Leo Fleischman, tres bibliotecarios y la Revoluci¨®n de octubre del 34
El primer voluntario estadounidense ca¨ªdo en la Guerra Civil se cas¨® con una burgalesa, lleg¨® a Madrid en 1933 y se obsesion¨® con la Revoluci¨®n de Asturias, de la que se cumplen noventa a?os
Este mes se cumplen noventa a?os de la Revoluci¨®n de Asturias y de la muerte de Leo Fleischman, primer voluntario estadounidense ca¨ªdo en la Guerra Civil espa?ola, un neoyorquino que form¨® parte de aquel revolucionario suceso. El norteamericano estaba casado con la bibliotecaria burgalesa Ernestina Gonz¨¢lez y era cu?ado del inspector de bibliotecas Juan Vic¨¦ns. Todos ellos apoyaron el proceso revolucionario de octubre de 1934: la insurrecci¨®n obrera que prendi¨® en Asturias y fue sofocada brutalmente por las fuerzas de seguridad. En diciembre de ese a?o Vic¨¦ns envi¨® a Par¨ªs el ¡°relato de un soldado que estaba en Asturias haciendo el servicio durante los sucesos¡±, prometiendo mandar pronto ¡°magn¨ªficas fotos¡±. Ese documento ejemplifica su empe?o en que la informaci¨®n sobre la represi¨®n posterior llegara a la prensa internacional: ¡°Fusilaron a ochenta revolucionarios sin juicio alguno [¡] abrieron una fosa en el patio, entre los fusilados, que eran todos j¨®venes, hab¨ªa muchachos y muchachas. Los llamaban de tres en tres, ellos acud¨ªan animosos, como a una orden militar. En el momento de llegar ante la fosa, levantaban el pu?o, gritaban ¡®Viva la Revoluci¨®n¡¯ y ca¨ªan fusilados. Inmediatamente eran enterrados en la fosa en el mismo patio¡±.
Leo Fleischman hab¨ªa nacido en 1889 en Nueva York, hijo de una familia adinerada de corredores de bolsa relacionada con el imperio de la levadura. Estudi¨® ingenier¨ªa de minas en la Universidad de Columbia y termin¨® la carrera en la Universidad de Dakota del Sur. Era un estudiante del mont¨®n, quer¨ªa correr mundo y despu¨¦s de graduarse trabaj¨® como encargado de minas en Colorado y en Sudam¨¦rica. Cuando regres¨® a la Gran Manzana se instal¨® en un c¨¦ntrico apartamento cerca de Times Square y mont¨® con un amigo una empresa que comercializaba cera para abrillantar suelos. Conoci¨® a la bibliotecaria de Burgos que hab¨ªa ido a Estados Unidos como lectora de espa?ol, se casaron en Queens y se mudaron a Madrid en 1933, instal¨¢ndose en un ¨¢tico en calle de Alcal¨¢. Ambos se politizaron durante esos a?os y su destino quedar¨ªa marcado por la Guerra Civil espa?ola.
Las hermanas Ernestina y Mar¨ªa Luisa eran inseparables desde siempre, hab¨ªan vivido juntas en la Residencia de Se?oritas, prepararon all¨ª las oposiciones a bibliotecas y cultivaron una estrecha amistad con Lorca, Bu?uel y Dal¨ª. Los cu?ados Vic¨¦ns y Fleischman congeniaron de inmediato y los cuatro se acercaron a la ¨®rbita del comunismo. El peri¨®dico estadounidense Daily Worker subrayaba que Leo trabaj¨® en 1934 como corresponsal para varios medios y ayud¨® econ¨®micamente a los mineros. Sus a?os como capataz en las minas hab¨ªan despertado su conciencia de clase. Una carta de Vic¨¦ns fechada en diciembre de ese a?o documenta el esfuerzo de todos ellos para hacer llegar a Francia documentos sobre la Revoluci¨®n de Asturias: ¡°He conseguido una foto, tomada en la c¨¢rcel, de Javier Bueno, director de Avance, el peri¨®dico socialista de Oviedo. Se ven perfectamente las ¨²lceras producidas por los tormentos que ha sufrido en prisi¨®n. [¡] Me dicen que Luis te envi¨® la carta de Gord¨®n Ord¨¢s. Es un documento muy importante y es preciso que hagas una copia o traducci¨®n. Di que es de parte de la mujer de Leo¡±. En esas mismas fechas el matrimonio Vic¨¦ns Gonz¨¢lez ayud¨® a los presos y aloj¨® en su casa durante tres meses a un revolucionario asturiano que permanec¨ªa en la clandestinidad.
Dos a?os despu¨¦s, la Guerra Civil sorprendi¨® a Leo, Ernestina y Vic¨¦ns en Madrid. El norteamericano se alist¨® de inmediato en el Quinto Regimiento y empez¨® a colaborar en una f¨¢brica de producci¨®n de armamento. All¨ª trabaj¨® con su amigo el bi¨®logo Faustino Cord¨®n y con Le¨®n Meabe, hijo del fundador de las Juventudes Socialistas. Hasta ahora exist¨ªan escuetas referencias a Leo Fleischman, como la semblanza que aparece en el archivo digital de la Brigada Lincoln (ALBA): ¡°Jud¨ªo, ingeniero de minas, voluntario en la industria armament¨ªstica republicana, muerto en una explosi¨®n¡±, y un recibo del cineasta Luis Bu?uel conservado en la Residencia de Estudiantes: ¡°He recibido de Leo Fleischman la cantidad de cuatrocientas noventa libras esterlinas para compra de material cinematogr¨¢fico de las que me hago responsable para saldarlas en su d¨ªa¡±. Leo era generoso apoyando las causas en las que cre¨ªa. No est¨¢ claro si Bu?uel invirti¨® ese dinero en producir alg¨²n documental de guerra, pero lo cierto es que el neoyorquino nunca lleg¨® a ver el filme porque el accidente que le cost¨® la vida tuvo lugar al mes siguiente.
El 30 de septiembre de 1936 se produjo una explosi¨®n en la f¨¢brica de municiones. El joven Meabe muri¨® en el acto y Leo ingres¨® en el Hospital del Quinto Regimiento de Cuatro Caminos, falleciendo de septicemia dos semanas despu¨¦s, la madrugada del 17 de octubre. Ten¨ªa 47 y Ernestina jur¨® entonces lealtad a la causa antifascista. El peri¨®dico Mundo Obrero inform¨® de la tr¨¢gica muerte del camarada norteamericano: ¡°Un gran amigo de Espa?a, un entusiasta admirador de su pueblo y un leal compa?ero en las horas de hero¨ªsmo y sacrificio de las masas populares espa?olas. Su entierro constituy¨® una impresionante manifestaci¨®n de condolencia de cuantos lo conoc¨ªan y estimaban fraternalmente¡±.
Dos meses despu¨¦s Ernestina se despidi¨® de su hermana y su cu?ado en el puerto de Le Havre y embarc¨® en el buque Normand¨ªa hacia Nueva York. Los tres bibliotecarios no pod¨ªan imaginar entonces que se iniciaba all¨ª una larga separaci¨®n que los llev¨® a puntos lejanos del planeta: Ernestina permaneci¨® en Manhattan, Mar¨ªa Luisa crio a sus hijos en Mosc¨² y Juan Vic¨¦ns se exili¨® en Ciudad de M¨¦xico. Pasar¨ªan d¨¦cadas hasta que pudieran reencontrarse. Ernestina lleg¨® a los muelles del Hudson la Nochebuena de 1936 y particip¨® enseguida en varios homenajes a su esposo. El peri¨®dico New York Post le hizo una larga entrevista en la que ella explic¨® que la muerte de Leo no hab¨ªa sido un accidente de guerra: ¡°Los peri¨®dicos fascistas de Burgos cubrieron la noticia antes incluso de que sucediera. Dijeron que hab¨ªa sido resultado de un bombardeo a¨¦reo, pero no hubo tal cosa, fue un sabotaje de los agentes fascistas¡±.
La viuda adopt¨® entonces su apellido de casada, convirti¨¦ndose en Ernestina G. Fleischman. En esa ciudad que aspiraba a convertirse en capital del mundo la bibliotecaria ejerci¨® durante casi dos d¨¦cadas como activista antifranquista, periodista, oradora y directora de un programa de radio en espa?ol titulado La voz de Espa?a combatiente. El FBI sigui¨® sus pasos muy de cerca, asoci¨¢ndola a instancias de espionaje, comunismo y subversi¨®n. En octubre de 1947 Ernestina escribi¨® un art¨ªculo publicado en Par¨ªs con el t¨ªtulo La mujer antifascista en el octubre glorioso, donde rememoraba que la Revoluci¨®n de Asturias hab¨ªa adquirido proporciones gigantescas por el empe?o de los ¡°heroicos mineros¡±. El texto iba acompa?ado de la fotograf¨ªa de la joven Aida Lafuente, presentando como emblema de la lucha revolucionaria a esa ¡°muchachita de veinte a?os que, arengando a los obreros al combate y al pie de una ametralladora, muri¨® acribillada a balazos¡±. Ernestina no hab¨ªa olvidado ni la gesta asturiana ni la Guerra Civil que defini¨® su vida. Desde Nueva York emprendi¨® un largo y colosal esfuerzo en apoyo de la lucha antifranquista, pero tanto ella como su esposo son protagonistas olvidados de la historia. Est¨¢n enterrados juntos en el cementerio civil de Madrid con la sencilla dedicatoria: ¡°Ernestina y Leo Fleischman, con agradecida compenetraci¨®n¡±.
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