El zumbido de un avi¨®n en llamas (Real Madrid 2 - Espanyol 2)
El Espanyol pone en evidencia a un l¨ªder abatido por la falta de juego y el exceso de fatiga
La combinaci¨®n de estos dos problemas ha tenido un efecto desastroso en el Madrid, cuyo destino es sufrir en un campeonato que parec¨ªa sencillo. Casi puede sentirse satisfecho con el empate que sac¨® de un duelo emotivo, de f¨²tbol roto, plagado de errores y mal interpretado por el equipo de Del Bosque.
No supo administrar la ventaja de dos goles que obtuvo mediado el encuentro y pas¨® un calvario en el segundo tiempo, con C¨¦sar de protagonista en varias acciones apuradas y con la sensaci¨®n de que el Espanyol estaba a un dedo de la victoria en cualquiera de sus contragolpes.
Durante 20 minutos se vio lo m¨¢s parecido a un equipo potable, dispuesto a sentenciar la Liga definitivamente. En el arranque, el Madrid aplast¨® al Espanyol y disfrut¨® de varias ocasiones, con tiros de Ra¨²l, Morientes y Savio, remates que anunciaban el gol pero que no concretaban nada.
Con una alineaci¨®n demasiado novedosa como para no pensar en el disgusto de Del Bosque por la actuaci¨®n de algunos de sus hombres en los ¨²ltimos partidos -digamos que McManaman y Casillas a la cabeza-, el Madrid jug¨® con entereza y mucha banda izquierda en los primeros minutos.
Savio protagoniz¨® varias arrancadas que recordaron al extremo ¨¢gil y r¨¢pido de sus mejores d¨ªas, Morientes ayud¨® en el centro de la delantera y Ra¨²l vigilaba astutamente los acontecimientos en el ¨¢rea por si acaso.
No tuvo el mismo peso Figo, que ofreci¨® una actividad muy escasa por la derecha. Claro que call¨® las cr¨ªticas con un gol de bandera. Su tiro libre, adem¨¢s de sensacional, parec¨ªa la soluci¨®n a cualquier problema de angustia en el Madrid.
No fue as¨ª. Poco despu¨¦s de marcar el gol se precipitaron los acontecimientos, cada uno peor que el anterior para los locales. Morientes se retir¨® por culpa de la lesi¨®n que le tiene machacado desde hace meses. A ese dato se a?adi¨® otro fundamental: el centro del campo del Madrid comenz¨® a dar las se?ales de inconsistencia que han atormentado al equipo en los ¨²ltimos tiempos.
Ni Savio, por sus condici¨®n de extremo y su ligereza f¨ªsica, ni Figo, que ayuda poco en la recuperaci¨®n, se juntaron a Makelele y Helguera, aislados frente a una columna de centrocampistas encabezada por Sergio, un jugador interesante, capaz de armar y llegar. Con Galca, Velamaz¨¢n y Roger -todos centrocampistas puros-, el Espanyol comenz¨® a operar con facilidad en la media.
Tampoco Helguera se ayud¨® a s¨ª mismo. ?ste era un partido para contener la crecida del Espanyol y formar un dique que no existi¨®. Jugador competitivo, de car¨¢cter ganador, Helguera es v¨ªctima de sus impulsos.
Lejos de formar una pared con Makelele, varias veces sali¨® hacia el ¨¢rea en jugadas que recuperaba el Espanyol, que no encontraba m¨¢s oposici¨®n que Makelele hasta el ¨¢rea de C¨¦sar. Helguera regresaba sin resuello desde su inopinada posici¨®n de delantero centro, en un gasto in¨²til para el ataque y p¨¦simo para la defensa. Pero la gente es como es y no hay modo de que a este futbolista de grandes condiciones le entre la cordura.
El gol de Ra¨²l, siempre atento a los rechaces, se entendi¨® como la prueba cierta de la victoria del Madrid. De ninguna manera. Rotchen, en un cabezazo mal tapado por los defensas locales, marc¨® pront¨® y dio paso a la marea de ocasiones del Espanyol. En casi todas result¨® decisiva la actuaci¨®n de C¨¦sar, cuyo ¨²nico lunar fue un horrible despeje que rebot¨® en Tamudo y estuvo a punto de convertirse en el gol tonto del a?o.
Por lo dem¨¢s, el portero madridista fue listo para jugar lejos de la porter¨ªa, lo que invalid¨® varios pases muy peligrosos del Espanyol, y para interceptar varios mano a mano. No pudo, sin embargo, detener un penalti m¨¢s que discutible de Hierro, jugada que dej¨® al Madrid con diez y con un empate, al borde del ataque de nervios, porque la derrota se presagiaba en Chamart¨ªn, dondee la gente escuch¨® un zumbido muy raro. El de los equipos que no funcionan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.