El Teatro de la Zarzuela recupera ¡®Juan Jos¨¦', la marginada ¨®pera proletaria de Pablo Soroz¨¢bal
La pieza tiene mimbres de la mejor ley para considerarse b¨¢sica de nuestro magro panorama oper¨ªstico, pero queda un poso de dificultad que no puede obviarse
En el mundillo m¨²sico teatral espa?ol no hab¨ªa dejado de resonar el lamento furioso del magistral autor de La tabernera del puerto o La del manojo de rosas. Su queja permanente relativa a la marginaci¨®n de su ¨®pera popular, en el sentido de proletaria se?alar¨ªa el autor, de Juan Jos¨¦, dur¨® hasta la muerte de Pablo Soroz¨¢bal en 1988. Su ¨®pera, su pieza m¨¢s querida, hab¨ªa sido compuesta entre los a?os 1968 y 69, y su presumible estreno se hab¨ªa previsto en 1979 en el Teatro de la Zarzuela. Espa?a ya no era entonces esa dictadura franquista que tanto importun¨® al compositor donostiarra, pero el pa¨ªs no hab¨ªa cambiado del todo, la ¨®pera proletaria ya no planteaba problemas de censura, pero a¨²n no se hab¨ªan recuperado la elasticidad y el profesionalismo que requer¨ªa este estreno. El autor se empecin¨® en algunas de sus exigencias y el entonces Director General de M¨²sica, Jes¨²s Aguirre, m¨¢s tarde Duque de Alba, pec¨® de soberbia y de cierto elitismo cultural, y el problema se enroc¨®. Juan Jos¨¦ no se estren¨® y los nueve a?os que le quedaron de vida al inmortal m¨²sico fueron un rosario de quejas y de piropos autoproclamados con respecto a su obra m¨¢s querida. Lo cuenta admirablemente Soroz¨¢bal en una extensa entrevista televisiva magistral que se ha recuperado en YouTube.
Se?alemos que Juan Jos¨¦ hab¨ªa sido una pieza teatral y luego novela de Joaqu¨ªn Dicenta de ampl¨ªsimo ¨¦xito en Espa?a durante cuatro d¨¦cadas, pr¨¢cticamente desde su estreno en 1895 hasta el final de la Guerra de Espa?a. Sus representaciones se contaron por centenares, se hicieron al menos tres pel¨ªculas, una de ellas inglesa, e incluso durante el franquismo, como ocurri¨® con la Dictadura de Primo de Rivera d¨¦cadas antes, su presencia no se interrumpi¨®. Es curioso que una pieza de denuncia social tan extrema alcanzara tal proyecci¨®n. Sea como fuere, el m¨²sico Pablo Soroz¨¢bal se hab¨ªa enamorado de esta pieza que respond¨ªa tan adecuadamente a su mentalidad progresista, tan barojiana. De hecho, ya en 1933, Soroz¨¢bal hab¨ªa presentado lo que ser¨ªa su primera ¨®pera, Adi¨®s a la bohemia, sobre la obra hom¨®nima de P¨ªo Baroja, con un fracaso comercial tan acusado que la mujer de Soroz¨¢bal la denominaba Adi¨®s a la taquilla.
Juan Jos¨¦ qued¨® en el denostado caj¨®n hasta que una lectura musical sin escena se llev¨® a cabo en el Kursaal de San Sebasti¨¢n en 2009. Aquello abri¨® la veda y en 2016, ?al fin!, el Teatro de la Zarzuela se anim¨® a presentarla en escena all¨ª donde deb¨ªa haber nacido. El montaje que ahora recupera el mismo teatro, cu¨¢l si no, es b¨¢sicamente el mismo, la direcci¨®n esc¨¦nica sobria y tenebrista de Jos¨¦ Carlos Plaza, y la segura direcci¨®n musical de Miguel ?ngel G¨®mez-Mart¨ªnez a la cabeza. Es una reposici¨®n feliz, ocho a?os han pasado, pero es apenas el segundo montaje de esta obra esencial en el dif¨ªcil encaje del teatro l¨ªrico espa?ol.
Pero, en resumidas cuentas, ?qu¨¦ es cultural y art¨ªsticamente este Juan Jos¨¦? ?Es esa ¨®pera magna que el autor defendi¨® tan arduamente? ?Es proletaria, y si lo fuera, le aporta algo este dato a la permanencia de esta ¨®pera? Voy a intentar responder en este an¨¢lisis de urgencia a algunas de estas cuestiones. Juan Jos¨¦ es, ciertamente, una ¨®pera, es teatro musical ¨ªntegramente cantado y tiene mimbres de la mejor ley para considerarse una pieza b¨¢sica de nuestro magro panorama oper¨ªstico.
Soroz¨¢bal lidia aqu¨ª con un problema gigantesco, musicalizar la prosa, algo que la zarzuela nunca se planteaba, y lo hace muy bien, con un porcentaje de acierto muy elevado, aunque no global. La parte puramente musical, fragmentos musicales de enlace, etc., es todo lo magistral que cab¨ªa esperarse de uno de los compositores mejor dotados tanto de t¨¦cnica musical como de inspiraci¨®n de los que dieron lo mejor de s¨ª mismos en el genero l¨ªrico nacional. Y, sin embargo, queda un poso de dificultad que no puede obviarse.
Juan Jos¨¦ es un drama negro, narra unas vidas marcadas por la desolaci¨®n social, la ausencia de soluciones y la imposibilidad de gestionar la miseria. Es, como indica en el texto del programa de mano Jos¨¦ Carlos Plaza, una ¡°denuncia pol¨ªtica¡±, y una de las m¨¢s duras expresadas en el ¨¢mbito patrio. En esas denuncias abundan algunas que hoy resultan especialmente intolerables, como son las de una violencia de g¨¦nero exacerbada, una violencia tanto ejecutada como enunciada, ¡°la mujer es falsa¡±, ¡°la mujer te enga?ar¨¢ siempre¡±, as¨ª como todo el dec¨¢logo de la A a la Z que justifica esa violencia, ¡°los golpes que te doy me duelen m¨¢s a mi que a ti¡±, ¡°sin ti mi vida no tiene sentido¡±, etc., en suma, que responde ampliamente al t¨®pico de ¡°si esa mujer no es m¨ªa no ser¨¢ de nadie¡±, quiz¨¢ incluso lo inaugure. Pero no son esas todas las desgracias de esta gente extraviada de una sociedad que ni mira ni ve lo que tiene en su subsuelo.
Resulta curiosa la moda que se impuso en esas primeras d¨¦cadas del pasado siglo sobre asesinatos de g¨¦nero, tanto en teatro como en ¨®pera, que se alimentaba de estas fuentes. Hay asesinatos de g¨¦nero en Las golondrinas, de Usandizaga, Pagliacci, de Leoncavallo, Il tabarro, de Puccini, o el m¨¢s cercano Wozzeck, de Alban Berg, y esto solo citando de memoria y ci?¨¦ndonos a argumentos pr¨¢cticamente similares al de Juan Jos¨¦.
Pero, es al citar a Wozzeck, de Berg, donde surge un contra ejemplo. Los personajes del drama de Berg, relativamente cercanos en su desolaci¨®n al de Juan Jos¨¦, tienen una sentimentalidad cercenada, una suerte de experiencia vital convertida en a?icos por la situaci¨®n social en laque viven. Y el genio de Berg alcanz¨® a contemplar que, para aquellas situaciones de derrumbe social, para aquellos personajes que ya nada poseen excepto a esa compa?era a la que tienen que matar por desposesi¨®n, tampoco pueden poseer el menor lirismo, el soldado Wozzeck es incapaz de cantar porque tambi¨¦n es incapaz de comprenderse. Incluso la m¨²sica de esa pieza fundacional de la modernidad refleja la ausencia de enlaces arm¨®nicos convencionales porque estos arruinar¨ªan una narrativa negativa. Algo de esto se echa de menos en la robusta m¨²sica de Soroz¨¢bal. El compositor permanentemente empe?ado en una campa?a contra las debilidades de lo espa?ol, no consigue salir de la problem¨¢tica espa?ola por excelencia de buscar esa ¨®pera espa?ola apenas existente y tan a?orada por su generaci¨®n, y tambi¨¦n las anteriores y posteriores. Esto convierte esta ¨®pera en una pieza con disfunciones hist¨®ricas, argumento negro con m¨²sica de al menos varios colores y expresiones.
Al margen de estos argumentos, que vienen a cuento por la necesidad de articular culturalmente esta pieza marginada y, en el fondo, tan buena en m¨²ltiples aspectos, pero, a la postre, tan desacoplada culturalmente, que quiz¨¢ sea demasiado pedir a un autor ya muy castigado en esos a?os sesenta, aunque era eso lo que ¨¦l defend¨ªa y pregonaba.
La producci¨®n de esta reposici¨®n ha contado con un reparto de muy alto nivel, especialmente en la pareja protagonista, el bar¨ªtono Juan Jes¨²s Rodr¨ªguez, de excelente voz y con una presencia esc¨¦nica que plantea adecuadamente esa dif¨ªcil combinaci¨®n de violencia y ternura ingenua, y, claro, la soprano Saioa Hern¨¢ndez, con buen temple vocal y una apropiaci¨®n actoral ajustada a esa ambivalencia moral entre la sufriente mujer que no puede m¨¢s y la que aspira a una vida mejor al precio que sea. Tambi¨¦n resultan muy acertados los roles de la To?uela de Vanessa Goikoetxea, la vibrante contralto Mar¨ªa Luisa Corbacho, que hace una Isidra muy cre¨ªble, el rico de la obra, el Paco, bien llevado por el tenor Alejandro del Cerro y cierra el grupo protagonista Andr¨¦s, al amigo de Juan Jos¨¦, muy bien encarnado por el bar¨ªtono Sim¨®n Orfila. Es curioso que los amigos de Wozzeck y de Juan Jos¨¦ respectivamente se llamen, igual, Andr¨¦s.
Menci¨®n especial para la orquesta que, en el caso de Soroz¨¢bal, siempre tiene un rol muy exigente y que lo resuelve con entrega y eficacia, siempre de la mano maestra de G¨®mez-Mart¨ªnez.
Ficha t¨¦cnica
Juan José. Drama lírico popular. Música de Pablo Sorozábal. Libreto del compositor basado en la obra de Joaquín Dicenta. Dirección musical, Miguel Ángel Gómez-Martínez; dirección de escena, José Carlos Plaza; dirección de la reposición, Jorge Torres; escenografía e iluminación, Paco Leal; vestuario, Pedro Moreno; movimiento escénico, Denise Perdikidis. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Producción del Teatro de la Zarzuela (2016). Reparto: Juan José, Juan Jesús Rodríguez / Luis Cansino; Rosa, Saioa Hernández / Carmen Solís; Toñuela, Vanessa Goikoetxea / Alba Chantar; Isidra, María Luisa Corbacho / Belem Rodríguez Mora; Paco, Alejandro del Cerro / Francisco Pío Galasso; Andrés, Simón Orfila; Cano, Luis López; Perico, Igor Peral; Presidiario, Santiago Vidal; Tabernero, Ricardo Muñiz; Amiga 1, Raquel del Pino; Amiga 2, Paula Sánchez Valverde; Amigo 1, José Manuel Guinot; Amigo 2, Jesús Álvarez Carrión. Teatro de la Zarzuela. Del 4 al 12 de abril.
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