N¨¦stor Pardo, guitarrista: ¡°El ¡®blues¡¯ parece que se muere, pero lleva 100 a?os: perdura porque es honesto y real¡±
El ¡®bluesman¡¯ coru?¨¦s regresa a casa tras su periplo por Misisipi y Nueva Orleans, donde explor¨® el folklore afroamericano y grab¨® el ¨¢lbum ¡®Dauphine St. Blues¡¯
El bluesman N¨¦stor Pardo (A Coru?a, 39 a?os) tiene claro que el ¨²nico camino correcto es aquel que dicta el coraz¨®n. Tras estudiar fotograf¨ªa en la desaparecida EFTI, compagin¨® su carrera musical con trabajos en bares y tiendas de ropa que no colmaban su inquietud art¨ªstica, pero que serv¨ªan para ir ampliando su colecci¨®n de vinilos de los ...
El bluesman N¨¦stor Pardo (A Coru?a, 39 a?os) tiene claro que el ¨²nico camino correcto es aquel que dicta el coraz¨®n. Tras estudiar fotograf¨ªa en la desaparecida EFTI, compagin¨® su carrera musical con trabajos en bares y tiendas de ropa que no colmaban su inquietud art¨ªstica, pero que serv¨ªan para ir ampliando su colecci¨®n de vinilos de los maestros del delta blues que lo empujaron a ser guitarrista: Big Bill Broonzy, Blind Willie Johnson o Lightin¡¯ Hopkins. Cansado de la precariedad y ¨¢vido de explorar las ra¨ªces de la m¨²sica negra, puso rumbo a Clarksdale (Misisipi), con 200 euros en el bolsillo y una guitarra al hombro. En las profundidades de un Estados Unidos alejado del sue?o americano, conoci¨® el conflicto racial en primera persona y sobrevivi¨® a base de tocar en garitos donde los disparos de rev¨®lver eran costumbre. El resultado de su viaje se plasma en Dauphin St. Blues (WIC Records), un ¨¢lbum grabado a la vieja usanza en Nueva Orleans y que recopila los cl¨¢sicos del folklore afroamericano.
Vestido de negro, con gafas de sol en interior y sin poder separarse de su guitarra Martin, Pardo se pide una Coca Cola ¡°con mucho hielo¡± para combatir el calor del verano madrile?o mientras recuerda ¡°lo fresquito que se est¨¢ en Galicia¡±.
Pregunta. ?Por qu¨¦ dej¨® Galicia y se march¨® a un pueblo de 20.000 habitantes en Misisipi, Clarksdale?
Respuesta. Cuando fich¨¦ por la agencia Soul Matters tambi¨¦n me ofrec¨ª como conductor en las giras por de otros artistas. Me pusieron de ch¨®fer en el tour de Watermelon Slim por Europa y me dejaron ser telonero. A la semana, me fich¨® para su banda y me prometi¨® que si me iba a Estados Unidos, me echar¨ªa un cable. Yo viv¨ªa solo y no estaba teniendo mucho ¨¦xito, as¨ª que me lanc¨¦. Slim me acogi¨® en su casa y me present¨® a la gente adecuada para poder tocar. All¨ª no sab¨ªan ni d¨®nde est¨¢ Espa?a, pero a los afroamericanos no les parece mal que un blanco extranjero toque blues porque hay un sentimiento de comunidad entre los m¨²sicos.
P. Tendr¨¢ todo tipo de an¨¦cdotas...
R. Mi primer concierto fue en un festival en Clarksdale, al que vino todo el pueblo. En mitad del show, hubo una reyerta en el p¨²blico, y all¨ª las peleas no son de pu?etazos. Un tipo le peg¨® tres tiros a un hombre y muri¨® en el acto. Mir¨¦ al bajista y me dijo: ¡°Tranquilo, dispar¨® seis veces y no le quedan balas¡±. Joder, yo soy coru?¨¦s y estaba flipando; pero la gente estaba tranquila y hasta contaron los disparos. En cosa de media hora, la polic¨ªa se llev¨® el cuerpo, limpiaron la sangre, y nos pidieron seguir tocando Gypsy Woman, de Muddy Waters.
P. No se fue a Nueva York, sino a la zona m¨¢s pobre del estado m¨¢s pobre de EE UU.
R. Not¨¦ una comunidad blanca y otra negra totalmente separadas. En Misisipi puedes comprarte una pistola a los 16 a?os ense?ando el carn¨¦ de conducir, as¨ª que todo el mundo tiene armas y hay mucho miedo. En el Walmart, que es como el Mercadona, tienes el pasillo del pan, el de la leche, y el de las pistolas. Una noche me invitaron a cenar en el rancho de un tal general Watson. Mientras ¨¦l presum¨ªa de haber matado ¡°a amarillos¡± en Vietnam, se extra?aba de que en Espa?a te puedan meter en la c¨¢rcel por llevar una pistola. ¡°?Pero est¨¢is locos? ?Si alguien os intenta robar, qu¨¦ hac¨¦is, llamar a la Polic¨ªa?¡±, dec¨ªa ri¨¦ndose. Ambas comunidades se culpan entre s¨ª de la inseguridad, pero hay una cosa bonita: cuando hay m¨²sica, ya no hay ni negros ni blancos.
P. Se vuelve de EE UU con un disco bajo el brazo.
R. El disco apenas tiene producci¨®n y es casi indistinguible de los conciertos que daba cada noche. Est¨¢ grabado en cinta anal¨®gica en Nueva Orleans, con los mismos micr¨®fonos que el Folk Singer de Muddy Waters. All¨ª hay un equipo antiguo incre¨ªble que te hace so?ar a?ejo porque la gente tiene garajes y almacenar cosas antiguas es parte de su cultura.
P. ?C¨®mo ve el panorama del blues en el mundo actual?
R. El blues siempre parece que se muere, pero lleva m¨¢s de 100 a?os y no se muere porque, cuando algo es honesto y real, siempre perdura. El blues es la expresi¨®n que los negros dieron a la crudeza de la vida, la pobreza, el desamor y el racismo. Hay mucho sufrimiento en los j¨®venes, pero no han encontrado un g¨¦nero tan universal para expresar y aliviar su dolor. Creo que si no les gusta el blues, es porque ni lo han podido conocer, aunque es dif¨ªcil con tanto exceso de informaci¨®n.
P. Su manera de tocar es peculiar: emplea afinaciones abiertas y usa una navaja.
R. Lo de la navaja le flipa a la gente en los conciertos. Fue un regalo de mi abuelo, que vino de Cuba y curraba en una f¨¢brica de redes para barcos en Bilbao. La usaban para deshacer los nudos. Yo la uso apretando las cuerdas contra ella, como si fuera un slide. Suena un poco peor, pero tiene rollo porque suena muy guarro. La guitarra solo deber¨ªa tocarse en afinaciones abiertas, porque la est¨¢ndar exige mucho conocimiento y es un rollo.