Un cl¨¢sico sin Figo
Por primera vez desde 1995 Luis Figo no ser¨¢ uno de los protagonistas del partido Real Madrid-Barcelona
Jorge Valdano pidi¨® su fichaje para el Real Madrid en 1994, pero en aquella ¨¦poca la cuenta corriente del club que presid¨ªa Ram¨®n Mendoza ofrec¨ªa m¨¢s n¨²meros rojos que negros y la operaci¨®n se antoj¨® imposible. De ello se aprovech¨® el Barcelona para fichar al portugu¨¦s, de eso y de la duplicidad de contratos que ten¨ªa Figo con Parma y Juventus y que le impidi¨® jugar en Italia. No tard¨® en convertirse en un icono para el barcelonismo y en un azote para los madridistas, que le sufrieron hasta que apareci¨® Florentino P¨¦rez para romper el mercado de fichajes y vestirle de blanco.
Pocos futbolistas han despertado tantas pasiones y odios en el f¨²tbol espa?ol como Figo, que alcanz¨® su mejor versi¨®n vestido de azulgrana en los cl¨¢sicos contra el Real Madrid. La banda derecha del Barcelona fue suya durante cinco temporadas y uno de los rivales que m¨¢s sufri¨® sus carreras, regates y centros fue Roberto Carlos. Son contados los jugadores que han exigido tanto al lateral brasile?o, que necesitaba estar al cien por cien f¨ªsica y mentalmente para no quedar en evidencia.
Y es que una de las especialidades de Figo era descubrir a los ojos del p¨²blico las carencias de sus marcadores. Pocos salieron indemnes y el Camp Nou y el Santiago Bernab¨¦u lo disfrutaron y lo sufrieron. Jugador de fuerte personalidad y car¨¢cter ganador, Figo nunca se escondi¨® y la presi¨®n de la afici¨®n rival no hac¨ªa m¨¢s que motivarle.
Orgulloso como pocos, no dudaba en pedir el bal¨®n y asumir la iniciativa cuando se le bajaban las persianas a sus compa?eros. Y el mejor escenario para ello era el cl¨¢sico, con todo el pa¨ªs futbol¨ªstico pendiente de ¨¦l. Los buenos aficionados del Barcelona a¨²n recordar¨¢n el golazo que le marc¨® a Bodo Illgner en el Camp Nou, del mismo modo que los seguidores madridistas a¨²n saborean el tanto que le marc¨® a Bonano en el Bernab¨¦u y que sirvi¨® para que el Madrid derrotara por 2-0 al Barcelona. Era ya el tiempo a?adido y el Madrid hubiera ganado igual sin aquel gol, pero en los ¨²ltimos a?os pocos tantos se han celebrado con tanta intensidad en Chamart¨ªn como ese.
El cochinillo y la suplencia
Pero ligados a estos cl¨¢sicos tambi¨¦n est¨¢n tres de los momentos m¨¢s desagradables de su dilatada y brillante carrera. Su primera visita al Camp Nou como jugador del Real Madrid result¨® especialmente traum¨¢tica para ¨¦l. La afici¨®n que hasta unos meses antes le hab¨ªa idolatrado transform¨® todo ese amor en un odio visceral que impact¨® tanto al portugu¨¦s que desde ese d¨ªa Figo fue un poco m¨¢s madridista. Las pancartas que poblaban el estadio y los billetes con su imagen lanzados desde la grada seguro que a¨²n permanecen en la memoria del ahora jugador del Inter.
Como no habr¨¢ olvidado tampoco la cabeza de cochinillo y las botellas, una de cristal, que le arrojaron durante el cl¨¢sico de 2002, lo que provoc¨® que el ¨¢rbitro, Medina Cantalejo, interrumpiera el partido y mandara a los vestuarios a los jugadores del Madrid hasta que se tranquilizaron los ¨¢nimos. Un cuarto de hora despu¨¦s el Madrid regres¨® al campo y Figo, como si nada hubiera pasado, se fue directo al c¨®rner para efectuar un saque de esquina.
Sin embargo, ninguno de esos momentos le doli¨® tanto como cuando la temporada pasada supo que iba a ser suplente en el cl¨¢sico del Bernab¨¦u. Ese d¨ªa Figo, herido en su orgullo, intuy¨® que su aventura en el Real Madrid estaba llegando a su fin. Y no se equivoc¨®.
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