No cultives m¨¢s tierra que la que puedas cuidar t¨² mismo
El atormentado escritor sueco August Strindberg hall¨® conocimiento, y contenci¨®n, cultivando un jard¨ªn que, en ocasiones, eran solo macetas
Aunque la fertilidad de la tierra le parec¨ªa al escritor August Strindberg (Estocolmo 1849-1912) infinita ¡°si uno la sabe utilizar sabiamente¡±, Non multa sed multum: poco pero bien fue la conclusi¨®n a la que lleg¨® tras intentar cultivar un jard¨ªn en diversos lugares y ¨¦pocas del a?o. La regla fundamental ¡ª?no cultivar m¨¢s tierra que la que puedas cuidar t¨² mismo!¡ª la aprendi¨® fascinado ante la contemplaci¨®n del crecimiento de las plantas. Tambi¨¦n asombrado con el conocimiento que se deriva de esa contemplaci¨®n ¡ªaprender a ubicarlas, a fortalecerlas o a proteger las semillas solo observando¡ª. Y por supuesto, equivoc¨¢ndose. Entusiasmado con ampliar sus cultivos, y agotado de hacerlo solo, emple¨® a un mozo de una granja, ¡°un hombre eficaz, pero que no hac¨ªa otra cosa que arrancar las matas de hierba¡±. Prob¨® con una sirvienta, pero ella pasaba la jornada recolocando las matas arrancadas. Se fij¨® en que sol¨ªan enviar a los ni?os a arrancar las malas hierbas, pero los chavales se dejaban enterradas las ra¨ªces m¨¢s vivaces, las que favorecen el crecimiento de las malas hierbas.
As¨ª las cosas, con 39 a?os, concluy¨® que s¨®lo podr¨ªa cultivar lo que pudiera cuidar. Y lo anot¨® en el libro de observaciones, ideas y prop¨®sitos Mi jard¨ªn y otras historias naturales (Elba). La historia de la arquitectura est¨¢ llena de viviendas excepcionales que han resultado imposibles de cuidar, o mantener. Esa desproporci¨®n entre la ambici¨®n y la realidad la dom¨® este hombre, torturado, esquizofr¨¦nico e insaciable cuando contuvo su jard¨ªn en macetas, que pod¨ªa llevar a todas partes. Pero, atenci¨®n: que deb¨ªa cultivar ¨¦l.
De la misma manera que aprendi¨® que la batalla contra el viento de norte deb¨ªa combatirla con esteras de paja, observ¨® que en el Lido, frente a Venecia, llevaban siglos haci¨¦ndolo. Tambi¨¦n supo que los italianos lo hab¨ªan copiado de la horticultura china, en la que se inspir¨® la japonesa. As¨ª mismo, supo lidiar con la tierra pedregosa utilizando cubos de pur¨ªn. Y contra la grama arrancando, ¨¦l mismo, las malas hierbas. Eso le descubri¨® el camino hacia su gran conclusi¨®n: ¡°En jardiner¨ªa, nada queda mejor hecho que lo que hace uno mismo¡±. Y es, justamente, esa condici¨®n sine qua non, hacerlo uno mismo, la que convierte el jard¨ªn, y la observaci¨®n de la naturaleza, en un lugar de crecimiento. Y sanaci¨®n.
¡°Cualquiera que haya comprado plantas en maceta en una florister¨ªa puede constatar que estas florecen muy deprisa, y de inmediato se quedan an¨¦micas. La raz¨®n es que estas plantas, cultivadas en invernaderos, est¨¢n alimentadas, y regadas con luz, aire puro sin polvo, sin humo de tabaco, sin restos de combusti¨®n de l¨¢mparas o buj¨ªas y se adaptan mal a la vida de un piso. Para obtener plantas fuertes prefiero cultivarlas a partir de semillas¡±, escribi¨®. Es entonces cuando llega el placer de verlas crecer y prosperar, ¡°un placer mucho mayor que el de ver una flor comprada marchitarse¡±.
Prol¨ªfico, insaciable y obsesivo, Strindberg tuvo tres familias, tres matrimonios, todos con hijos, y todos fracasados que inundaron sus escritos hasta que su editor franc¨¦s le sugiri¨® que evitara los textos sobre s¨ª mismo, sus amigos o sus enemigos y Strindberg, que en su propia huida-b¨²squeda hab¨ªa comenzado a escribir en franc¨¦s, distingui¨® entre las obras verdaderas y las alimenticias.
Ese doble rasero, trabajos de los que vivir y con lo que so?ar, ti?e mucha de la producci¨®n arquitect¨®nica, y no digamos industrial ¡ªincluidas las industrias del cine o la literatura¡ª actual. Sin embargo, este blog querr¨ªa cuestionarlo. Lejos del genio que impone su criterio como una v¨ªa iluminada, estar¨ªa el genio que sabe escuchar, atender a las preocupaciones ajenas, hacerlas propias y producir una imagen, un ensayo, un art¨ªculo, un producto que mejora la vida de muchas personas. Ese crecimiento compartible est¨¢ presente en cosas sencillas, como una huevera, o complejas, como un desfibrilador. Tambi¨¦n en este librito de apuntes sobre la naturaleza en el que alguien, muy centrado en s¨ª mismo, sale de s¨ª y ayuda a acercarse, entender y disfrutar del mundo.
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