¡®Por donde pasa el silencio¡¯: coraje, campo y pueblo en un notable debut

La diferencia entre el entorno rural y el campo radica ¨²nicamente en quien los nombra. ¡°Entorno rural¡± lo dice el de fuera, el que intenta entenderlo y analizarlo, pero apenas lo ha pisado. ¡°Campo¡± lo dice el de dentro, el que lo ha mamado, respetado y sufrido. Con el cine ocurre igual.

En los ¨²ltimos a?os se han hecho muchas pel¨ªculas espa?olas ambientadas en ambos lugares que en realidad son el mismo: algunas de ellas perge?adas desde fuera, pero que gracias al extraordinario talento de sus creadores sab¨ªan y ol¨ªan a dentro, a campo, a pueblo; otras muchas, tambi¨¦n desde el exterior, aunque con una condescendencia y hasta una cierta soberbia que atufaba a clase alta hablando de lo que no le toca ni sabe; y, por ¨²ltimo, unas pocas que part¨ªan desde lo m¨¢s profundo del interior, del que tiene algo que contar, que rumiar y que derramar sobre lo suyo, escritas y dirigidas por cineastas que conocen lo que son el atavismo, la rabia, la aspereza y el trabajo duro. Una de ellas es Por donde pasa el silencio, notable debut de la andaluza Sandra Romero, que ha vuelto a su ?cija natal para rodar una obra llena de crudeza y de rabia, tambi¨¦n de amor y calor, acerca de una familia como cualquier otra. Del campo, claro.

Romero, directora de varios cap¨ªtulos de la excelente serie Los a?os nuevos, cocreada por Rodrigo Sorogoyen y que ha empezado a emitirse en Movistar+, hab¨ªa compuesto un cortometraje hom¨®nimo en 2020 que ahora ha decidido desarrollar (y cambiar en algunos aspectos de la trama). Un largo volc¨¢nico y descorazonador sobre el regreso de un treinta?ero que trabaja en Madrid a un entorno que igual se da besos apretados y ofrece miradas de ternura que se amenaza con matarse mientras se vuelca un coraje mamado desde la infancia.

Sociedad, trabajo, conflictos de clase, rencor familiar, homosexualidad e incluso salud (la que marca un modo de ser y de sentir) se fusionan en un drama severo y espont¨¢neo que Romero filma con c¨¢mara cercana, cambiante y ¨¢gil, que lo mismo fija su mirada en los gritos de la c¨®lera que en el espanto del que recibe o escucha los reproches. A un palmo, y con conversaciones, reacciones y movimientos que parecen vivirse en directo.

Dos hermanos mellizos son los protagonistas de Por donde pasa el silencio, t¨ªtulo que hace referencia tanto a ese desconsuelo callado durante a?os, que cuando por fin emerge lo hace salpicando resentimiento, como a las procesiones de Semana Santa que Romero rueda con el sabor del documental y el respeto del que sabe lo que significan. Y a ambos los interpretan los hermanos en la vida real Antonio y Javier Araque, actor profesional el primero, amateur el segundo, a los que se une una tercera hermana en la realidad y en la ficci¨®n, Mar¨ªa, tambi¨¦n aficionada. De este modo, la pel¨ªcula se convierte asimismo en una terapia familiar alrededor del que se qued¨®, enfermo cr¨®nico de los huesos. Un ser humano salvaje en toda su extensi¨®n, con su rudeza y su verdad, que mueve a todos los personajes en un ambiente en el que la (ahora de moda) expresi¨®n ¡°gesti¨®n de los afectos¡± suena a f¨ªsica cu¨¢ntica.

Profundamente andaluza, Por donde pasa el silencio, que nunca es s¨®rdida ni tremendista, puede recordar en alg¨²n momento a la irrupci¨®n de Benito Zambrano con Solas hace 25 a?os, aunque las puestas en escena de la ecijana Romero y del lebrijano Zambrano sean muy distintas. Los v¨ªnculos familiares, que tantas veces sostienen pero a veces agarrotan, expuestos en un paisaje f¨ªsico y moral de color marr¨®n oscuro, dolorido y bestial, en el que no cabe la condescendencia. La Virgen de la procesi¨®n nocturna pesa tanto como la vida, Bambino canta Payaso desde la radio del coche, y con ¨¦l se grita un hervor que sale de las tripas y hasta de la mism¨ªsima tierra.