Entre la inocencia y la repulsi¨®n: las ni?as inquietantes para las que Yoshitomo Nara no tiene explicaci¨®n
El Guggenheim de Bilbao presenta la primera gran muestra europea del artista japon¨¦s, practicante del estilo pop japon¨¦s superflat, que recoge 128 de sus obras en diferentes formatos
Las ni?as de Yoshitomo Nara (Hirosaki, 64 a?os) esconden algo. Hay algo extra?o detr¨¢s de sus ojos con forma de gajo de naranja, detr¨¢s de sus pupilas desafiantes y multicolor, detr¨¢s de ese aspecto infantil pero inquietante. La obra del artista japon¨¦s se expone desde este viernes en el museo Guggenheim de Bilbao, en una muestra compuesta por 128 obras entre pinturas, esculturas dibujos e instalaciones; pr¨¦stamos de todo el mundo en la que es la primera gran muestra en Europa del artista nip¨®n.
¡°Cuando el museo me lo propuso hace casi tres a?os no me lo cre¨ªa. Pens¨¦: ?no ser¨¢ mentira? Nunca me hab¨ªan hecho una exposici¨®n as¨ª en Europa¡±, cuenta el artista en el museo bilba¨ªno. Da gusto ver a Nara. Tiene aspecto juvenil: solo el pelo blanco delata sus 64 a?os. Viste una camiseta roja que reza Golden years (?un gui?o a la nostalgia de sus a?os de juventud?), gorra hacia atr¨¢s, zapatillas. Se pasea entre sus obras sin prisa, en el inmenso espacio di¨¢fano que ha habilitado el Guggenheim para su retrospectiva. Le persiguen los turbadores iris de sus creaciones. Una de las ni?as fuma. Otra se rasca el brazo y hasta el segundo vistazo no se hace perceptible la gota de sangre que resbala bajo la mano. Otra pasea por un fondo id¨ªlico, si no fuera por la expresi¨®n de sus ojos cerrados y la peque?a tirita en la frente.
¡°Busc¨¢bamos una retrospectiva de toda su carrera, un reflejo muy personal, por eso hemos transformado la sala para transmitir el paisaje que ha desarrollado en 40 a?os de carrera¡±, explica la comisaria de la exposici¨®n, Luc¨ªa Aguirre, que define a Nara como ¡°uno de los mayores artistas de su generaci¨®n¡±. Lo de las cuatro d¨¦cadas es casi literal: la obra arranca con un dibujo de 1984 y termina con un cuadro de gran formato de una ni?a, de 2023. ¡°Bueno, son ni?as porque lo decimos nosotros, pero no tienen g¨¦nero ni edad¡±, deja caer Aguirre, que defiende que, aunque Nara ha sido a veces encasillado en el movimiento pop japones superflap (fundado por Takashi Murakami, con quien Nara colabor¨® al principio), se escapa de esa influencia. ¡°Muchos creen que tengo influencia del manga¡±, sostiene el propio Nara, ¡°cuando en realidad me influye la influencia del manga, como las estampas japonesas del ukiyo-e¡±.
¡°En el movimiento superflat surgi¨® lo kawaii¡±, se?ala la comisaria. Lo mono. ¡°Pero a Nara le pega m¨¢s el t¨¦rmino kimokawaii¡±. Algo as¨ª como repulsivo; lo que causa desaz¨®n. Es cierto, y uno de los mejores ejemplos es la piel de la cara de las ni?as: al primer vistazo parece blanca, pero si uno se fija bien se da cuenta de que son miles de colores juntos, de que asoma el rubor, de que esconden manchas azuladas. Esa sensaci¨®n permea toda la obra del japon¨¦s, porque no solo hay cuadros: en el centro de la exposici¨®n hay una instalaci¨®n ¡ªuna perturbadora casa de mu?ecas a escala real¡ª, y esculturas, como la fuente formada por cabezas apiladas en la que el agua, claro, brota de los ojos rasgados de las ni?as. Adem¨¢s, Nara no solo pinta sobre cuadros, tambi¨¦n sobre maderas, pal¨¦s, sobres, cajas de cart¨®n deshechas, lo que acrecienta la extra?eza del conjunto. Los t¨ªtulos de algunas obras tambi¨¦n abrazan esa rara mezcla de ternura y zozobra: Noche en vela, En el charco m¨¢s profundo, Gatita inofensiva, Flor muerta remasterizada, Cachorro abandonado, Desaparecido en combate, Paperas.
¡°Hemos pensado mucho en su universo, en c¨®mo su obra interactuar¨¢ con nuestro espacio. Ha sido complicado reunir todas estas obras. Muchas eran dif¨ªciles de conseguir, estaban repartidas por todo el mundo. Pero ¨¦l mismo nos ha ayudado con los pr¨¦stamos, ha cedido muchos dibujos personales¡¡±, cuenta Aguirre sobre la exposici¨®n, que se prolongar¨¢ hasta el 3 de noviembre. La involucraci¨®n personal de Nara es algo que destaca todo el equipo detr¨¢s de la exposici¨®n, desde Pablo Pujol, de la Fundaci¨®n BBVA (que financia la obra) a Juan Ignacio Vidarte, director del Guggenheim que, a final de a?o, tras casi 30 a?os al frente de la instituci¨®n, dejar¨¢ el museo. Efectivamente, el espacio expositivo, con cuadros a diferentes alturas y un espacio di¨¢fano, ha sido dise?ado por el propio Nara. ¡°El suyo es un universo mucho m¨¢s complejo y profundo de lo que su apariencia sugiere¡±, abunda Aguirre. ¡°Es uno de los grand¨ªsimos pintores de nuestro tiempo, pero sobre todo de los que mejor transmite esencia humana con su obra¡±.
Esa obra, en principio, encajar¨ªa en el perfil del artista tokiota con sensibilidad pop e influido por el manga. Pero no, el pintor sali¨® de Hirosaki, un peque?o pueblo del extremo norte de Jap¨®n famoso porque de all¨ª sale la mitad de la producci¨®n de manzanas del pa¨ªs. All¨ª, el peque?o y sensible Nara, hijo de un sacerdote sinto¨ªsta, se quedaba muchos d¨ªas en su cuarto en vez de ir al colegio. ?Como los hikikomori? ¡°No, eso es un concepto posterior. Yo, sencillamente, a veces me quedaba en casa reflexionando¡±, cuenta el artista. Con ocho a?os se construy¨® una radio y con ella escuchaba la m¨²sica de los soldados de EE UU destinados a Vietnam. Bob Dylan, las voces de la contracultura. No entend¨ªa el idioma, pero se empapaba del ritmo. Del blues y de los nuevos g¨¦neros. Y de la nostalgia de esa m¨²sica. Empez¨® a desarrollar su estilo en los ochenta, en Alemania (pas¨® seis a?os en D¨¹sseldorf y otros seis en Colonia). Visit¨® la Espa?a de la Movida. Despeg¨® en Los ?ngeles, donde adquiri¨® proyecci¨®n internacional, y con el nuevo milenio volvi¨® a Jap¨®n, donde adopt¨® un perfil m¨¢s activista (viaj¨® a Afganist¨¢n en 2003) que hizo florecer en sus obras un antibelicismo expl¨ªcito. Tras la tragedia nuclear de Fukushima en 2011 (el artista trabaj¨® con desplazados que lo hab¨ªan perdido todo) alcanz¨® lo que denomina una ¡°etapa de serenidad¡± de la que han brotado algunas de sus obras m¨¢s ic¨®nicas.
Fama internacional, merchandising e im¨¢genes m¨ªticas aparte, la gran pregunta sigue en el aire. ?Por qu¨¦ estas ni?as? ?Qu¨¦ esconden las figuras de Nara? ¡°Si pudiera contestarlo dejar¨ªa de pintar¡±, sentencia el artista. ¡°Es algo que no puedo decir con mi voz. De hecho, soy muy malo expres¨¢ndome con palabras. Por eso pinto: para que hablen mis obras¡±. O para que callen. Y nos miren en silencio.
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