Un caser¨ªo del siglo XXI
El eterno dilema de c¨®mo actualizar sin borrar, imitar o corromper queda resuelto en la nueva vida de este edificio del siglo XIX en el Parque Natural de Urkiola
Cambiar lo suficiente para que nada cambie, la c¨¦lebre sentencia lampedusiana revive con los mejores proyectos que sin imitar, destrozar o continuar, logran actualizar la tradici¨®n. Ha sucedido en Urdaibai, la reserva de la biosfera en el Parque Natural de Urkiola (entre Vizcaya y ?lava). All¨ª, el despacho de arquitectura bilba¨ªno BABELstudio ha reconstruido el antiguo Caser¨ªo de Azkarraga para actualizarlo, y Bonadona Arquitectura, se ha ocupado de la parte de eficiencia energ¨¦tica, para recuperarlo y cambiarlo a la vez.
El inmueble original, de mediados del siglo XIX, hab¨ªa sido abandonado. La cubierta y la estructura interna hab¨ªan quedado derrumbadas y el resto del edificio se encontraba tan deteriorado que los arquitectos solo pudieron conservar los muros perimetrales de mamposter¨ªa. Con todo, en esa ladera del monte mandaba la historia y la naturaleza. La normativa obligaba a mantener la huella original del edificio, incluido el volumen anexo de una ampliaci¨®n. El paisaje ped¨ªa materiales locales. La puerta estaba abierta a cambios en la altura del edificio, en las aberturas de la fachada e incluso en la disposici¨®n y el tratamiento de los materiales. La decisi¨®n de c¨®mo actualizar el pasado qued¨® as¨ª en manos de gente joven. Y esto es lo que hicieron: elegir, reducir, restar y regresar a la esencia del origen.
Para BABELstudio la ra¨ªz original estaba en mantener la presencia de algo desaparecido (la relaci¨®n con el monte, la cubierta haci¨¦ndose eco de la monta?a y hablando del clima). El resto es poco m¨¢s que una resta. El caser¨ªo es ahora un edificio contempor¨¢neo integrado con docilidad pero sin obediencia ciega en el contexto.
El edificio actualiza tambi¨¦n la idea de vivienda juntando a la casa un restaurante ¡ªLa Revel¨ªa¡ª dedicado a la comida regional y al agroturismo. Tres profundos recortes en la fachada dejan ver los accesos a cada uno de los nuevos usos: comensales, hu¨¦spedes o habitantes de la casa.
As¨ª, Azkarraga hace referencia al aspecto formal y volum¨¦trico de los caser¨ªos hist¨®ricos locales con sus proporciones caracter¨ªsticas. Sin embargo, acoge un programa m¨¢s amplio y complejo. Con estructura perimetral de madera (los muros de piedra estaban destrozados), un ¨²nico muro de hormig¨®n ¡ªen el centro de la planta baja¡ª organiza el espacio, hace de bisagra entre la zona p¨²blica ¡ªrestaurante y agroturismo y vivienda¡ª y soporta una piscina.
En el exterior, un huerto nutre al restaurante. Para enmarcar la vegetaci¨®n, el interior del local es oscuro (terrazo) y para hablar del presente es abierto, amplio, did¨¢ctico: la cocina est¨¢ integrada en el comedor. La b¨²squeda de una sencillez c¨¢lida y did¨¢ctica hizo que los arquitectos eligieran y se concentraran en el uso de pocos materiales sobrios. La fachada exterior de madera de pino est¨¢ tintada de negro y protege los muros de piedra originales. El pino recupera su color natural en los nichos que marcan las entradas. El color, o la claridad, tiende un puente entre el exterior y el interior del caser¨ªo: todas las puertas y ventanas son de madera de pino laminada.
M¨¢s all¨¢ de una forma renovada pero arraigada que trata de preservar el esp¨ªritu del lugar, la tecnolog¨ªa, a veces antigua, busca el ahorro energ¨¦tico. La calefacci¨®n funciona aqu¨ª por geotermia, y el edificio aprovecha la existencia de un manantial natural situado en la propiedad para el abastecimiento de agua. Los pinos de la fachada fueron replantados en la parcela. La decisi¨®n de reducir el uso de materiales no solo obedeci¨® a la est¨¦tica, buscaba simplificar la construcci¨®n del proyecto. El resultado es tranquilo, sensato, elegante y responsable: el peque?o gran cambio para que nada cambie del todo.
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