¡®The Sweet East¡¯: Alicia en el pa¨ªs de QAnon

El debut del reputado director de fotograf¨ªa Sean Price Williams es una road movie extra?a protagonizada por una especie de Alicia en el pa¨ªs de¡­ QAnon. Y no es una met¨¢fora. Tras un pr¨®logo ¡ªque induce al espectador a creer que est¨¢ ante una pel¨ªcula de instituto, con sus problemas con el sexo, la identidad y la incomunicaci¨®n¡ª, el personaje principal y sus amigos, de excursi¨®n en Washington DC, se re¨²nen en un local de la ciudad. La protagonista, Lillian (Talia Ryder, actriz de Nunca, casi nunca, a veces, siempre), entra en el ba?o y, despu¨¦s de interpretar una desconcertante balada mir¨¢ndose absorta al espejo, como si fuera el personaje de un neomusical, escucha un tiroteo y la realidad se rompe. La sorpresa es inevitable: estamos ante una evocaci¨®n de la pizzer¨ªa Comet Ping Pong, donde el movimiento conspiranoico QAnon situ¨® el centro del pizzagate, una de las teor¨ªas m¨¢s locas de la historia de Estados Unidos. Como la Alicia de Lewis Carroll, Lillian cae en el agujero del fanatismo de la mano de un anarco activista (¡°artivista¡±, se define ¨¦l) que la sacar¨¢ del local por un t¨²nel con el que, de forma un tanto ambigua, se insin¨²a que, despu¨¦s de todo, tal vez fuera verdad lo que se tragaron los creyentes en QAnon: que debajo de aquel famoso local s¨ª hab¨ªa una red de explotaci¨®n de ni?os.

Lo que sigue es una s¨¢tira confusa, una suerte de viaje a lomos de diferentes escuelas de adoctrinamiento salpicada de referencias cin¨¦filas y culturales. Lo mejor llega cuando el personaje se cruza con el supremacista al que da vida Simon Rex, el protagonista de Red Rocket, de Sean Baker, que aqu¨ª borda su personaje. Todo lo que ocurre en esta parada, pese a ser tambi¨¦n bastante desconcertante, es lo m¨¢s logrado de la pel¨ªcula, con su evocaci¨®n del mito de Lolita y la Annabel Lee de Edgar Allan Poe. Se trata de un profesor que oculta su ideolog¨ªa por miedo a represalias, pero en cuya casa, llena de libros, tiene colchas de patchwork con esv¨¢sticas zurcidas. El tipo est¨¢ lleno de matices e ideas, pero resulta algo inc¨®modo que sea el ¨²nico que traspasa la caricatura y, por tanto, logra despertar en el espectador aut¨¦ntico inter¨¦s, algo que no ocurre con los dem¨¢s personajes. El resto del viaje incluye una parada en el rodaje de un pastiche hist¨®rico que dirigen una pareja de cineastas neoyorquinos, una matanza estramb¨®tica y una inmersi¨®n en una c¨¦lula secreta de un grupo de islamistas¡­ y todo sin que la impert¨¦rrita Lillian pesta?ee, algo que se puede leer como una cr¨ªtica a la insensibilidad contempor¨¢nea o como la prueba de su cinismo insoportable.

S¨¢tira de Estados Unidos a trav¨¦s del espejo de la generaci¨®n Z, el principal problema de la pel¨ªcula de Williams, pese a que consigue atraparnos con su delirio, es que rezuma un tipo de humor y de ideas de adolescente empanado que pueden ser una cosa y la contraria. Esa peligrosa indefinici¨®n refleja una parte importante de la locura del presente, pero no acaba de tocar el verdadero misterio de su pa¨ªs y su oscuro nihilismo.