Los secretos del gran editor alem¨¢n de Suhrkamp: ¡°Querido Mario, ?Carmen Balcells es un dolor de cabeza!¡±
La venta de la editorial marca un fin de ¨¦poca en Alemania mientras se publican miles de jugosos informes y nuevas cartas del fallecido pope de la edici¨®n
Podr¨ªa haber sido una noticia para las p¨¢ginas inmobiliarias, acaso interesante para alg¨²n millonario o un fondo inversor, pero poco m¨¢s. Una casa de 430 metros cuadrados con jard¨ªn en un barrio acomodado de Fr¨¢ncfort sal¨ªa a la venta por 4,1 millones de euros. Cuando el pasado junio el Franfkurter Allgemeine Zeitung public¨® que el n¨²mero 35 de la Klettenbergstrasse sal¨ªa al mercado, qued¨® claro que en realidad la noticia era para las p¨¢ginas culturales. Porque se trataba de la Villa Unseld, la residencia durante d¨¦cadas del editor Siegfried Unseld (1924-2002), los salones por los que pasaron los grandes nombres de la literatura mundial. La venta de la Villa Unseld coincid¨ªa con el centenario de su nacimiento y un alud de novedades editoriales, reediciones y nuevos documentos que arrojan luz sobre su trayectoria e influencia. Hace unos d¨ªas se desvel¨® que el hombre de negocios de Hamburgo Dirk M?hrle, que ya pose¨ªa un 29% de las acciones, compraba la totalidad de Suhrkamp, la editorial que, bajo el mando de Unseld entre 1959 y 2002, fue un faro intelectual de la nueva Rep¨²blica Federal. Se ha cerrado as¨ª un cap¨ªtulo ¨Do un libro¨D fundamental en la cultura alemana y europea. Y la latinoamericana.
¡°Es definitivamente el fin de una ¨¦poca¡±, dice por tel¨¦fono la mujer que descubri¨® a Unseld el continente, hasta entonces poco conocido para ¨¦l, de la literatura en lengua espa?ola de su tiempo. Michi Strausfeld confeccion¨® en 1973 para el editor una lista de autores latinoamericanos que deber¨ªa publicar. Empez¨® entonces una aventura que llev¨® a Unseld a tener en su escuder¨ªa a dos premios Nobel (Octavio Paz y Mario Vargas Llosa) y tres Premios de la paz de los libreros alemanes (los dos citados m¨¢s Jorge Sempr¨²n). Una historia de literatura y amistad, de fricciones a veces, que se refleja en un libro reci¨¦n publicado en alem¨¢n, Hundert Briefe (Cien cartas), a¨²n no traducido, y en las m¨¢s de 5.000 p¨¢ginas de Cr¨®nicas e Informes de viaje, que Unseld regularmente dictaba y que desde el 28 de septiembre, d¨ªa de su aniversario, est¨¢n disponibles en internet. Son una historia minuciosa de la vida profesional, de la vida a secas, de aquel hombre que ¡°se entusiasmaba con la literatura¡±, recuerda Strausfeld, ¡°con una curiosidad sin l¨ªmites y una energ¨ªa absolutamente incre¨ªble¡±.
¡°Julio Cort¨¢zar ¡ªOctavio Paz¡ª Alejo Carpentier. Encuentros con la gran literatura latinoamericana¡±, rese?a Unseld tras un viaje a Par¨ªs en 1979. ¡°Los tres impresionantes, porque no solo reflejan lo propio, el propio continente, sino los otros, a la vez y en s¨ª mismos¡±.
El texto, mecanografiado, puede leerse en la web siegfried-unseld-chronik.de. Como otro sobre un viaje a Madrid, en 1982, con ocasi¨®n de la ceremonia de entrega del Premio Cervantes a Octavio Paz. Unseld escribe sobre la recepci¨®n en el palacio de la Zarzuela: ¡°El rey y la reina se mostraron afables, pero demostraron tambi¨¦n ser buenos anfitriones, fueron atentos con los invitados, estaban disponibles para todo el mundo, me explicaron que siempre les gustaba volver a Alemania, yo les transmit¨ª los saludos de [Karl] Carstens [el presidente federal], que ¨¦l acept¨® con placer¡±.
Unseld se encuentra en Madrid con periodistas, editores, autores. ¡°Juan Bennet [sic] ha recibido la aprobaci¨®n de mis interlocutores, tambi¨¦n de Octavio Paz. [El editor] Jaime Salinas ha rechazado a Rosa Chacal [sic], pero Octavio Paz la encuentra formidable; debemos estudiarlo bien. Pere Gimferrer (...) es un lector muy exacto al que la se?ora Strausfeld siempre puede referirse para comparar sus juicios¡±.
Strausfeld, que durante d¨¦cadas colabor¨® con ¨¦l desde Madrid, Barcelona o Par¨ªs, atesora recuerdos impagables. El grandull¨®n Unseld meti¨¦ndose en el diminuto Fiat de Strausfeld para ir a visitar a Merc¨¨ Rodoreda a Romany¨¤ de la Selva (Girona). Y, tras la visita, el editor haciendo una campa?a entre los libreros alemanes a favor de Auf der Pla?a del Diamant (La plaza del Diamante). ¡°Su relaci¨®n con los autores fue muy intensa¡±.
Unseld regresa a Madrid en 1990, el a?o de la reunificaci¨®n de las dos Alemanias. Se encuentra con Eduardo Mendoza y le declara su admiraci¨®n por La ciudad de los prodigios. En una recepci¨®n organizada por Michi Strausfeld en su casa en Madrid, con autores y periodistas, coincide entre otros con Juan Jos¨¦ Mill¨¢s y Rosa Montero, ¡°reportera-jefa de EL PA?S¡±. ¡°El tema principal de la noche fue la uni¨®n alemana¡±, escribe el editor. ¡°Tambi¨¦n aqu¨ª inquietud y miedo. Alejandro G¨¢ndara, jefe de literatura de EL PA?S, cre¨ªa que hab¨ªa que temer un nuevo gran Reich alem¨¢n, pese la amistad reencontrada¡±. Un d¨ªa visita el Prado y reflexiona: ¡°Los espa?oles siempre fueron m¨¢s fuertes en el arte que en la literatura y la m¨²sica. Quiz¨¢ en Espa?a, como nos ocurre a nosotros, se percibe un proceso por el cual durante el proceso democr¨¢tico el nivel de la media sube, mientras que el nivel de la cumbre se aplana¡±.
En las nuevas Hundert Briefe, Unseld le relata a Julio Cort¨¢zar en 1980 las vicisitudes de la traducci¨®n de Rayuela y las angustiosas revisiones a las que somete el texto ante el temor a una mala cr¨ªtica en la prensa. ¡°No podemos permitirnos una cr¨ªtica a la traducci¨®n de este texto importante¡±, escribe. ¡°Lo sabemos por Lenin. Confiar [en este caso en el traductor] est¨¢ bien. Controlar, mejor¡±.
Los egos
Unseld estaba acostumbrado a lidiar con los egos de los autores, algunos tan peculiares como Thomas Bernhard o Peter Handke. Pero en las cartas solo parece a punto de perder la paciencia en contadas ocasiones. Una de ellas es una carta a Vargas Llosa en 1988, en la que lamenta los m¨¦todos de Carmen Balcells, la agente del autor de La ciudad y los perros. ¡°Querido Mario, ?nuestra Carmen es un dolor de cabeza!¡±, se queja. ¡°Carmen¡±, a?ade, ¡°juega a un juego que, a largo plazo, no es el mejor para los autores¡±. En uno de los textos disponibles en internet, se queja de que Balcells pida un anticipo de un mill¨®n de marcos por una novela de Isabel Allende, y lo describe como ¡°el primer intento de la mafia que ha sumido en una crisis al mundo editorial ingl¨¦s y estadounidense con este tipo de exigencias y chantajes¡±.
Por las cartas e informes desfilan Hermann Hesse, Theodor W. Adorno, Paul Celan, Gershom Scholem, Hans Magnus Enzensberger, Martin Walser, J¨¹rgen Habermas, Emil Cioran, Marguerite Duras. O Max Frisch e Ingeborg Bachmann, que formaron un curioso grupo con Unseld y Henry Kissinger. Lo relata otra novedad editorial del centenario, Kissinger und Unseld. Die Freundschaft zwei ?berlebender (Kissinger y Unseld. La amistad de dos supervivientes). El autor, Willi Winkler, retrata a un Kissinger desconocido, ¡°el amigo de la literatura alemana¡±. A eso se refer¨ªa George Steiner cuando acu?¨® el t¨¦rmino ¡°cultura Suhrkamp¡±: alta intelectualidad, glamur, poder. ¡°Hoy es impensable una editorial con este abanico de pensadores y literatos¡±, resume Paul Ingendaay, cronista cultural del Frankfurter Allgemeine Zeitung. ¡°No hay un sucesor para un personaje as¨ª¡±.
Unseld ya no est¨¢, la sede hace a?os que se traslad¨® de Fr¨¢ncfort a Berl¨ªn y el nuevo propietario, Dirk M?hrle, asegura que Suhrkamp es ¡°un bien cultural¡± que ¨¦l promete ¡°proteger y preservar¡±. ?Y la Villa Unseld? A finales de agosto se supo que se hab¨ªa vendido a una persona privada. No se ha desvelado su identidad.
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