Cuatro d¨¦cadas en defensa de los lectores
Los mensajes que llegan a la Redacci¨®n nos llevan a reflexionar sobre lo m¨¢s peque?o o lo m¨¢s grande del trabajo period¨ªstico, de las peticiones m¨¢s simples a los debates m¨¢s elevados
El continuo di¨¢logo que EL PA?S mantiene con sus lectores a trav¨¦s del defensor cumple 40 a?os en 2025. Este peri¨®dico fue el pionero de los medios de habla hispana al establecer en 1985 esta figura, que han ejercido hasta ahora 14 periodistas. Por eso, quiero recordar hoy a todos mis antecesores ¨DIsmael L¨®pez Mu?oz, Jes¨²s de la Serna, Jos¨¦ Miguel Larraya, Soledad Gallego-D¨ªaz, Juan Arias, Francisco Gor, Camilo Valdecantos, Mal¨¦n Azn¨¢rez, Sebasti¨¢n Serrano, Milagros P¨¦rez Oliva, Tom¨¢s Delcl¨®s, Lola Gal¨¢n y Carlos Y¨¢rnoz¡ª porque ellos caminaron para que ahora se pueda correr.
A ellos se debe que esta figura haya resistido el paso de los a?os, adapt¨¢ndose a los profundos cambios pol¨ªticos y sociales y a los avances tecnol¨®gicos que desde entonces ha vivido la humanidad y que EL PA?S ha reflejado, pero tambi¨¦n experimentado internamente; empezando por la audiencia, que ya no vive en un solo pa¨ªs, sino que nos sigue desde todos los continentes, y continuando por la dr¨¢stica evoluci¨®n en la manera de consumir la informaci¨®n o la p¨¦rdida de influencia del periodismo. Sin embargo, todav¨ªa hoy son muy pocos los medios en espa?ol que cuentan con un defensor y en Espa?a sobran dedos para enumerarlos, justo cuando las posibilidades tecnol¨®gicas hacen m¨¢s necesaria que nunca la transparencia sobre la informaci¨®n ante los lectores.
En 1985, hab¨ªa 29 ombudsmen en todo el mundo (en su mayor¨ªa en Estados Unidos y los pa¨ªses escandinavos) y hoy m¨¢s de 80 est¨¢n inscritos en ONO (Organization of News Ombudsmen and Standards Editors). Pienso por ello que el primer director de EL PA?S, Juan Luis Cebri¨¢n, fue valiente al nombrar a un periodista con el cometido principal de revisar los procesos y dar explicaciones p¨²blicas. Desde entonces, en EL PA?S, el defensor del lector, el Estatuto de la Redacci¨®n y el Comit¨¦ de Redacci¨®n forman un armaz¨®n institucional que garantiza la independencia del peri¨®dico.
La conversaci¨®n sigue viva
De las primeras cartas manuscritas que llegaban a la Redacci¨®n con quejas y sugerencias, los lectores se pasaron con los a?os al m¨®vil, a trav¨¦s de blogs o chats. Ahora sus mensajes llegan en texto y audio, v¨ªa internet, y la ¨²nica carta postal en m¨¢s de un a?o conten¨ªa una felicitaci¨®n navide?a, dibujada por el lector Jos¨¦ Luis Acarregui. Pese a esta metamorfosis, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, puedo constatar que la conversaci¨®n se mantiene muy viva.
Al reflexionar sobre todo ello, me doy cuenta de c¨®mo los lectores nos llevan pr¨¢cticamente cada d¨ªa de lo m¨¢s peque?o a lo m¨¢s grande del trabajo period¨ªstico, de las peticiones m¨¢s simples al pensamiento m¨¢s elevado. Uno alerta de un anuncio invasivo y otro pone sobre la mesa una cuesti¨®n de ¨¦tica profesional que apela a los grandes debates de la sociedad. Estos mensajes van dirigidos a la defensora, pero apuntan a toda la maquinaria del peri¨®dico: de la Redacci¨®n a los equipos de negocio, en particular los de Producto y Suscripciones. La respuesta no consiste solo en corregir, sino que muchas veces sirve para pulir y rectificar el sistema de trabajo, cuando conduce a reflexionar sobre por qu¨¦ hacemos las cosas como las hacemos.
Esta misma semana, los lectores Ra¨²l Mart¨ªn y ?ngel Herreros han escrito para cuestionar una informaci¨®n de la secci¨®n Tu Tecnolog¨ªa, en la que la redactora Laura Pajuelo hablaba de su experiencia al probar unas lentes graduadas con inteligencia artificial. Ambos lo calificaban de ¡°publirreportaje¡± y se extra?aban de que no estuviera identificado y de que se pudiera publicar esta informaci¨®n sin acudir a estudios cl¨ªnicos. Sin embargo, el objetivo del art¨ªculo no era hacer publicidad de una marca, sino probar una opci¨®n tecnol¨®gica y contar la experiencia como servicio para los lectores. Lo que s¨ª nos ha hecho ver este caso es que el formato era confuso, porque nada les orientaba sobre el grado de subjetividad del texto. La subdirectora de la edici¨®n digital, Cristina Delgado, admite que no se hab¨ªa indicado adecuadamente la carga de opini¨®n de estos textos, que deber¨ªan titularse en cursiva para mostrar a los lectores que la visi¨®n del autor est¨¢ muy presente. Tanto este art¨ªculo como otros anteriores de la secci¨®n se han corregido ya de esta manera.
En este equilibrio entre escuchar a los lectores y respetar el criterio period¨ªstico hay siempre aristas. La audiencia se muestra implacable cuando cree que falla un servicio que ha pagado, y los periodistas a menudo consideran que el esfuerzo que ponen en su trabajo resta importancia a cualquier equivocaci¨®n. Pero el defensor ¨Dla defensora en este caso¨D no es ni el portavoz de los lectores ni un escudo para proteger al peri¨®dico, sino una v¨ªa de di¨¢logo entre ambos que permite abordar los errores, explicarlos con transparencia y ayudar a mejorar la calidad informativa en beneficio de unos y otros.
A veces hay tambi¨¦n desencuentros estrepitosos. Ha ocurrido esta semana con una larga carta de queja de la lectora Cristina Cort¨¦s, muy cr¨ªtica con un reportaje sobre el derecho de los nacidos por reproducci¨®n asistida a conocer su identidad gen¨¦tica, publicado el 5 de enero, y que considera ¡°sesgado¡±, con una ¡°casu¨ªstica sensacionalista, impropia de un peri¨®dico serio¡±. A esta lectora le he escrito un extenso correo con la versi¨®n de la secci¨®n de Sociedad, que consider¨® pertinente aportar un punto de vista nuevo en un debate que, en pa¨ªses como Portugal, Francia o Alemania, ha provocado cambios legislativos. De ninguna manera era una informaci¨®n de parte y se elabor¨® con todas las cautelas profesionales. El hecho de tratar un tema pol¨¦mico no implica una toma de partido ideol¨®gico, sino un verdadero esfuerzo por explicar los diferentes puntos de vista.
Es justo uno de los casos a los que me refer¨ªa al hablar de c¨®mo los lectores nos plantean a menudo los grandes debates de la sociedad. Aqu¨ª surge tambi¨¦n un ejercicio de ¨¦tica profesional que suele quedar en la trastienda. Lo f¨¢cil ser¨ªa ceder ante el lector, borrar o rectificar el trabajo y actuar bajo la premisa de que el cliente siempre tiene la raz¨®n. Lo dif¨ªcil es resistir ante lo que no deja de ser un tipo de presi¨®n y mantener el criterio profesional, que en muchas ocasiones resulta un bien a proteger a pesar de nuestros propios lectores. Casi siempre es m¨¢s complejo mantener la independencia ante los amigos.
Ser la defensora me da un lugar privilegiado para presenciar c¨®mo EL PA?S forma parte de la vida de los lectores. De c¨®mo en el enfado con el error o con la falta de celo existe la misma ra¨ªz sentimental que la decepci¨®n que provocan los desaciertos de aquellos a los que tenemos en alta estima. Una relaci¨®n que es impagable y que los periodistas debemos respetar y cuidar. Ojal¨¢ que los lectores sepan tambi¨¦n apreciar estas cuatro d¨¦cadas de verdadero inter¨¦s por lo que quieren que sea EL PA?S. Por muchos a?os m¨¢s.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electr¨®nico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duraci¨®n al n¨²mero +34 649 362 138 (este tel¨¦fono no atiende llamadas).