"La cima traidora"
Antes de conocer a I?aki Ochoa de Olza cre¨ªa que los himalayistas eran tipos sofisticados, por supuesto patrocinados, pagados de s¨ª mismos. Muchos obedecen a ¨¦ste perfil, es cierto, aunque I?aki se encarg¨® bien pronto de romper estos estereotipos. En el monte, viajaba con camisetas descoloridas, guantes sospechosamente ajados y mallas agujereadas. Un profesional sin contrato, ingresos ni logotipos que lucir. Un tipo ajeno al qu¨¦ dir¨¢n. Viv¨ªa en el l¨ªmite de lo que la austeridad da de s¨ª, pero pronto supe que las ropas que le vest¨ªan eran, en realidad, trofeos: un gorro regalado por un famoso alpinista norteamericano, las mallas de un escalador mexicano, las gafas de un ruso?
"Toda la vida suplicando un patrocinio, y ahora que lo tengo me mandan tanta ropa que no me da tiempo ni a abrir las cajas", se re¨ªa recientemente. Pero un a?o antes, tuvo que renunciar a las carreras de esqu¨ª de monta?a porque no pod¨ªa asumir el coste de las inscripciones. Despu¨¦s de 20 a?os escalando 'ochomiles', alguien se dio cuenta de que el hombre merec¨ªa una ayuda y, de pronto, se vio con dos patrocinadores dispuestos a invertir en ¨¦l, am¨¦n de un fabricante de material que le inundaba la casa con chaquetas de pluma. "Y, encima, me sobr¨¢n unos dos mil euros al a?o para mis cosas", se part¨ªa de risa.
Mientras, trabaj¨® como gu¨ªa en el Himalaya, mandando en dos ocasiones a paseo y sin despeinarse a sus impresentables jefes. "Mejor libre y pobre, que con dinero y amargado", sol¨ªa decir. Dif¨ªcil conocer a una persona m¨¢s despreocupada ante las grandes inc¨®gnitas de lo cotidiano: ?me comprar¨¦ un todoterreno? ?Llegar¨¦ a fin de mes? ?Me renovar¨¢n el contrato? ?Tendr¨¦ plaza de garaje? La vida a salto de mata fue una constante en la existencia de I?aki Ochoa, al que s¨®lo una vez vi angustiado: operado de una rodilla, tem¨ªa no restablecerse a tiempo para acudir a su cita con el Himalaya.
En las bodas de sus amigos, reun¨ªa una camisa de un hermano, los zapatos del otro, y sus vaqueros preferidos y acud¨ªa "disfrazado" a la ceremonia conduciendo el Nissan Micra m¨¢s exprimido de la historia. Para las ocasiones especiales, lleg¨® a comprarse una camisa?pero de un fabricante de ropa de monta?a, por si las moscas. A fuerza de verle en la monta?a, costaba ubicarle en otras coordenadas, pero siempre se desped¨ªa de sus amigos navarros cenando un bocadillo en el bar Zokoa.
Nunca le tuvo aprecio al Annapurna, la monta?a en la que falleci¨® su amigo Anatoli Boukreev. "Es una cima traidora", dijo al poco de renunciar en su cara norte el pasado a?o. Una placa ser¨¢ colocada en su recuerdo. Har¨¢ compa?¨ªa a la que sirvi¨® para despedir a Boukreev.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.