Los otros colores de la vida en la llanura manchega
Este vivo pueblo conocido por su festival de teatro ofrece m¨¢s razones para visitarlo: un sorprendente paisaje donde el rojo del suelo contrasta con los campos de olivos y de pistachos y un monasterio convertido en parador en el que ver arte y ver pasar el tiempo
El prime time en Almagro se alcanza al atardecer, cuando se va el sol y cuando se va al teatro. Los alrededores de este pueblo manchego de 8.907 habitantes ofrecen en las ¨²ltimas horas del d¨ªa una mezcla de colores que sorprende al que solo tiene en su imaginario un campo plantado de cereales de secano. La visita a un olivar ecol¨®gico, una actividad que organiza el parador, permite saberlo todo sobre el zumo de aceitunas y descubrir el suelo rojo almagre de la zona, que contrasta con el verde roto de los olivos y el azul pulposo del cielo que se va apagando. Ese mismo rojo ocre, que sirvi¨® a los ¨¢rabes para darle nombre al pueblo, ti?e las 54 columnas de madera del corral de comedias de Almagro, el ¨²nico que conserva su arquitectura tal como era en el Siglo de Oro. Cuando ya se pone el sol en primavera, a las 21, empiezan cada s¨¢bado las representaciones de obras cl¨¢sicas. Antes y despu¨¦s del espect¨¢culo, los ocho patios con los que cuenta el parador de la localidad sirven para la previa o para la ¨²ltima.
Dentro del parador
Todo se hace al aire libre en Almagro y en La Mancha. Incluso el Corral de Comedias, hoy cubierto con un toldo para su protecci¨®n, acogi¨® siempre obras a la intemperie ¨Cconstitu¨ªa parte de su esencia, pues era una corrala¨C. La plaza Mayor, donde se ubica este teatro para 281 espectadores, tiene una extra?a forma rectangular para la zona, explica la gu¨ªa tur¨ªstica Bel¨¦n Bautista, que no para de hablar de representaciones y conduce al visitante por todos los edificios que acogen en julio, desde 1978, el Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico. A este acontecimiento, que atrae a profesionales y aficionados de todo el pa¨ªs, se le suman desde hace un a?o las salidas al campo que ofrece el parador como una forma de conocer en profundidad la comarca de Campo de Calatrava y sus gentes, una raz¨®n m¨¢s por la que desplazarse a Almagro.
Jugo natural de aceitunas
Petri Villaescusa lidera una de estas actividades. Cuenta en su finca de 70 hect¨¢reas que la aceituna se recoge verde del ¨¢rbol, en octubre, para que el aceite (lo llama zumo porque solo se somete a tratamientos mec¨¢nicos y no se le aplica apenas temperatura, como el que se exprime de una naranja) ofrezca todo su sabor y olor y porque es la forma de que conserve todas sus cualidades, que lo convierten en el emblema de la dieta mediterr¨¢nea.
Como en todas las visitas, el cliente marca el nivel de inter¨¦s o curiosidad y Villaescusa responde. La excursi¨®n puede convertirse en una clase universitaria de nutrici¨®n y biolog¨ªa o en un placentero paseo por el campo, donde el ¨²nico elemento de dimensiones m¨¢s propias de la ciudad es una encina majestuosa que gobierna la llanura. Este ejemplar, cuya copa mide 21 metros de ancho y 17 de alto y ¡°que ya era as¨ª de grande hace al menos 150 a?os¡±, afirma la propietaria, da cobijo para la degustaci¨®n de aceite y productos de la zona con la que termina la visita. Villaescusa, que trabajaba en banca hasta que en 2018 empez¨® a comercializar aceite bajo la marca Almagre, repite las expresiones que se escuchan en cualquier oficina el d¨ªa previo al inicio de unas vacaciones: ¡°La gente busca tranquilidad. Paz. Salir al exterior. Desconectar¡±.
Un matrimonio canadiense ya jubilado est¨¢ de visita en Almagro por eso mismo, por la tranquilidad, y tambi¨¦n por el valor del edificio donde se ubica el parador. ¡°No pensamos en Europa como un lugar para ir a la playa. Tenemos el Caribe m¨¢s cerca para eso¡±, asegura ella a media tarde con un ejemplar de El Quijote encima de la mesa de uno de los patios del parador. ¡°Hemos venido a este hotel por lo antiguo que es. Tenemos ya una edad que nos lleva a interesarnos m¨¢s por las cosas con historia¡±, explican. A la hora de la cena se acercan a pedir informaci¨®n sobre las cinco tinajas de barro que decoran el bar del hotel. Se sorprenden de que est¨¦n fabricadas en una sola pieza pese a medir dos metros. Al d¨ªa siguiente prosiguen su viaje por Espa?a. Se dirigen a Sevilla en ave desde Ciudad Real, que se encuentra a media hora de Almagro, lo que facilita que lleguen turistas de Madrid o de Andaluc¨ªa.
Ra¨²l, Nieves y Rafael te recomiendan
Por el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se puede completar una ruta circular en bicicleta en unas dos horas. Se rueda por asfalto y el trazado es asequible. Hay mucha afici¨®n en la zona gracias al que fuera sprinter profesional Lolo Sanroma.
Ra¨²l Paz
Jefe de Mantenimiento 25 a?os en Paradores
Hay una tienda en Almagro en la que se puede ver a una chica joven hacer encaje de bolillos, una artesan¨ªa con la que decorar juegos de cama o visillos. Tambi¨¦n es habitual ver a mujeres encajeras por las tardes en las puertas de su casa cuando hace buen tiempo.
Nieves Cruz
Gobernanta 30 a?os en Paradores
Recomiendo una visita al palacio del Marqu¨¦s de Santa Cruz, en el Viso del Marqu¨¦s, a 40 minutos en coche del parador. Puro renacimiento italiano en La Mancha. Alberga el archivo de la Marina y se pueden ver maquetas de barcos.
Rafael Guti¨¦rrez
Recepcionista 9 a?os en Paradores
Una grasa verde de mucho valor
Otra de las excursiones que triunfa en la zona es la visita a una plantaci¨®n de pistachos, un cultivo que en Castilla-La Mancha representa el 85% de la superficie nacional, seg¨²n la Consejer¨ªa de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural del gobierno auton¨®mico. En una finca de tres hect¨¢reas al lado de Manzanares (a media hora de Almagro) esperan ?ngela Pedrazo y su marido Pepe P¨¦rez, que compaginan este negocio que han llamado Pistachos¡¯ Queen con la gesti¨®n de la cafeter¨ªa de dos institutos: ¡°El parador de Almagro resulta fundamental para que hayan aumentado las visitas¡±, asegura Pedrazo, que lidera las explicaciones de forma torrencial ¨Csu marido se encarga de las puntualizaciones.
Reciben al visitante con una horchata de pistachos y cuentan que el ¨¢rbol se poliniza en torno al D¨ªa del Libro (23 de abril) y da frutos en octubre. ¡°La gente tiene ganas de campo y de aprender cosas¡±, afirma Pedrazo mientras destapa un tarro con manteca de pistachos, una crema para untar en pan en el desayuno o para poner una anchoa encima y preparar un aperitivo.
Naturaleza para los sentidos
Actividades y excursiones en el entorno de Almagro
El parador impulsa estas actividades y responde al inter¨¦s por el teatro de los clientes con la organizaci¨®n, un viernes al mes, de cenas teatralizadas. El hotel siempre ha tenido una relaci¨®n muy estrecha con el festival. ¡°Durante mucho tiempo las oficinas de este evento cultural estaban en el parador¡±, recuerda Lilian Ferral, la directora, que alerta de lo f¨¢cil que resulta perderse por este monasterio debido a la cantidad de estancias que tiene. Y en cierto modo es la gracia. Los d¨ªas son largos y el hotel, en el centro del pueblo, permite mezclarse con clientes y vecinos, salir y entrar con facilidad. Tan pronto uno est¨¢ viendo una exposici¨®n en la barroca iglesia de San Agust¨ªn, de titularidad municipal, como el renacentista Almac¨¦n de los F¨²cares, propiedad en el siglo XVI de los Fugger, unos banqueros alemanes prestamistas de Carlos V.
Una ruta por las lagunas de Ruidera
Almagro se encuentra muy pr¨®ximo a tres espacios naturales de gran valor. El Parque Nacional de Tablas de Daimiel, el Parque Nacional de Caba?eros y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. En este oficia Jes¨²s Pozuelo, un antiguo estudiante de ingenier¨ªa agr¨ªcola que lleva 23 a?os investigando en la zona y cont¨¢ndoselo a todo aquel que le quiere acompa?ar en una ruta a pie o subirse a su furgoneta.
Se ilusiona al ver un cormor¨¢n en la rama de un ¨¢rbol con las alas desplegadas para secarse tras haber buceado en busca de comida en una de las 15 lagunas del parque. La alta concentraci¨®n de carbonato c¨¢lcico crea unas barreras naturales llamadas tob¨¢ceas que apresan el curso del Alto Guadiana. Esos cristales de cal y el reflejo del sol explican el color turquesa de estas balsas de agua aptas para el ba?o: ¡°No es un lugar para recibir un chute de adrenalina, pero s¨ª se disfruta y aprende mucho¡±, afirma Pozuelo, que celebra cuando vienen familias con ni?os, algunos incluso con una gu¨ªa de aves en la mano. Pero, por encima de todo, se queda con el p¨²blico de en torno a los 60 a?os, por lo atentos que son, por la atenci¨®n que prestan. Por valorar y entender d¨®nde est¨¢n. Por su forma de viajar.