La libertad imposible de la orca ¡®Keiko¡¯
El podcast ¡®The Good Whale¡¯ relata la historia del cet¨¢ceo que protagoniz¨® ¡®Liberad a Willy¡¯, que nunca supo vivir sin los seres humanos
Pocas veces un documental ha tenido un efecto tan contundente sobre la realidad como ocurri¨® con Blackfish, una pel¨ªcula de 2013 en la que Gabriela Cowperthwaite contaba la historia de la orca cautiva ...
Pocas veces un documental ha tenido un efecto tan contundente sobre la realidad como ocurri¨® con Blackfish, una pel¨ªcula de 2013 en la que Gabriela Cowperthwaite contaba la historia de la orca cautiva Tilikum, que provoc¨® la muerte de tres cuidadores cuando, en libertad, no consta que estos cet¨¢ceos hayan atacado nunca a un ser humano. El filme ofrec¨ªa muchas secuencias desgarradoras: en una de ellas, cuando una orca peque?a era capturada, toda su manada persegu¨ªa al barco soltando agudos chillidos. La impresi¨®n es que entend¨ªan perfectamente lo que hab¨ªa ocurrido: que alguien de su familia les hab¨ªa sido arrebatado.
Aquella pel¨ªcula, que se estren¨® en salas y que ahora puede verse en Netflix, cambi¨® por completo la percepci¨®n de la cautividad de los grandes mam¨ªferos marinos como orcas, delfines o belugas y dej¨® claro que hab¨ªa algo profundamente inmoral en capturar o criar en acuarios a animales tan sociales e inteligentes para convertirlos en criaturas de circo. Ahora, otro documental extraordinario, esta vez en forma de podcast difundido por The New York Times y producido por Serial, vuelve al mismo tema, aunque en cierta medida relata el d¨ªa despu¨¦s. Se trata de The Good Whale (La ballena buena), presentada ¡ªy codirigida junto a Katie Mingle¡ª, por el periodista y escritor peruanoestadounidense Daniel Alarc¨®n.
The Good Whale relata la historia de Keiko, la orca protagonista de la pel¨ªcula Liberad a Willy, que viv¨ªa en un acuario de M¨¦xico en condiciones bastante deplorables. Cuando se estren¨® el filme en 1993, miles de personas escribieron a la multinacional que produjo el filme, Warner, para que liberase a la aut¨¦ntica Willy. Sin embargo, despu¨¦s de haber gastado millones y millones de d¨®lares en trasladar a la orca primero a Estados Unidos y luego a Islandia, Keiko nunca supo vivir en libertad. Su familia ya no eran otras orcas, sino los seres humanos.
Acab¨® sus d¨ªas en diciembre de 2003 ¡ªperd¨®n por el esp¨®iler, aunque es una historia que todos los peri¨®dicos del mundo, incluido este, cubrieron ampliamente¡ª en un fiordo noruego a los 27 a?os, sin haber sido capaz de alejarse de sus cuidadores pese a que tuvo la opci¨®n.
Lo que le hicimos los seres humanos a Keiko no era reversible, era un da?o irreparable. Pero, a la vez, y es uno de los muchos dilemas que plantea el podcast de Alarc¨®n, su situaci¨®n en el acuario mexicano era imposible. Eligi¨® a los humanos, aunque pudo vivir en el mar en Noruego, donde lleg¨® desde Islandia, y no en una piscina. Ahora, por la prohibici¨®n en Francia de los espect¨¢culos con animales, el acuario Marineland, cerca de Cannes, va a cerrar y tendr¨¢ que desprenderse de las orcas Wikie y Keijo, sin que tenga claro todav¨ªa lo que va a ser de ellas ¡ªuna posibilidad es que acaben en Loro Parque en Tenerife¡ª. Pero, como nos ense?a The Good Whale, nunca ser¨¢n totalmente libres.
En los ¨²ltimos a?os, los conocimientos cient¨ªficos sobre las orcas se han multiplicado y ahora sabemos que son seres sociales muy inteligentes, que viven en familias (en las que mandan las hembras). Cada grupo caza de forma diferente y utiliza su propio lenguaje de sonidos. Rosanne Parry retrata en El canto de la orca (Errata Naturae, traducci¨®n de Susana Rodr¨ªguez ?lvarez) la historia de un clan de estos cet¨¢ceos blancos y negros con unos preciosos dibujos de Lindsay Moore en una versi¨®n para ni?os. El gran investigador Carl Safina explic¨® en Mentes maravillosas. Lo que piensan y sienten los animales (Galaxia Gutenberg), un libro que ya se ha convertido en un cl¨¢sico de la etolog¨ªa, muchos de esos avances en la comprensi¨®n de estos animales.
En un cap¨ªtulo titulado El tiranosaurio de los mares, Safina escribe: ¡°Son, como nosotros, seres de sangre caliente, productores de leche, mam¨ªferos con una personalidad no tan distinta de la nuestra. Lo que pasa es que son much¨ªsimo m¨¢s grandes y considerablemente menos violentas. Sus cerebros, tambi¨¦n m¨¢s grandes, se encargan de gestionar las labores familiares y geogr¨¢ficas, las relaciones sociales y de proporcionar un an¨¢lisis minucioso del sonido¡±.
Las historias de Keiko, de Wikie y Keijo pueden servir como poderosas met¨¢foras: tal vez el da?o que hemos hecho a la naturaleza ya no tenga marcha atr¨¢s. Ojal¨¢ alg¨²n d¨ªa aprendamos a devolver la libertad a los cet¨¢ceos.