La carta perdida de Unamuno que explica ¡°vencer¨¦is pero no convencer¨¦is¡± y muestra su repulsa del franquismo
El intelectual escribi¨® una misiva durante la Guerra Civil, considerada su testamento ideol¨®gico y donde muestra su horror ante la represi¨®n fascista, que se ha podido recomponer parcialmente a trav¨¦s de fuentes indirectas
El ¡°vencer y convencer¡± pronunciado por Miguel de Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca en octubre de 1936 ha hecho correr r¨ªos de tinta. ?Qu¨¦ palabras pronunci¨® el rector exactamente y cu¨¢l fue la reacci¨®n de los presentes y de Mill¨¢n Astray? El profesor alud¨ªa a la diferencia entre vencer con las armas y convencer con la raz¨®n. Se ha hablado mucho de esa jornada en el paraninfo pero, en cambio, no sabemos casi nada de una carta perdida que el rector escribi¨® dos meses m¨¢s tarde y que podr¨ªa interpretarse como su testamento ideol¨®gico. Ese documento ha permanecido ignorado porque la carta no lleg¨® a salir de Salamanca ni se public¨® nunca con la firma del escritor vasco. Una entrevista grabada en la madrile?a Residencia de Estudiantes en 1998 con un testigo de los hechos, el ingeniero hispano-sovi¨¦tico Manuel Vicens Gonz¨¢lez, proporciona la clave para recobrar ecos y fragmentos de esa carta perdida que ha podido ser ahora reconstruida parcialmente e ilustra un momento esencial en la vida del rector.
Cuando estall¨® la Guerra Civil, Manolo Vicens ten¨ªa ocho a?os y estaba en Salamanca con su madre y sus t¨ªas. A finales de los noventa, tras vivir en Rusia casi toda su vida, conversaba en impecable castellano sobre sus padres y sobre la donaci¨®n del archivo familiar a la Residencia. En esa charla, y en una entrevista publicada en EL PA?S, Vicens mencion¨® la carta que Unamuno hab¨ªa entregado a su madre para que la sacara de Espa?a. Mar¨ªa Luisa Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez era una bibliotecaria de Burgos, hab¨ªa sido alumna y protegida de Unamuno en Salamanca y tanto ella como sus hermanas ten¨ªan una estrecha amistad con el profesor y con sus hijas, forjada durante los veraneos de ambas familias en Becedas (?vila). El rector salmantino confiaba en su disc¨ªpula y tuvo una larga conversaci¨®n con ella antes de encomendarle la carta, que iba dirigida ¡°a los due?os del hotel de Hendaya donde ¨¦l hab¨ªa vivido durante su destierro¡± en tiempos de Primo de Rivera. Poco despu¨¦s, Mar¨ªa Luisa huy¨® de Salamanca con sus hijos en taxi de madrugada.
Manuel Vicens recordaba los tensos preparativos de la marcha. Sus t¨ªas discutieron largamente sobre el asunto y convencieron a Mar¨ªa Luisa de que no se llevara la carta por miedo a que, si era interceptada, pudiera costarle al rector la c¨¢rcel por su postura inequ¨ªvocamente antifranquista. La bibliotecaria opt¨® por aprenderse de memoria los fragmentos m¨¢s importantes, dando vueltas por el pasillo mientras estudiaba y repet¨ªa incansablemente el texto. Cuando Mar¨ªa Luisa y su esposo ¡ªel bibliotecario aragon¨¦s Juan Vicens¡ª se reunieron en Ir¨²n para cruzar juntos la frontera decidieron lidiar con la situaci¨®n tomando apuntes de los fragmentos que ella hab¨ªa archivado en su cerebro.
La trasmisi¨®n de las ideas de Unamuno fue un ejercicio activo de memoria hist¨®rica. Manuel Vicens aporta la clave para encontrar estos nuevos datos al mencionar un recorte de peri¨®dico con informaci¨®n tomada directamente de la carta salmantina. El texto funciona como la copia hecha por un amanuense que plasma los hechos narrados por un trovador. Juan Vicens hab¨ªa escrito un art¨ªculo donde recog¨ªa fragmentos, ideas y recuerdos de Unamuno procedentes de la carta encomendada a Mar¨ªa Luisa.
Una referencia de Ram¨®n Salaberr¨ªa, bi¨®grafo de Juan Vicens, ha permitido desenterrar ese art¨ªculo que no ha sido estudiado hasta ahora y que se public¨® en 1945 en la revista mexicana Arag¨®n con el inequ¨ªvoco t¨ªtulo Unamuno y el franquismo. Para entonces el matrimonio estaba separado por el exilio: Mar¨ªa Luisa resid¨ªa en Mosc¨² con sus hijos y Juan Vicens en M¨¦xico. En ese art¨ªculo, el bibliotecario tom¨® precauciones para ocultar la identidad de su esposa ¡ªcontrabandista de ideas¡ª y de las depositarias de la carta original que ¡°est¨¢ en Salamanca a buen recaudo y alg¨²n d¨ªa ver¨¢ la luz¡±. La falta de transparencia evidencia sus esfuerzos para proteger a su mujer y a la guardiana de la carta que debi¨® ser la hermana mayor de Mar¨ªa Luisa, Felisa Gonz¨¢lez, que hab¨ªa sido encarcelada dos veces y trataba de sobrevivir en Salamanca al abrazo asfixiante de la represi¨®n franquista.
El art¨ªculo de Juan Vicens expone que en diciembre de 1936 Unamuno convers¨® y confi¨® su carta a ¡°una se?ora a quien conozco muy bien y con quien habl¨¦ entonces extensamente. Hab¨ªa sido disc¨ªpula de Unamuno y entre su familia y la de este exist¨ªa una estrecha amistad¡±. Explica tambi¨¦n que ¡°una persona de la familia de la se?ora le recogi¨® la carta, temerosa de que se la encontraran en el registro aduanal¡±. Vicens se convert¨ªa as¨ª en albacea de las ideas del rector, trasmitiendo desde el exilio las notas tomadas a?os atr¨¢s.
En su escrito comparte que Unamuno atacaba duramente a los franquistas, a los que acusaba de ser ¡°una banda de analfabetos e idiotas que estaban hundiendo a Espa?a en la verg¨¹enza y en la estupidez¡±, cita como palabras textuales su cr¨ªtica a la ¡°fr¨ªa, met¨®dica, cient¨ªfica y s¨¢dica represi¨®n franquista¡± y cuenta que el rector hab¨ªa tildado de ¡°mamarracho¡± a un bibliotecario de la universidad por llevar la camisa y el gorrito falangista. El art¨ªculo explica tambi¨¦n que Unamuno hab¨ªa enviado una carta a Luca de Tena, director del peri¨®dico ABC de Sevilla, expresando su horror ante la visi¨®n insoportable de ¡°las damas y se?oritas piadosas que acud¨ªan por las ma?anas con malsano placer a contemplar los cad¨¢veres de los izquierdistas paseados por los falangistas¡±.
Las palabras de Juan Vicens han permitido localizar tambi¨¦n un testimonio desconocido hasta ahora, escrito en 1961 por la propia Mar¨ªa Luisa con motivo del aniversario de la muerte de su mentor. Se public¨® en Bruselas en la revista Nuestras Ideas con el t¨ªtulo Notas recordatorias, y su autora se presenta como ¡°testigo presencial¡± de aquellos acontecimientos y cuenta que, tras los sucesos de la universidad, se colocaron en los escaparates de la Plaza Mayor de Salamanca letreros con el mensaje ¡°Prohibido hablar de lo ocurrido en el paraninfo¡± que incitaban a todo lo contrario. La bibliotecaria revela que el escritor falangista Eugenio Montes se hab¨ªa presentado en casa de Unamuno para visitarle con la excusa de que compart¨ªan las mismas ideas y este le hab¨ªa cerrado la puerta tras espetarle ¡°pero ?saben ustedes qu¨¦ cosa es tener ideas?¡±, y expresa consternaci¨®n porque el f¨¦retro de Don Miguel fuera llevado a cuestas por falangistas que vest¨ªan el atuendo aborrecido. Recuerda tambi¨¦n que fue a pedirle ayuda para conseguir un pasaporte, pero Unamuno le contest¨® que no pod¨ªa hacer nada por ella porque ¡°si la recomiendo la fusilan¡±.
Refiere la ¨²ltima entrevista con su maestro el 17 de diciembre: ¡°Coment¨® los cr¨ªmenes y atrocidades (¡) Me cont¨® c¨®mo escrib¨ªa a todo el mundo para que se enterasen de lo que all¨ª pasaba. Me encarg¨® que fuera a ver en Par¨ªs a Mara?¨®n y a Ortega y que les hablara de la situaci¨®n y de su actitud ante ella. Me dec¨ªa: ¡®D¨ªgales usted que no vengan, esto es una feroz locura colectiva¡±. Las citas de esa carta custodiada, copiada y citada fragmentariamente arrojan una luz cuyo brillo se superpone a los sucesos del paraninfo. Probablemente, nunca aparezca esa misiva que las hermanas Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez guardaron bajo llave en Salamanca, pero estos escritos y recuerdos del matrimonio Vicens Gonz¨¢lez iluminan la postura de Unamuno en sus ¨²ltimos d¨ªas. Su disc¨ªpula descarta el rumor de que el escritor fuera asesinado por los falangistas, pero declara con vehemencia ¡°que su vida se acort¨® y se apresur¨® su fin con el tremendo dolor que sent¨ªa por Espa?a, a la que ve¨ªa tan mal parada¡±.
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