AC/DC demuestra ante 60.000 personas en Sevilla que su rock es indestructible?
A pesar de los problemas de voz de Brian Johnson y de que los m¨²sicos ya no son los cl¨¢sicos, Angus Young y un repertorio imbatible son suficientes para ofrecer un buen concierto de rock. El s¨¢bado repiten en el Estadio La Cartuja
21.35. Esto empieza. Suenan los acordes de If You Want Blood (You¡¯ve Got It) y es posible que se escuchen hasta en Dos Hermanas. La aplicaci¨®n del m¨®vil de contar decibelios alcanza la franja roja y la manecilla no para de vibrar hist¨¦ricamente. AC/DC atron¨® anoche en el primero de sus conciertos en un Estadio La Cartuja de Sevilla pr¨¢cticamente lleno: 60.000 personas (el segundo recital es el 1 de junio y todav¨ªa quedan algunas entradas). Pocos grupos que toquen a un volumen tan bestia, el que necesita el rock rudimentario de los australianos. Y se vio que Angus Young aguanta. Se desprenden piezas del andamiaje de AC/DC, pero si el peque?o gran hombre resiste, toda la estructura se sostiene. Su actitud en Let There Be Rock, en el tramo final del concierto, ofreci¨® el momento de la noche. Con la camisa blanca chorreando de sudor, sacudiendo las piernas debajo de sus bermudas escolares, con su melena totalmente blanca emitiendo se?ales de que ya quedan pocos asideros donde sostener la pelambrera, boqueando como un pez al que le han sacado del agua¡
Recorri¨® la pasarela que sal¨ªa del escenario y se introduc¨ªa en la pista. Se coloc¨® en una peque?a tarima y una plataforma lo elev¨® unos diez metros. All¨ª, simul¨® un ataque epil¨¦ptico, cay¨® al suelo, realiz¨® el espasmo giratorio, se levant¨®, alz¨® los brazos, practic¨® el paso del pato de Chuck Berry¡ Te cansabas solo de ver el derroche f¨ªsico de este diminuto se?or de 69 a?os vestido de colegial. Pero, esperen, todav¨ªa no hab¨ªa terminado la canci¨®n. Baj¨® a tierra, volvi¨® a subir, esta vez 15 escalones, para alcanzar un pasillo encima de la bater¨ªa; y all¨ª jug¨® con el p¨²blico a repetir con ¡°oes¡± sus punteos. Y todo este trayecto de unos 20 minutos sin dejar de escarbar endemoniadamente las cuerdas de su guitarra Gibson SG. Lo que los espectadores presenciaron fue un coloso del rock en estado puro: Angus Young, un peque?o ser humano impulsado por una potencia de energ¨ªa inagotable.
Lo de esta noche en Sevilla fue una gran celebraci¨®n del rock, ese g¨¦nero ausente entre lo m¨¢s escuchado en las plataformas digitales, pero que sigue convocando en concierto a miles de aficionados. Y no existe grupo que represente m¨¢s que AC/DC el rock primario, el g¨¦nero despojado de toda grasa, directo al tu¨¦tano. Minimalismo rock que todo el mundo supo entender en Sevilla: se trataba de mover las piernas, sacudir la cabeza y alzar la mano con los dedos ¨ªndice y me?ique estirados. La f¨®rmula concisa de guitarra-bajo-bater¨ªa. Nada m¨¢s.
Fue una excepci¨®n el que no llevaba anoche una camiseta con el logotipo de las cuatro letras y el rayo en el centro. P¨²blico talludito, pero tambi¨¦n j¨®venes. Familias y veintea?eros rockeros ¡°porque mis padres me han puesto los discos de AC/DC desde peque?o¡±. Si en el Bernab¨¦u estaban las/los swifties, en Sevilla acudieron en masa los/las ¡®acedeceros¡¯. Como Patxi Rabanillo, 45 a?os, que vive en Laguna de Duero (Valladolid), y que viaj¨® para presenciar su concierto 18 del grupo. Antes de entrar dej¨® el sentir general de buena parte del p¨²blico: ¡°A los ¡®acedeceros¡¯ nos da igual que no est¨¦n en su mejor momento. Somos fieles. Parece ser que esta es la ¨²ltima gira, as¨ª que, c¨®mo no los voy a ver¡±.
Todos mandaban energ¨ªas a Brian Johnson. Hace a?os que Johnson ya no posee esa voz que tumbaba los edificios a gritos. Conforme el concierto fue consumiendo canciones su voz se fue debilitando. En las pantallas gigantes se le vio sufrir al bravo cantante, apretando los pu?os, golpe¨¢ndose con la mano los muslos, buscando desesperadamente aire despu¨¦s de gru?ir una estrofa. Aguant¨® las dos horas y cuarto de concierto, pero acab¨® exhausto. Su falta de energ¨ªa vocal quiz¨¢ sea la raz¨®n por la que el grupo ha prescindido de tres canciones con respecto al repertorio que tocaron al inicio de la gira, el 17 de mayo en Alemania. Es curioso, porque el cantante se mueve en un peque?o espacio del escenario, a la derecha del jefe Angus. No se le permite (o no est¨¢ para muchas carreras) cruzar la pasarela para posicionarse cerca del p¨²blico, como si hubiera trazada una l¨ªnea imaginaria en el suelo con un mensaje en rojo escrito en may¨²sculas: ¡°Prohibido el paso, Brian. Por aqu¨ª, solo Angus¡±.
Al rescate estuvo siempre Angus, con sus carreras y sus incendiarios solos. Y, ante todo, est¨¢n las canciones, salmos del rock que son capaces de salvar cualquier concierto. Sonaron todos sus himnos: Thunderstruck, Hell Bells, Back In Black, High Voltage, Riff Raff¡ Solo un par de temas de su ¨²ltimo disco, Power Up (2020). Est¨¢ el t¨®pico de que todas las canciones de AC/DC suenan igual. No: el que dice eso no entiende a AC/DC, y lo sabe. C¨®mo resistirse al r¨ªtmico bamboleo de You Shook Me All Night Long. O al estribillo asesino de Highway To Hell, ya en el tramo final.
Hubo menos distracciones extramusicales que en otras giras. S¨ª, estaba la campana de Hell Bells, los ca?onazos en For Those About To Rock (We Salute You), la ¨²ltima del lote, o las pantallas gigantes. Pero cuando Angus descansaba de sus cabalgadas, los cinco m¨²sicos tocaron juntos en el centro del escenario, casi api?ados, como si estuvieran en un club. Fue edificante verlos as¨ª, aunque el sonido no fue ¨®ptimo en muchas fases del concierto: en la grada alta rebotaba y en algunas fases aquello fue una bola s¨®nica sin los instrumentos definidos.
De la formaci¨®n cl¨¢sica ya no comparecen el baterista Phil Rudd, el bajista Cliff Williams y Malcolm Young. Se los echa de menos, sobre todo a Malcolm, el motor r¨ªtmico del grupo, con su golpeo violento de guitarra que eran como ladridos; incluso a?oramos su presencia f¨ªsica, con esa permanente sacudida corporal ya marca de AC/DC. Anoche le sustituy¨®, como lleva haciendo desde 2014, su sobrino Stevie Young (67 a?os); ocuparon el bajo y la bater¨ªa dos caras nuevas, Matt Laug (56) y Chris Chaney (53). Los tres, buenos m¨²sicos, cumplieron con creces. Pero no es lo mismo.
A pesar de las ausencias, de la quebradiza voz de Johnson o de que nadie llevar¨ªa un traje de colegial con 69 a?os, las cosas como son: fue un fant¨¢stico concierto de rock and roll.
Babelia
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