El diario de la matanza de Gaza: ¡°Los palestinos aman la vida y quieren vivir m¨¢s¡±
El escritor Atef Abu Sif narra en ¡®Quiero estar despierto cuando muera¡¯ el d¨ªa a d¨ªa en un territorio asediado en el que ya han muerto m¨¢s de 34.000 personas bajo los ataques israel¨ªes
Cuando uno vive una guerra, los primeros minutos del d¨ªa son los m¨¢s estresantes: comprueba que est¨¢ vivo, se palpa el cuerpo con alivio y llama por tel¨¦fono para asegurarse de que ning¨²n ser querido haya muerto. Con el tiempo, uno ya casi prefiere no hacer esas llamadas. ¡°Sabes que en alg¨²n momento habr¨¢ malas noticias¡±, escribe Atef Abu Saif. Tambi¨¦n a trav¨¦s del m¨®vil el escritor palestino fue contando a su editor su historia, d¨ªa a d¨ªa, bajo las bombas israel¨ªes. Una particularidad de la masacre en Gaza, en la que ya han sido asesinadas m¨¢s de 35.000 personas, entre ellas m¨¢s de 14.000 ni?os, seg¨²n la ONU, es que ha sido retransmitida en tiempo real a trav¨¦s de internet (y ni siquiera as¨ª ha logrado una repulsa internacional un¨¢nime). Sin embargo, la comunicaci¨®n en redes es la que es: v¨ªdeos cortos, algunas im¨¢genes, relatos de terror b¨¦licos en menos de 280 caracteres.
El libro Quiero estar despierto cuando muera (Blackie Books) es otra cosa: un diario minucioso de lo que se vivi¨® en la Franja durante los 90 primeros d¨ªas de los ataques israel¨ªes, hasta que el autor consigui¨® escapar por el paso de Rafah. Atef Abu Saif, ministro de Cultura de la Autoridad Palestina, afincada en Cisjordania, naci¨® en el campo refugiados gazat¨ª de Jabalia en 1973. En la Primera Intifada, siendo un ni?o, recibi¨® en el h¨ªgado fragmentos de bala del ej¨¦rcito israel¨ª, algunos contin¨²an en sus v¨ªsceras. ¡°Estuve muerto unos minutos antes de que me trajeran de vuelta nuevamente¡±, escribe. Y en Gaza se encontraba de visita, con su hijo Yasser, de 15 a?os, cuando, el 7 de octubre de 2023, comenzaron las hostilidades, despu¨¦s del atentado de Ham¨¢s que asesin¨® a unos 1.200 israel¨ªes.
¡°Nunca imagin¨¦ que ocurrir¨ªa mientras nadaba¡±, comienza Abu Saif su relato. Hac¨ªa un d¨ªa espl¨¦ndido y en el Mediterr¨¢neo se ve¨ªan algunos serenos barcos de pesca, tambi¨¦n los habituales buques de guerra israel¨ªes. De pronto, los cohetes y las explosiones sonaron en todas las direcciones. Durante horas nadie supo qu¨¦ estaba pasando: era el comienzo de tres meses de penalidades para el escritor y su hijo. Y para toda la poblaci¨®n de Gaza, un infierno que a¨²n no ha terminado.
¡°Como la vida es solo una pausa entre dos muertes, Palestina es un tiempo suspendido en la mitad de muchas guerras¡±, escribe Abu Saif. Y cuenta ese asedio desde dentro: la falta de informaci¨®n, la incertidumbre, las dificultades para conseguir comida o electricidad, el dolor y la muerte, que reinan all¨¢ donde se mire. Las constantes visitas a la Casa de la Prensa en busca de noticias. Familias exhaustas, cargando colchones y bolsas con ropa y alimento, deambulan por las calles sin saber d¨®nde ir, los bombardeos van acabando con la vida de centenares de ciudadanos.
Mueren en los campos de refugiados, mueren en los complejos de edificios residenciales, mueren en las colas de las panader¨ªas, mueren en los hospitales. El 24 de noviembre Abu Saif casi es alcanzado por un misil cuando est¨¢ al lado de la puerta del hospital de Al-Shifa. ¡°Era cerca del atardecer cuando vi de cerca a la muerte. Vino a abrazarme y llevarme en un viaje de ida¡±, relata. Alrededor, un caos de humo, carreras y gritos. Creyeron, con horror, que estaban en mitad de un ¡°anillo de fuego¡±: cuando el ej¨¦rcito israel¨ª destruye met¨®dicamente, bajo un procedimiento geom¨¦trico, unas cuantas manzanas. Esa vez, para su suerte, no era el caso.
Por las noches es preciso dormir en la zona central de los edificios, cerca de las escaleras, que es la m¨¢s segura, y lejos de las ventanas: en muchas ocasiones lo que resulta letal son los cristales rotos por la onda expansiva de explosiones lejanas. Una amiga del autor duerme entrelazando los brazos y las piernas: es la manera de que, en el peor de los casos, su cuerpo se mantenga entero. De mantener cierta unidad corporal m¨¢s all¨¢ de la muerte. Algunas familias se disgregan para pasar la noche: as¨ª es m¨¢s probable que, si unos mueren, otros sobrevivan.
Llama la atenci¨®n, sin embargo, que aunque Gaza haya sido tradicionalmente descrita como una c¨¢rcel al aire libre, como un campo de concentraci¨®n, como zona de asedio y guerra, ah¨ª se diera una vida cotidiana: gente que se ba?aba en el mar, jugueter¨ªas y puestos de dulces, librer¨ªas bonitas, como Libad o la de Samer Mansour (que fue destruida en la guerra de 2021 y recibi¨® donaciones de todo el mundo para su reapertura), cafeter¨ªas, como Delice Coffe o Ristorette, donde se reun¨ªan los emprendedores y la juventud m¨¢s tecnol¨®gica, lugares donde comer cosas ricas, como los abundantes puestos de falafel. Ahora ¡°solo hay cuervos y alg¨²n que otro perro perdido rebuscando entre los escombros¡±, escribe al autor.
¡°Hay otra Gaza que no sale en las noticias, y de la que nadie quiere hablar¡±, dice a este peri¨®dico Abu Saif, ¡°Gaza ten¨ªa cafeter¨ªas, restaurantes, bibliotecas y librer¨ªas, museos, teatros y bonitas playas, hermosos edificios, casco antiguo y arquitectura moderna. La gente en Gaza ama la vida y quiere vivir m¨¢s¡±. Otra particularidad de la guerra es que, a pesar de los momentos de miedo y de tensi¨®n extrema, es tremendamente aburrida: la actividad urbana decae, no hay nada que hacer, las colas para conseguir comida y agua se hacen eternas, todo se convierte en una eterna espera, esperando no se sabe qu¨¦. Que todo termine, de un modo u otro.
El ataque de Ham¨¢s en Israel no es mencionado en el relato. No se especifica, en principio, si es porque el autor quiere ce?irse a lo que sucede a su alrededor, a lo que ven sus ojos, o por alg¨²n motivo pol¨ªtico. ¡°No era mi intenci¨®n escribir un libro pol¨ªtico, quer¨ªa escribir sobre la gente y la forma en la que intenta sobrevivir¡±, explica ¨¦l. ¡°En realidad mi primer objetivo era que se nos recordase si mor¨ªamos: ni siquiera quer¨ªa escribir un libro, solamente le mandaba mensajes de WhatsApp a mi editor¡±.
No reh¨²ye la cuesti¨®n pol¨ªtica: cree que lo que sucede en Gaza no se origina con el atentado del 7 de octubre, sino que se retrotrae en la creaci¨®n del Estado de Israel en 1948, la llamada Nakba (cat¨¢strofe) para los palestinos. ¡°Entonces mis abuelos fueron obligados a abandonar su casa en Jaffa y se convirtieron en refugiados: pasaron de ser terratenientes ricos a morir muy pobres. No se puede abordar el problema de Palestina por partes¡±.
Quiero estar despierto cuando muera nace de las citadas comunicaciones de Abu Saif con su editor ingl¨¦s en Comma Press, Ra Page, mientras estuvo atrapado en la Franja. Se realizaron a trav¨¦s de mensajes de WhatsApp y audio, y fueron dificult¨¢ndose hasta llegar a ser pr¨¢cticamente imposibles por la destrucci¨®n sistem¨¢tica de medios de comunicaci¨®n y fuentes de energ¨ªa. En noviembre de 2023 Comma Press contact¨® con editores afines para coordinar un lanzamiento simult¨¢neo del libro, en el que se implicaron Blackie Books y otra decena de editoriales de todo el mundo, decididas a difundir el testimonio de lo que es, a su juicio, un genocidio. Todo lo recaudado ser¨¢ destinado a labores humanitarias en territorio palestino.
Otra novela de Abu Saif, Vida suspendida, comienza con la siguiente frase: ¡°Naem naci¨® durante una guerra y muri¨® durante otra, y esto no es casualidad¡±. Al autor le gusta incidir en este hecho: ¡°La mayor¨ªa de los habitantes de Gaza nacieron durante guerras en curso en la ciudad y la mayor¨ªa de ellos murieron o van a morir durante las mismas¡±. Ahora Abu Saif est¨¢ a salvo, en Ramala, pero, de alguna manera, sigue estando en la Franja: sigue escuchando las explosiones dentro de su cabeza y, cada noche, antes de dormir, vuelve a ver ah¨ª delante todo lo que vio en esos terribles 90 d¨ªas. ¡°Todos los d¨ªas leo el nombre de alg¨²n ser querido que ha sido asesinado. Mi padre muri¨® la semana pasada. Mi suegra hace un mes y medio. Hablar de la muerte, esperarla, se ha convertido en lo habitual. Ha muerto tanta gente que ya hemos dejado de llorar¡±.
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