Portugal convierte la prisi¨®n m¨¢s siniestra de la dictadura en museo de la resistencia y libertad
La fortaleza de Peniche honra la memoria de presos pol¨ªticos como Domingos Abrantes y Concei?ao Matos, que sufrieron torturas y se casaron en prisi¨®n
En la ¨²nica foto de su boda, Concei?ao Matos se rode¨® de siete personas. Ninguna de ellas era su flamante marido, Domingos Abrantes. La pareja de comunistas se cas¨® el 18 de octubre de 1969 en la c¨¢rcel de Peniche, a unos 90 kil¨®metros al norte de Lisboa, donde Abrantes estaba encerrado desde hac¨ªa cuatro a?os por su oposici¨®n a la dictadura. En ese tiempo les hab¨ªan prohibido verse y escribirse. Se carteaban por familiares interpuestos. Abrantes se las ingeniaba para hacerle llegar postales de Navidad, felicitaciones de aniversario e incluso un collage de cerillas que reproduc¨ªa Los amantes, de Picasso, para festejar la excarcelaci¨®n de su compa?era en 1966. ¡°El d¨ªa de la boda no dejaron que nos hici¨¦ramos fotos¡±, rememora Matos en Lisboa, m¨¢s de cinco d¨¦cadas despu¨¦s. Y de ah¨ª que el retrato muestre a la novia, que vest¨ªa falda y blusa prestadas, con otros familiares a las puertas de la imponente fortaleza militar contra la que el oc¨¦ano Atl¨¢ntico se estrella sin cesar.
Los mismos muros donde pos¨® Matos siguen en pie. Ahora, sin embargo, encierran otra idea. El pasado 27 de abril, justo cuando se cumpl¨ªan 50 a?os de la liberaci¨®n de todos sus presos gracias a la Revoluci¨®n de los Claveles, reabri¨® sus portones como Museo Nacional Resistencia y Libertad Fortaleza de Peniche, inaugurado por el presidente de la Rep¨²blica, Marcelo Rebelo de Sousa. ¡°Nuestra misi¨®n es investigar, preservar y comunicar la memoria de la resistencia al r¨¦gimen fascista portugu¨¦s a partir de los testimonios de quienes lucharon por la libertad y la democracia¡±, explica la directora del museo, Aida Rechena.
El homenaje comienza con un memorial instalado en la explanada donde se han grabado los nombres de los 2.626 reclusos que pasaron por Peniche entre 1934 y 1974 y prosigue con una exposici¨®n que detalla el pa¨ªs que dejaron atr¨¢s. Uno de los nombres inscritos es el de Abrantes, que sali¨® en libertad en 1973 tras ocho a?os de encierro y que hab¨ªa sido uno de los ocho reclusos comunistas que hab¨ªa humillado a la dictadura al fugarse de la prisi¨®n de Caxias en un coche oficial de Ant¨®nio de Oliveira Salazar en 1961. En la bater¨ªa de torturas que sufri¨® en su segunda detenci¨®n no hay que descartar palizas de propina por el berrinche que hab¨ªa provocado su evasi¨®n en el r¨¦gimen.
Aida Rechena advierte de que el memorial est¨¢ incompleto porque no todos los encarcelados eran registrados. La burocracia penitenciaria ten¨ªa agujeros negros. La dictadura portuguesa, instaurada por militares en 1926 y continuada por Salazar y Marcelo Caetano hasta 1974, fue la m¨¢s duradera de la Europa occidental. Peniche, que hab¨ªa sido una fortaleza militar desde el siglo XVI, se convirti¨® en el s¨ªmbolo m¨¢s siniestro de la dictadura a partir de 1926 y, en especial, cuando pas¨® a manos de la polic¨ªa pol¨ªtica para encerrar a los opositores m¨¢s significativos. ¡°Era el mayor s¨ªmbolo de la represi¨®n fascista¡±, afirma Abrantes durante un encuentro en Lisboa. Su historia, y la de su pareja, ambos de 88 a?os, se relata ahora en el museo. A diferencia de otros camaradas que no han logrado regresar a la fortaleza debido al trauma, Abrantes acude siempre que la invitan.
La exposici¨®n revive los d¨ªas del partido ¨²nico, la censura previa, la falta de libertades y derechos, la persecuci¨®n de la disidencia, la solidaridad de los vecinos de Peniche hacia los familiares de los reclusos y la vigilancia policial universalizada. ¡°Es importante recordar a las nuevas generaciones que la libertad es inseparable de la resistencia y del sacrificio de muchas personas encarceladas o muertas; este museo es importante contra cierto apag¨®n oficial del fascismo¡±, subraya el antiguo preso.
Salazar, que asume todo el poder en 1932, proclama un Estado Novo que aspira a ¡°reintegrar Portugal en su grandeza hist¨®rica, en la plenitud de su civilizaci¨®n universalista de vasto imperio¡±. Su dec¨¢logo ideol¨®gico se muestra en el museo junto a otros carteles propagand¨ªsticos sobre la trilog¨ªa nacional (Dios, patria y familia), los aparatos de escucha policial, los folletos sobre torturas, las fichas de presos o recortes de peri¨®dicos que recuerdan los alineamientos pol¨ªticos de la Segunda Guerra Mundial: ¡°Con motivo de la muerte de Hitler, hoy continuar¨¢n a media asta las banderas de la Nunciatura Apost¨®lica, la embajada de Espa?a, las legaciones de Alemania, Suiza, Suecia y Jap¨®n¡±.
Contra el r¨¦gimen se desarroll¨® una resistencia clandestina que oper¨® en las f¨¢bricas, el campo, las facultades y las c¨¢rceles. Los presos se movilizaron para mejorar sus condiciones de vida y para seguir haciendo pol¨ªtica burlando el control gracias a zapatos, marmitas o pinzas de ropa con compartimentos ocultos. Adem¨¢s de los objetos, se recuerdan historias como la de Catarina Euf¨¦mia, la segadora alentejana que muri¨® con su hijo en brazos tiroteada por un teniente mientras participaba en una protesta para exigir mejores salarios.
El sistema represivo de la dictadura portuguesa cont¨® con 14 prisiones en territorio europeo y 37 c¨¢rceles o campos de concentraci¨®n en ?frica. Era uno de los pilares de la Polic¨ªa Internacional de Defensa del Estado (PIDE), que dispon¨ªa tambi¨¦n de la potestad especial de prolongar el encierro a presos que ya hab¨ªan cumplido su pena o de encarcelarlos por tiempo indefinido sin llevarlos a juicio.
Prohibir las fotos de la boda era un ejercicio de crueldad, pero una peque?ez al lado del cat¨¢logo de torturas que desplegaba la polic¨ªa pol¨ªtica: latigazos con el llamado caballo marino, privaci¨®n de sue?o, tortura de la estatua o aislamiento. En las celdas de castigo de Peniche, bautizadas por los presos como El Secreto, eran incomunicados sin ventilaci¨®n, sin espacio para moverse, sin visitas y a veces sin m¨¢s comida que pan y agua. ¡°Si alg¨²n guardia ten¨ªa un peque?o gesto de humanidad hacia nosotros, le cambiaban¡±, recuerda Domingos Abrantes, que estuvo aislado durante todo su encierro. El silencio era un mandamiento universal. Las salas comunes ten¨ªan rejas de hierro para garantizar la observaci¨®n permanente y los presos peligrosos, como el comunista ?lvaro Cunhal, se instalaban en celdas de alta seguridad de la tercera planta. ¡°De modo general, los internos estaban encerrados durante 20 horas y solo se reun¨ªan en el comedor, donde los guardias llegaron al extremo de prohibirles sonre¨ªr¡±, se?ala la historiadora Irene Flunser Pimentel en su libro A hist¨®ria da PIDE.
Peniche tambi¨¦n vivi¨® evasiones legendarias. No era f¨¢cil huir de una fortaleza militar construida hac¨ªa cuatro siglos como una pen¨ªnsula de piedra que parece arrojarse al oc¨¦ano. El 3 de enero de 1960, sin embargo, se escaparon diez personas, entre ellas ?lvaro Cunhal, que logr¨® cruzar el tel¨®n de acero e instalarse en Mosc¨², donde ser¨ªa elegido secretario general del Partido Comunista Portugu¨¦s. Cunhal hab¨ªa pasado ya 15 a?os entre rejas, en diferentes etapas, cuando se descolg¨® por una cuerda fabricada con retales de mantas para huir. Aparte de afianzarse en una ortodoxia de la que no se apartar¨ªa nunca, cayesen los muros que cayesen, Cunhal aprovech¨® sus encierros para escribir una tesis doctoral sobre el aborto y varias novelas que public¨® con el seud¨®nimo de Manuel Tiago.
Una celda evoca ahora su reclusi¨®n, pero podr¨ªa haber sido una habitaci¨®n para turistas si hubiese prosperado el proyecto de 2016 del Gobierno de Ant¨®nio Costa para convertir una parte de la fortaleza en hotel. ¡°El Partido Socialista, sorprendentemente, ha puesto muchos obst¨¢culos a la construcci¨®n del museo. Hacer un hotel de lujo era un insulto a la resistencia y a todo su sufrimiento¡±, sostiene Abrantes. El proyecto se frustr¨® debido a la oposici¨®n de los antiguos presos pol¨ªticos, que se movilizaron para impedirlo. En democracia, su lucha fue por el derecho a la memoria.
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