¡®Wolfs¡¯: George Clooney y Brad Pitt evocan (sin consumar del todo) las comedias de acci¨®n de Cary Grant

Treinta a?os despu¨¦s de que Harvey Keitel dijera en Pulp Fiction aquello de ¡°no empecemos a chuparnos las pollas todav¨ªa¡± y de que la figura del arreglador an¨®nimo se convirtiera en c¨¦lebre para el cine (¡°Hola, soy el se?or Lobo, soluciono problemas¡±), el guionista y director Jon Watts, bajo el manto econ¨®mico y empresarial de Apple TV+, ha debido de pensar que aunque sea imposible superar los di¨¢logos de Quentin Tarantino, al menos se puede alcanzar un cierto nivel por otras dos v¨ªas: la acumulaci¨®n, por un lado, y la sofisticaci¨®n, el carisma y la belleza, por el otro. Dos lobos en lugar de uno, con el glamur de George Clooney y Brad Pitt. Casi todo lo dem¨¢s en Wolfs, comedia de acci¨®n con tintes de thriller, resulta irrelevante. O quiz¨¢ no tanto.

Durante la mayor parte de la historia, hasta un ¨²ltimo trecho en que el thriller algo m¨¢s circunspecto se apodera durante demasiados minutos de la funci¨®n, Wolfs es una pel¨ªcula atractiva y efervescente. Se olvida al instante, pero mientras est¨¢ arriba cumple su funci¨®n gracias, c¨®mo no, a sus dos estrellas, y tambi¨¦n a la labor de Watts, que en la saga de Spider-Man protagonizada por Tom Holland ya hab¨ªa demostrado encanto y comicidad dentro de un producto de acci¨®n.

Aqu¨ª lo logra con un guion hecho a la medida de Clooney y Pitt, amigos en la vida real, c¨®mplices a la fuerza en la pel¨ªcula, pues ambos deben trabajar juntos, pese a sus reticencias constantes, para arreglar el desaguisado de la noche de farra de una fiscal del distrito con fama de adalid contra el crimen, que se encuentra en un hotel con el cad¨¢ver de su prostituto estrellado contra una mesa de cristal. Los di¨¢logos de Watts, r¨¢pidos, afilados, combinando la sofisticaci¨®n y la ingenuidad, evocan en algunos momentos los de las screwball comedies de los a?os treinta y cuarenta, con una importante variante: si all¨ª la lucha era de sexos, de mujeres contra hombres, aqu¨ª lo es de egos masculinos, pero en no pocos momentos parece que veamos a Katharine Hepburn y Cary Grant lanz¨¢ndose pullas continuas en pos de la elegancia y el triunfo verbal. Por supuesto que tambi¨¦n tiene ramalazos de pel¨ªcula de colegas (Buddy movie), pero es la endiablada rapidez y la clase de los protagonistas lo que empasta el conjunto.

Mientras, en la puesta en escena, Watts utiliza bien el fuera de campo desde el minuto inicial, elimina im¨¢genes superfluas a los apenas cuatro protagonistas (a la directora del hotel, ni se la ve), tiene un par de giros estupendos en la primera mitad, y compone un par de sorpresas de comedia de acci¨®n: el atropello, y el baile. Eso s¨ª, con unos Clooney y Pitt muy medidos, sin gui?os ni tics de m¨¢s, entroncando con el Cary Grant de Charada y Con la muerte en los talones, a la pel¨ªcula se le acumulan tambi¨¦n los clich¨¦s (la bolsa con droga, la mafia de la Europa del Este¡­), y la paranoia en la l¨ªnea ?Jo, qu¨¦ noche! es m¨¢s tediosa que graciosa.

Un ¨²ltimo ¨¢ngulo del an¨¢lisis de una pel¨ªcula como esta lo conformar¨ªa el hecho de que un producto con Pitt y Clooney no vaya a pasar por los cines y se estrene directamente en la plataforma de la empresa que ha gastado, seg¨²n The New York Times, 70 millones de euros solo en el sueldo de sus dos estrellas (¡°Millones y millones menos de esa cifra¡±, replic¨® Clooney en el festival de Venecia). De modo que imaginen el presupuesto total. Ahora que parec¨ªa que la inmensa mayor¨ªa de las productoras con plataforma propia se convenc¨ªa por fin de que la ventana de exhibici¨®n en salas es ideal para iniciar el cortejo y ganar (a¨²n) m¨¢s dinero, Apple se baja del burro. Lo que tambi¨¦n nos lleva a una disquisici¨®n interesante, que al menos este cr¨ªtico tiene clara: el nivel de exigencia de buena parte de los espectadores con una pel¨ªcula de estreno (o una serie) vista en casa es infinitamente menor que con cualquier t¨ªtulo disfrutado en cines. Y eso es mortal para la calidad futura.