"Majestad, aqu¨ª no hay segundo"
El espect¨¢culo de la copa m¨¢s prestigiosa de la vela mundial se da cita en Valencia
Una ma?ana de 1851, concretamente la del 22 de agosto, Londres abri¨® el tel¨®n de la vanguardia art¨ªstica con una Gran Exposici¨®n que pasar¨ªa a la historia por ser el primer evento en el que se reuni¨® productos de todos los pa¨ªses. Sin embargo, ese escaparate de ampulosidad encerraba intenciones vanidosas: La copa de las 100 Guineas, cuyo trofeo fue encargado a un prestigioso joyero ingl¨¦s por el Marqu¨¦s de Anglese para el Royal Yacht Squadron.
La supremac¨ªa naval de Inglaterra era conocida de uno a otro conf¨ªn. Por las calles de Londres no se perd¨ªa el recuerdo de la m¨ªtica haza?a del almirante Nelson en Trafalgar, la gran victoria sobre las potencias europeas. Y si ¨¦stas, Espa?a y Francia, continuaban arrodilladas ante la armada anglosajona, no es de extra?ar que la regata propuesta por el Conde Wilton al fundador del Yacht Club de Nueva York, John Stevens, en la isla de Wight fuera vista como un mero juego de ni?os, una exhibici¨®n de poder¨ªo. Pura cortes¨ªa inglesa.
Pero el orgullo brit¨¢nico qued¨® herido con la victoria de la goleta "Am¨¦rica" sobre el nuevo barco del Conde Wilton, y el trofeo de las 100 Guineas cambi¨® de ubicaci¨®n y de nombre, en honor al primer vencedor. Entonces la reina Victoria, que presenciaba el liderazgo del "nuevo mundo" sobre su laureada m¨¢quina naval, pronunci¨® la m¨ªtica frase de ?y el segundo?. Era la imagen de la resignaci¨®n, la pedanter¨ªa magullada, que s¨®lo su siervo pudo superar cuando respond¨ªa serenamente: Majestad, aqu¨ª no hay segundo. ?El burgu¨¦s neoyorquino superaba al gentleman londinense! Aquella proeza era una paradoja que no pod¨ªa repetirse, y pronto se firm¨® una revancha con condiciones: En lugar de varios participantes, la idiosincrasia de la prueba s¨®lo permit¨ªa duelos individuales. Desafiante contra defensor.
Desde ese momento, la Copa Am¨¦rica vivi¨® en 'nueva tierra' durante m¨¢s de 100 a?os, y s¨®lo el cambio de reglamento de 1958 permiti¨® que la prueba recibiera a competidores extranjeros. Aquello no variaba el dominio americano, que se mantuvo invicto en los siguientes 132 a?os y 25 desaf¨ªos de la regata. En concreto hasta 1983, a?o en que otra antigua colonia inglesa, Australia, puso fin a la hegemon¨ªa estadounidense. John Bertrand, patr¨®n del nav¨ªo "Australia II" pronunci¨® en el brindis otra de las frases que jalonan la historia de esta competici¨®n: "S¨®lo la victoria es hermosa".
Desde entonces se han producido modificaciones en los reglamentos, haciendo de la Copa Am¨¦rica un aut¨¦ntico desaf¨ªo tecnol¨®gico con inversiones de hasta 100 millones de euros y aut¨¦nticos arsenales de navegaci¨®n de hasta 24.000 toneladas, calados de casi cuatro metros y equipos humanos de hasta un centenar de personas.
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