Los hijos de los presos pol¨ªticos de la dictadura portuguesa cuentan su historia en el escenario
La obra ¡®A Col¨®nia¡¯, de Marco Martins, rescata de la mano de protagonistas reales las vivencias de los ni?os de los combatientes contra el Estado Novo
Manuela Labaredas Canais Rocha descubri¨® el nombre de su madre el 20 de agosto de 1968 que la llevaron presa. ¡°Digan en Couso que han detenido a Rosalinda Labaredas y a sus dos hijas¡±, grit¨® la mujer que hasta entonces no ten¨ªa identidad. ¡°Mi madre era M?e, mi padre era P?e y mi hermana era Irm?¡±, evoca una tarde fr¨ªa de este invierno de 2025 en la terraza del Martinho da Arcada, un restaurante de Lisboa a dos pasos del Tajo donde Pessoa se dejaba caer a menudo. Nada que ver con la clandestinidad, esa vida al margen de la vida en la que se embarcaron los combatientes de la...
Manuela Labaredas Canais Rocha descubri¨® el nombre de su madre el 20 de agosto de 1968 que la llevaron presa. ¡°Digan en Couso que han detenido a Rosalinda Labaredas y a sus dos hijas¡±, grit¨® la mujer que hasta entonces no ten¨ªa identidad. ¡°Mi madre era M?e, mi padre era P?e y mi hermana era Irm?¡±, evoca una tarde fr¨ªa de este invierno de 2025 en la terraza del Martinho da Arcada, un restaurante de Lisboa a dos pasos del Tajo donde Pessoa se dejaba caer a menudo. Nada que ver con la clandestinidad, esa vida al margen de la vida en la que se embarcaron los combatientes de la larga dictadura portuguesa como Rosalinda Labaredas y Francisco Canais Rocha, dos militantes comunistas que se hab¨ªan conocido en la extinta URSS.
Cuando la mujer qued¨® embarazada, regres¨® a Portugal. Tuvo a su hija a solas en alg¨²n lugar no bien identificado de los alrededores de Oporto. La clandestinidad es un equilibrio constante entre autosuficiencia y riesgo. Para su segundo parto, que se complic¨® con una hemorragia, su pareja pidi¨® ayuda a un m¨¦dico desconocido que no hizo preguntas ni quiso dinero. Era un mundo con reglas estrictas marcadas por el partido. Por eso, cumplidos ya los 62 a?os, a Manuela Labaredas Canais Rocha a¨²n le asombra haber convivido con sus padres hasta los seis. ¡°Se permit¨ªa solo hasta los tres porque a partir de esa edad resultaba sospechoso que los ni?os no fueran a la escuela¡±, explica.
Esto la convirti¨® en testigo inusual de aquellos d¨ªas de aislamiento social donde, a pesar de las carencias y las constantes mudanzas que le obligaban a sacrificar los pocos juguetes que ten¨ªa, ella era feliz observando el brillo de su madre. Tampoco era frecuente que las presas comunistas ingresaran con sus hijas en la c¨¢rcel. En su infancia nada era frecuente.
Durante diez d¨ªas de 1968, las dos hijas de seis y dos a?os permanecieron con Rosalinda Labaredas en la celda. Eso, admite la primog¨¦nita, la protegi¨® en parte de las torturas f¨ªsicas. A cambio asistir al hambre que pasaban se convirti¨® en una agresi¨®n psicol¨®gica. Las peque?as finalmente fueron entregadas a los abuelos maternos en Couso. Si vivir en la clandestinidad fue una aventura para la primog¨¦nita, instalarse en un lugar donde la lucha pol¨ªtica era entonces una extravagancia o una imprudencia empeor¨® su infancia. ¡°Nunca me adapt¨¦, era una ni?a muy diferente de las dem¨¢s, me encontraban disparatada porque hablaba todo el rato de la c¨¢rcel¡±, revive.
Hasta el verano de 1972, cuando las hermanas Manuela y Fernanda acudieron al campamento que una asociaci¨®n organiz¨® en Caldas da Rainha para hijos de presos pol¨ªticos con vidas tan extra?as como la suya. ¡°Fue un oasis, estuve muy feliz. Lo m¨¢s traum¨¢tico para m¨ª no fue la clandestinidad, si no los a?os en Couso donde me sent¨ª tan diferente¡±, expone.
Le cont¨® la historia de aquellas vacaciones a la periodista Joana Pereira Bastos. El art¨ªculo removi¨® tanto al cineasta y dramaturgo Marco Martins que decidi¨® indagar en aquellos ni?os para llevar su pasado al teatro. Y as¨ª fue como Manuela Labaredas Canais Rocha, que desde hace a?os trabaja como profesora de Geograf¨ªa en un instituto de Barreiro, en la margen sur del Tajo, acab¨® interpret¨¢ndose a s¨ª misma ante centenas de personas en A Col¨®nia y compartiendo los documentos que apuntalan su vida como las cartas familiares enviadas desde la c¨¢rcel. La pieza ha impactado tanto en Lisboa como en el Teatro Nacional S?o Jo?o, en Oporto, donde se representa hasta este domingo.
De alguna manera la obra de Marco Martins habla de personas que lucharon por ideales y remueve a personas que luchan por objetivos. Y esa es una de las grandes diferencias culturales entre el presente y pasado reciente que apunta el director nada m¨¢s sentarse en un caf¨¦ de Lisboa, insertado en la popular Feira da Ladra.
Martins acostumbra trabajar con actores no profesionales como hizo con pastores de Tr¨¢s-os-Montes y Cerde?a, obreros portugueses de Inglaterra o cuidadoras inmigrantes de los suburbios de Lisboa. Es uno de esos dramaturgos portugueses que hacen teatro vanguardista en sus formas, mientras el fondo empuja a los espectadores al rinc¨®n de las preguntas que se formulan desde los griegos. Es, adem¨¢s, un creador polifac¨¦tico que parece igual de c¨®modo haciendo arte, teatro o cine. Su debut, Alice, gan¨® el premio a la mejor pel¨ªcula en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en 2005 y Great Yarmouth¨CProvisional Figures, que compiti¨® en la secci¨®n oficial del Festival de San Sebasti¨¢n en 2022, naci¨® de una obra de teatro. Un tr¨¢nsito que repetir¨¢ con A Col¨®nia, que tambi¨¦n llevar¨¢ al cine.
Por ahora, Martins se siente incapaz de desprenderse de esa historia que habla de ¡°los olvidados de la revoluci¨®n, a quien un estado fascista deform¨® la vida y les condicion¨® el futuro de forma violenta¡±. La dictadura cay¨® el 25 de abril de 1974 gracias al golpe de los capitanes, pero su longevidad (48 a?os) marc¨® a varias generaciones de portugueses.
¡°Yo conf¨ªo en ti para contar mi historia¡±, le dijo Manuela Labaredas Canais Rocha cuando a¨²n no sab¨ªa que ser¨ªa la protagonista y rechazaba salir a escena. Pasados varios ensayos, Martins la invit¨® a hacer de ella misma y accedi¨® con naturalidad. ¡°Hago esto por mis padres, se lo merecen y les gustar¨ªa verlo. Lo m¨¢s emocionante y transformador de mi vida, me ocurri¨® con ellos¡±, afirma.
De todo aquel relato emerg¨ªa una cuesti¨®n esencial para el director: ¡°Para m¨ª como padre era muy incomprensible c¨®mo aquellas personas, en aquellas condiciones, decid¨ªan tener hijos¡±. Hay una respuesta al final de la obra, que es una sacudida de Francisco Canais Rocha: ¡°Si quienes no luchan por la libertad tienen derecho a tener hijos, ?por qu¨¦ yo, que lucho por la libertad, no puedo tenerlos?¡°.
Es una de las muchas flechas que impactan sobre el espectador. ¡°Hay una reacci¨®n casi cat¨¢rtica del p¨²blico. Soy de aquellos creadores que consideran que debemos confiar siempre en nuestras emociones, hay otros que desconf¨ªan. La pieza habla de qui¨¦n eres y ad¨®nde vas, pero tambi¨¦n crea un espacio de discusi¨®n sobre la herencia del fascismo inscrita en nuestra forma de pensar y actuar¡±, sostiene Martins. ¡°El impacto tiene que ver con las relaciones que el p¨²blico establece con el presente y los cambios pol¨ªticos, como si estuviesen viendo una proyecci¨®n del futuro¡±, agrega.
Con los recuerdos, los documentos y las canciones de la resistencia, Martins construye la memoria de un tiempo sombr¨ªo en su pa¨ªs. ¡°A diferencia de las ordenadores, nosotros no aprendemos a trav¨¦s de datos sino de historias¡±, subraya. Para ofrecer un retrato completo invit¨® a dos hist¨®ricos de la lucha antifascista, Domingos Abrantes y Conceic?o Matos. ¡°Era importante hablar de los padres, de las torturas y la c¨¢rcel, y ellos dos lo simbolizaban a la perfecci¨®n¡±. Abrantes y Matos no tuvieron hijos pero conocen todos los secretos de la clandestinidad, las agresiones, la prisi¨®n y el exilio.
El papel de Abrantes y Matos se acort¨® por razones m¨¦dicas, dada su edad (89 a?os) y su salud. Pero ni ellos ni Martins quer¨ªan sustituir su presencia por un v¨ªdeo. ¡°La presencia f¨ªsica era fundamental y ah¨ª tuve la idea de iniciar con ellos la obra mientras los j¨®venes est¨¢n abajo, en el plano del presente. Ellos sienten que tienen la responsabilidad de contar su historia¡±. Abrantes y Matos improvisan un relato estremecedor sobre su experiencia. Ella fue una de las mujeres m¨¢s martirizadas por la polic¨ªa pol¨ªtica y ¨¦l sobrevivi¨® a varias t¨¦cnicas de tortura y diez a?os de reclusi¨®n. El d¨ªa de su boda en la c¨¢rcel de Peniche les prohibieron hacerse una foto juntos. Cualquier cosa era buena para herir.