¡®Smile 2¡¯: una interpretaci¨®n deslumbrante en un estudio sobre el colapso mental de una estrella pop

Una sonrisa falsa y a destiempo puede dar mucho m¨¢s miedo que una mueca de pavor. El escalofr¨ªo de lo inesperado, el espanto del gesto contradictorio. Parker Finn se hizo un nombre hace dos a?os con esa imagen, en una pel¨ªcula de terror sin elevadas pretensiones art¨ªsticas que, sin embargo, cumpl¨ªa mucho mejor que otras m¨¢s grandilocuentes con los prop¨®sitos del g¨¦nero. Se sufr¨ªa sobremanera con el trauma de la protagonista de Smile (2022), una joven psiquiatra acostumbrada a lidiar con la locura, pero al mismo tiempo el conjunto era una fiesta de la efervescencia no carente de sentido del humor. Un estimulante debut que presentaba a un autor con excelente dominio de la puesta en escena, del ritmo interno de la secuencia y del montaje, que adem¨¢s hab¨ªa escrito en solitario aquella apuesta por una pavorosa sonrisa de felicidad malsana justo antes de la muerte.

En un panorama cinematogr¨¢fico como el actual, en el que las secuelas son inevitables aun con los n¨²meros econ¨®micos justos, la continuaci¨®n parec¨ªa asegurada con una producci¨®n que hab¨ªa costado 15 millones de euros y que logr¨® recaudar 202 en todo el mundo. Eso s¨ª, Finn, quiz¨¢ consciente de que se pod¨ªa hacer reiterativo uno de los mejores elementos de la primera entrega, la cadena de contagio (impulsada adem¨¢s por la terrible pandemia de los a?os 2020 y 2021), la ha reducido en Smile 2 a apenas una persona. Una protagonista ¨²nica que, por su condici¨®n, por los conflictos internos y del pasado, y por la muy especial tensi¨®n a?adida a su oficio, la hace part¨ªcipe de algo m¨¢s que una pel¨ªcula de terror.

Alrededor de una estrella juvenil de la m¨²sica pop, el director y guionista compone un interesante estudio sobre la fama, la necesidad de adulaci¨®n y tambi¨¦n de cobijo, el acoso de los fan¨¢ticos, la falta de preparaci¨®n personal para soportar la presi¨®n, la inclemencia de una parte del s¨¦quito que la acompa?a, y la siempre amenazadora tentaci¨®n del jolgorio desenfrenado, las drogas recreativas y la adicci¨®n a los f¨¢rmacos de ayuda con el dolor y el mal estado f¨ªsico y mental.

Algo m¨¢s truculenta y confusa que la pel¨ªcula original, sobre todo en su trecho final, pero con la misma precisi¨®n en la direcci¨®n, Smile 2 apuesta por una explicitud a¨²n mayor con sus desmembramientos de dedos, brazos y mand¨ªbulas, con sus efectos cercanos al gore m¨¢s sangriento. Como si quisiera dejar a un lado el subg¨¦nero del slasher juvenil para abrazar una especie de torture porn social en torno al martirio de la fama. Mientras, en lo que s¨ª reincide, y con algunos minutos m¨¢s respecto de la primera, es en el excesivo metraje. As¨ª, el recorte de alguna secuencia (por ejemplo, la de la amenaza sonriente del cuerpo de baile de la estrella, la peor de la pel¨ªcula, por mucho que est¨¦ coronada por un fant¨¢stico efecto especial) no le hubiese venido nada mal para ajustar un relato que, un tanto redundante en su n¨²cleo central, emerge de nuevo tras la aparici¨®n del personaje del enfermero, con una formidable actuaci¨®n de Peter Jacobson, en modo alguno la ¨²nica en una obra muy cuidada en el aspecto interpretativo.

Cap¨ªtulo aparte merece el trabajo de Naomi Scott, protagonista absoluta de una pel¨ªcula que seguramente lo volver¨¢ a romper en taquilla. Su despliegue f¨ªsico, vocal y gestual, en un papel en el que debe pasar por numerosos estados de ¨¢nimo, y la mayor¨ªa de las veces con la c¨¢mara a apenas un palmo, en primer¨ªsimo primer plano, es deslumbrante. De los que deber¨ªan reconocerse con premios si no hubiera tantos prejuicios con el terror en este sentido.