Pinochet regresa como un vampiro para asombrar al festival de Venecia
¡®El conde¡¯, de Pablo Larra¨ªn, logra el dif¨ªcil reto de construir una s¨¢tira alrededor del dictador y su impacto en el Chile de hoy en d¨ªa sin banalizarlo ni olvidar sus atrocidades
Augusto Pinochet sigue vivo. Tiene 250 a?os, y es un vampiro.
Imposible. Absurdo. Solo puede suceder en El conde. O sea, en una pel¨ªcula.
Augusto Pinochet fue responsable de una dictadura que, entre 1973 y 1990, asesin¨® al menos a 3.000 ciudadanos, tortur¨® o exili¨® a muchos m¨¢s, aniquil¨® la oposici¨®n y las libertades, arrastr¨® a su pa¨ªs hasta el neoliberalismo, rob¨® y malvers¨® dinero del Estado que jur¨® proteger. Y nunca pis¨® la c¨¢rcel.
Imposible. Absurdo. Debe de ser cosecha del mismo filme. Todo procede, sin embargo, de los informes y resoluciones judiciales en los que Pablo Larra¨ªn ha basado muchas frases de su largo, presentado este jueves en el concurso del festival de Venecia.
En el fondo, incluso la inmortalidad del dictador no resulta del todo falsa. Porque, para el cineasta, contin¨²a vivo en la Constituci¨®n que aprob¨®, a¨²n en vigor; en los grandes empresarios que se beneficiaron y le defendieron; en el legado de individualismo, desigualdad, ¡°poca compasi¨®n mutua¡± y ¡°codicia¡± que ha contagiado a sus connacionales; en las divisiones que todav¨ªa genera en el debate chileno. De hecho, nunca hab¨ªa aparecido en un largo de ficci¨®n, seg¨²n el director. Quiz¨¢s solo Larra¨ªn pudiera romper el tab¨². Y de esta manera. Por ser uno de los cineastas m¨¢s respetados y aplaudidos de su pa¨ªs. Por un recorrido f¨ªlmico que ya roz¨® a Pinochet en No o Post-mortem. Y por un talento visionario y atrevido. Tanto como para filmar a curas ped¨®filos en El club. Y como para convertir, ahora, la primera vez del dictador en la gran pantalla en una s¨¢tira pol¨ªtica sobre chupasangres. Y, adem¨¢s, salirse con la suya.
¡°Alguien creer¨¢ que es demasiado pronto. Pero yo tengo la conciencia tranquila. Lo peor que la pel¨ªcula pod¨ªa hacer era caer en la banalizaci¨®n, la empat¨ªa, la simplificaci¨®n. Ser¨ªa imperdonable. El l¨ªmite fue siempre mirarle como un s¨ªmbolo del mal, cuyas acciones e intenciones anhelan hacer da?o¡±, cuenta el cineasta a EL PA?S. Hace a?os, en realidad, que Larra¨ªn le da vueltas al proyecto. Uno de los empujones vino de la edad avanzada del actor que siempre imagin¨® para el papel, Jaime Vadell. Pero la larga espera ha hecho que El conde llegue justo cuando se cumplen 50 a?os del golpe de Estado con el que, el 11 de septiembre de 1973, Pinochet bombarde¨® el palacio presidencial en Santiago y le arrebat¨® por la fuerza el mando a Salvador Allende. Y mientras Chile vive un convulso momento pol¨ªtico debido a la posible aprobaci¨®n de una nueva Carta Magna. El filme se ver¨¢ en algunas salas desde el 7 de este mes y, en Netflix, a partir del 15.
El cineasta ¡ªque vot¨® ¡°con alegr¨ªa¡± al actual presidente, el izquierdista Gabriel Boric¨D confiesa que no tiene muy claro qu¨¦ esperar. Cree que hay dos p¨²blicos inmutables: a un lado, los ¡°aduladores¡± del dictador. Enfrente, quienes consideran que una pel¨ªcula no puede ni deber¨ªa narrar algo de tama?a gravedad. Pero, en medio, Larra¨ªn espera llegar a los espectadores ¡°disponibles a ver un filme que d¨¦ cuenta de c¨®mo esa incre¨ªble impunidad hizo eterno a Pinochet¡±. Aunque quien le d¨¦ esa oportunidad a El conde recibir¨¢ mucho m¨¢s: un mundo, una atm¨®sfera, una intenci¨®n, un sello. Ambici¨®n, di¨¢logos inteligentes, una hermosa fotograf¨ªa en blanco y negro. En tres palabras: cine de autor.
Porque el filme construye poco a poco un universo tan surrealista como coherente, donde la sonrisa viene con escalofr¨ªo y la farsa est¨¢ empapada de realidad. Ah¨ª todo es posible, los delirios que inventa el guion y los que sucedieron de verdad. Y la mezcla de ambos: las secuencias de Pinochet sobrevolando con su capa el pa¨ªs por la noche en busca de presas evocan un d¨ªa a d¨ªa del que nunca se march¨®, igual que la pasi¨®n del personaje por los batidos de corazones. A la vez, como subraya el director, el filme alude a la iconograf¨ªa t¨ªpica de los vampiros y hasta la de un superh¨¦roe al rev¨¦s. Justo en una Mostra que, curiosamente, acoge otras tres pel¨ªculas centradas en los chupasangres. Aunque El conde se lo pone dif¨ªcil a las otras, tanto por la altura del reto como por el list¨®n que deja. Vale la pena imaginar, por un instante, el impacto que tendr¨ªa en la sociedad espa?ola un filme donde Franco luciera capa y colmillos.
Consciente de la delicadeza del asunto, Larra¨ªn habla despacio y pesa sus palabras. En un momento, vuelve atr¨¢s. Donde dijo ¡°avaricia¡±, prefiere ¡°codicia¡±. Y as¨ª. Porque, pese a desaparecer el 10 de diciembre de 2006, Pinochet est¨¢ en todos lados. Hace apenas dos d¨ªas, de alguna forma, en el suicidio de Hern¨¢n Chac¨®n Soto, de 86 a?os, uno de los siete exmilitares condenados por el asesinado del cantautor V¨ªctor Jara durante la dictadura. Y, desde luego, en el fracaso en 2022 de la reforma de la Constituci¨®n de Pinochet, que ahora afronta un segundo intento, liderado por una mayor¨ªa de derechas y entre crecientes desconfianza y desinter¨¦s de la ciudadan¨ªa, seg¨²n las encuestas.
¡°Mat¨¦ a cientos de rojos y me acusan de robar¡±
¡°Son unos desagradecidos¡±, se queja el tirano en el filme. Y tambi¨¦n lamenta la insistencia de aquel ¡°juez espa?ol¡± [Baltasar Garz¨®n], que tanto se empe?¨® en hacerle pagar sus cr¨ªmenes y a punto estuvo de lograrlo. Lo cual no dista tanto de aquello que el Pinochet real dijo cuando, en 1998, hubo de abandonar el liderazgo de las fuerzas armadas chilenas: ¡°En todos estos 65 a?os no ha habido otro af¨¢n que haya motivado con m¨¢s fuerza mi vida profesional y personal que hacer coincidir mi vocaci¨®n de servicio con los grandes objetivos e intereses de la Patria¡±.
¡°Mat¨¦ a cientos de rojos y me acusan de robar. As¨ª me humillan¡±, agrega. Precisamente por eso, el vampiro ha decidido por fin morir. Nadie le entiende ya, ni siquiera sus propios familiares, que han acudido como buitres a su alrededor. Les preocupa pap¨¢, por supuesto. Pero sobre todo la plata que dejar¨¢. Aunque la trama quiz¨¢s constituya el eslab¨®n d¨¦bil del filme, por culpas propias y tambi¨¦n de la idea original: es tan buena que lo fagocita todo. La voz narradora en ingl¨¦s constituye el otro aspecto cuestionable: por m¨¢s que el guion lo justifique, sugiere una estratagema para vender m¨¢s f¨¢cilmente la obra a todo el planeta.
Y de eso tambi¨¦n se trata. El a?o pasado, Argentina, 1985, de Santiago Mitre, afront¨® desde el cine, justo aqu¨ª en Venecia, el juicio a la dictadura que all¨ª impuso Jorge Videla. Nunca un filme hab¨ªa osado narrar aquel episodio. Pero siempre debe haber alguien que d¨¦ el primer paso al frente. Como filmar una comedia sobre ETA en Espa?a, a la que luego siguieron varias. O como rodar en Italia o Alemania parodias que imaginaban el regreso de Mussolini o Hitler. Algunos de esos pa¨ªses, eso s¨ª, condenaron o eliminaron a su dictador. Chile ¡ªy Espa?a¡ª, no. ¡°El trauma que se genera se debe a la falta de justicia. Si Pinochet hubiera sido encarcelado, su herencia ser¨ªa muy distinta¡±, reflexiona Larra¨ªn. Y contin¨²a: ¡°Ten¨ªa claras tres cosas. Ante todo, ninguna negociaci¨®n con su figura, ni con su violencia. Segundo, entender que una de las cosas m¨¢s graves es que sus excesos hacia el capitalismo salvaje tambi¨¦n trajeron la falta de compresi¨®n entre nosotros. Y, tercero, el legado m¨¢s invisible: el 70% de los chilenos vive con menos de 800 euros al mes, uno de los mayores ¨ªndices de desigualdad del continente¡±.
La entrevista ya ha terminado, pero Larra¨ªn pide alg¨²n minuto m¨¢s. No quiere dejar a medias ning¨²n concepto. ¡°Es importante¡±, avisa. Y cita a Julio Cort¨¢zar: ¡°Solo hay un medio para matar los monstruos; aceptarlos¡±. Si no, se hacen eternos.
Babelia
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