Dylan Leblanc: la supervivencia del coyote de la m¨²sica norteamericana
El m¨²sico se erige como un lustroso agitador folk en un t¨¦rmino medio entre Neil Young y Ryan Adams. Pura inspiraci¨®n para corazones errantes
Cuenta Dylan Leblanc que, cuando era chaval, sinti¨® amenazada su vida por un coyote en Austin. Acababa de subir parte de una monta?a y, de entre los matorrales, apareci¨® el animal intimidante, dispuesto a enfrentarse a ¨¦l. Leblanc se hallaba junto a un acantilado y decidi¨® hablar antes de hacer cualquier movimiento sospechoso. ¡°Estamos t¨² y yo, as¨ª que, si me atacas, te tirar¨¦ por el acantilado. No caer¨¦¡±, dijo. Hubo unos minutos de tensi¨®n, pero el coyote solo buscaba sobrevivir. Pareci¨® entenderle: se march¨® y no hubo enfrentamiento.
La historia todav¨ªa persigue al m¨²sico hasta el punto de haber titulado su ¨²ltimo disco Coyote. Un quinto ¨¢lbum en su trayectoria y que se desprende como un notable trabajo de sutileza folk. Atmosf¨¦rico y evocador, Coyote es reflejo de una piel madura y bella en medios tiempos, al mejor estilo de Jason Isbell o Ray LaMontagne, como bien puede escucharse en Dust, No Promises Broken o el tema que da t¨ªtulo al disco. Una obra que aspira a ser conceptual: las canciones despliegan la historia de un tipo involucrado en el inframundo criminal de M¨¦xico y que lucha por encontrar una salida a su maltrecha existencia. Al parecer, tiene tintes autobiogr¨¢ficos.
Bajo este relato, subyace la tensi¨®n por sobrevivir. Quiz¨¢ Leblanc nunca ha dejado de sentir que la supervivencia es m¨¢s un estado de su vida que un fundamento que viene o va. Desde que se encontr¨® con el coyote, fue consciente de que supo hacer lo que hab¨ªa que hacer para sobrevivir en una situaci¨®n peligrosa con un animal peligroso, pero tambi¨¦n el animal lo supo. Saber sobrevivir, por tanto, es saber jugar tus cartas.
Leblanc sabe jugar sus cartas dentro de la Americana, un territorio que, en los tiempos que corren, tiene que ver m¨¢s con la supervivencia que con el ¨¦xito. Ni los focos de los Grammy enfocan nunca para all¨ª ni las revistas de tendencias ni los programas de la televisi¨®n crean contenido con sus estandartes. Es una m¨²sica que tiene un lugar y ese lugar no tiene minas de oro. Parece m¨¢s bien un pueblo perdido en mitad de la vasta tierra, que tan solo tiene supervivientes de un legado rico y vibrante que importa menos que en el siglo pasado.
Este superviviente es una de las mejores noticias del g¨¦nero en el siglo XXI. Y lo es porque ensancha las posibilidades del territorio con su estilo y sus muy recomendables ¨¢lbumes. A su paso por Madrid lo demostr¨® con creces. Leblanc toc¨® en la sala Clamores y dio un recital contundente de Americana que bucea en el pasado rock. Sus pasajes instrumentales hacen viajar en el folk rock tal caudal de r¨ªo monta?oso, repleto de naturaleza silvestre y colorida. Pura inspiraci¨®n para corazones errantes.
A la vista de los resultados sobre el escenario, Leblanc se erige como un lustroso agitador folk en un t¨¦rmino medio entre Neil Young y Ryan Adams, un perfil construido a partir de una voz hipn¨®tica y un fabuloso sentido de los c¨®digos. Est¨¦tica retro, postulados el¨¦ctricos de la vieja guardia folk-rock contracultural y un carisma suficiente para saber que lo que hace lo hace bien y no caduca, precisamente, por hacerlo bien. Porque las canciones que invitan a coger el coche con carretera y manta o a vivir por una temporada en una monta?a nunca mueren, m¨¢s si nuestra existencia cada d¨ªa se encierra m¨¢s en oficinas y se cobra peajes por tener el coche aparcado a la puerta de casa. Adem¨¢s, en su actuaci¨®n en Madrid, sorprendi¨® cuando, dentro de esta marcada y gustosa l¨ªnea sixties y seventies, se destap¨® como un alumno aventajado de la herencia -nunca suficientemente reivindicada- de Gene Clark. El folk gir¨® hacia un pop barroco que hac¨ªa crecer el oto?o en el alma. Una maravilla al alcance de pocos.
Tal y como demostr¨®, la supervivencia en Dylan Leblanc tiene varias caras, distintos estilos con los que mostrarse como un animal inteligente y de monta?a, amante de las lunas llenas y los amaneceres caudalosos. Hablamos de un treinta?ero que est¨¢ demostrando que su m¨²sica no solo se vale por s¨ª misma como un tesoro preciado en el territorio de la Americana, sino que, definitivamente, mejora la existencia.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.