la Junta de Andaluc¨ªa impulse un decreto para toda la regi¨®n. San Sebasti¨¢n toma nuevas medidas y Barcelona ya cerr¨® el grifo en 2017 a los pisos tur¨ªsticos a trav¨¦s de un Plan Especial. Fue tumbado en los tribunales, pero volvi¨® a entrar en vigor en 2021 tras su reformulaci¨®n. Ahora el Govern pretende cerrar 28.000 pisos tur¨ªsticos. Las licencias ser¨¢n ¨²nicamente para cinco a?os y con un tope de 10 apartamentos por cada 100 habitantes en 262 municipios. Los efectos a largo plazo a¨²n est¨¢n por ver. En el corto son m¨ªnimos. Mientras, Espa?a ha vivido un verano exitoso para el sector y ya acaricia las cifras de r¨¦cord prepandemia, con m¨¢s gasto incluso que en 2019. La masificaci¨®n se agudiza y hasta los propios viajeros se quejan de ello.
El Consorcio de Toledo, presidido por el ayuntamiento de la localidad, es una de las rarezas que trabaja contra la turistificaci¨®n. Busca que su centro hist¨®rico no se convierta en un decorado sin rastro de los residentes. O lo que es lo mismo: compatibilizar la llegada de turistas con el d¨ªa a d¨ªa vecinal. Pretenden una regeneraci¨®n urbana ¡°con el fin de ver a familias con ni?os jugando en las plazas¡±, seg¨²n el gerente de la entidad, Jes¨²s Corroto. Repoblar el casco antiguo con j¨®venes y un plan de ayudas para edificios abandonados son dos de sus planes principales. Tambi¨¦n afrontan la conservaci¨®n del patrimonio, como la regeneraci¨®n del Corral de Don Diego, que ha propiciado la creaci¨®n de una nueva plaza p¨²blica y viviendas para familias empadronadas en Toledo. Santiago de Compostela, que ya impuso una moratoria a los hoteles, y Granada ya claman por una tasa tur¨ªstica para no morir de ¨¦xito. Son iniciativas que ven con anhelo quienes sufren las visitas masivas desde M¨¢laga, Sevilla, Valencia o Segovia. Tambi¨¦n, en otro contexto, personas que viven en pueblos peque?os donde la oleada de visitantes de fin de semana se ha convertido en tsunami tras la pandemia. Es algo generalizado: ocurre en la alpujarra granadina y en los Alpes austr¨ªacos.

Baleares es la comunidad que m¨¢s ha bregado contra estos efectos. El Parlamento aprob¨® en agosto de 2017 la prohibici¨®n del alquiler vacacional en pisos, aunque dej¨® en manos municipales la posibilidad de establecer las zonas y barrios donde autorizarlo o no. Palma recogi¨® el testigo y acord¨® en 2018 ¨Ccon un gobierno del PSOE, Podemos y M¨¦s¨C la limitaci¨®n de pisos tur¨ªsticos. Fue la primera ciudad en hacerlo y, aunque la medida fue llevada a los tribunales, el Tribunal Supremo la respald¨® definitivamente el pasado febrero. Entre los argumentos aportados por los jueces destacaba uno que se?alaba que la escasez de vivienda residencial y su alto coste deja las islas ¡°sin m¨¦dicos, sin profesores, sin funcionarios de justicia¡±. Otra iniciativa est¨¢ relacionada con la llegada de cruceros. Desde 2022 se limita a tres diarios, de los que solo uno de ellos puede superar los 5.000 pasajeros. Para conseguirlo sucedi¨® justo lo que los especialistas demandan: negociaci¨®n entre el destino ¨Clas islas¨C y los turistas ¨Cen forma de patronal naviera¨C. La comunidad tambi¨¦n tiene en vigor una moratoria para la creaci¨®n de plazas hoteleras y vacacionales durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Ah¨ª se muestra que el decrecimiento tambi¨¦n es posible, como lo es tambi¨¦n la regulaci¨®n de personas en diferentes enclaves naturales o la restricci¨®n de veh¨ªculos en Formentera en temporada alta.
Para los vecinos de Palma, capital balear, las medidas han tra¨ªdo leves mejoras. No toparse con 40.000 personas que han llegado el mismo d¨ªa en diferentes cruceros es una de ellas ¡°porque al menos no tienes esa sensaci¨®n de agobio¡±, cuenta una vecina, que tambi¨¦n cree que la moratoria ayuda ¡°porque limita a las grandes empresas a la hora de construir y ya no todo vale, como s¨ª pasaba antes¡±. Sin embargo, las prohibiciones a los pisos vacacionales han impulsado una oferta ilegal que tiene poco control y sanciones bajas, por lo que salen rentables a los infractores y, de paso, mantiene los alquileres o compras de viviendas por las nubes. Hay tambi¨¦n quien cree que las iniciativas, directamente, no han servido de nada. ¡°No son efectivas y son totalmente insuficientes¡±, asegura Maribel Alc¨¢zar, presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de Palma. ¡°Aqu¨ª vamos a la cabeza de medidas contra la turistificaci¨®n porque tambi¨¦n vamos a la cabeza del sufrimiento: la inflaci¨®n est¨¢ disparada, la inaccesibilidad de la vivienda es evidente, hay un empobrecimiento de recursos p¨²blicos ante la llegada de tantas personas, la ciudad es un agobio constante, la contaminaci¨®n va en aumento y ya no podemos disfrutar ni de las playas. As¨ª es imposible¡±, sentencia.
M¨¢s all¨¢ del resultado a corto plazo, la mayor¨ªa de estas propuestas buscan no solo la convivencia entre vecinos y turistas, tambi¨¦n la llegada de menos visitantes pero de mayor calidad. Es un objetivo global de muchos destinos que esconde, sin embargo, numerosas contradicciones. Depende del punto de vista. ¡°?La calidad es que haya sueldos dignos para trabajadores o locales m¨¢s exclusivos para rentas altas? Siempre se habla de los excesos de quienes vienen con menos dinero, pero los ricos tambi¨¦n lo hacen: contaminan con sus aviones privados, gastan m¨¢s agua o se emborrachan igual, pero sin que se les vea. ?En el futuro solo se permitir¨¢ viajar a los ricos?¡±, se pregunta Maci¨¤ Bl¨¤zquez, que tiene claro que no es una salida satisfactoria a la turistificaci¨®n. Mientras plantea debates, an¨¢lisis y estudios desde distintos puntos de vista para buscar nuevas respuestas, recalca que es un caso complejo. Tambi¨¦n que del turismo (masivo) se puede salir, pero como del tabaco, no parece nada simple.
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