Al Espanyol se le resiste Ra¨²l
Dos goles del capit¨¢n madridista igualan un partido con dos equipos muy valientes
Con la chistera de Ra¨²l y m¨¢s intensidad que f¨²tbol, el Madrid logr¨® domesticar un partido en el que estuvo tan cerca de perder como de ganar. El Espanyol le discuti¨® con acierto en las dos ¨¢reas, sin arrugarse jam¨¢s, siempre con la mirada al frente y la pelota como bot¨ªn. A los indiscutibles m¨¦ritos del cuadro catal¨¢n respondi¨® el equipo de Schuster con mucho empe?o y varios arrebatos. S¨®lo as¨ª logr¨® reducir a su adversario, que tuvo un cuajo inesperado: no cerr¨® el marcador cuando lo mereci¨® por juego, pero tampoco se desparram¨® cuando debi¨® soportar el efervescente asalto del Madrid en el segundo periodo.
No trenza el juego con demasiado mimo, le cuesta barrer la pelota al adversario, prescinde de los extremos ?por las orillas s¨®lo rema un lateral (Sergio Ramos), que no siempre tiene dep¨®sito para defender? y su ataque es un embudo. Con este tejido, cualquier equipo quedar¨ªa en evidencia. El Madrid, no. Siempre encuentra una rendija por la que redimirse. Muchas veces tira de la precisi¨®n de Van Nistelrooy y otras tantas exprime la inagotable veta de Ra¨²l. No es un equipo estilista, pero a muchos rivales no les alcanza con el juego, de nada les sirve un sentido m¨¢s purificado del mismo. Le ocurri¨® al Espanyol, que jug¨® con una valent¨ªa extraordinaria, al hilo de De la Pe?a o, lo que es lo igual, sin perder de vista la pelota, con tres percutores permanentes como Luis Garc¨ªa, Tamudo y Nen¨¦. Cuando fue mejor ?en el primer tiempo, de principio a fin?, s¨®lo pudo empatar; cuando decidi¨® jugar a la ruleta rusa con el Madrid, estuvo a punto de perder.
Desangelados De la Red y Van der Vaart, el primer acto fue gobernado por el Espanyol, que gravit¨® con fluidez en torno a De la Pe?a, que se hart¨® de dar puntadas con sus delanteros. Sobre todo con Nen¨¦, un tormento para Sergio Ramos, al que Schuster no da tregua y obliga jornada a jornada a una ida y vuelta constante. La movilidad ofensiva del equipo de M¨¢rquez retrat¨® a la zaga local. Tamudo se descolg¨® dos veces al costado derecho y el conjunto de Schuster se desquici¨®. En la primera acci¨®n, Heinze, sin freno, atropell¨® al capit¨¢n del Espanyol, que no fall¨® el penalti y, por fin, logr¨® anotar ante el Madrid en Chamart¨ªn. En la segunda ocasi¨®n, el desmarque de Tamudo hacia la derecha disloc¨® a toda la defensa blanca: Luis Garc¨ªa, el extremo derecho, termin¨® la jugada en la zona de Nen¨¦, anclado como boya en el puesto de Tamudo.
A cada acierto del Espanyol el Madrid respondi¨® con una se?a de identidad que tantas veces le ha distinguido en los ¨²ltimos tiempos: con un f¨²tbol tan simplista como eficaz. Ra¨²l fue Ra¨²l tras dos centros de Sergio Ramos desde el medio campo rival. El primero iba dirigido a Van Nistelrooy, que no lleg¨® al cabezazo, pero Ra¨²l, que jam¨¢s perder¨¢ la fe, fue a por la pedrea y acert¨®. El segundo pase de Ramos s¨ª tiene a Ra¨²l en la diana, pero ¨¦ste estaba en la trinchera con tres defensas. Nadie como el capit¨¢n madridista para embocar en el barbecho. Un tanto muy raulista y en el descuento del primer tiempo.
En la segunda ronda cambi¨® el gui¨®n. El Espanyol fue igual de valiente, pero perdi¨® el gobierno y acept¨® un duelo fren¨¦tico con el Madrid. El partido se volvi¨® trepidante, sin sosiego, con dos equipos desbocados, de porter¨ªa a porter¨ªa. Con todos flirteando con el gol. No hay rival al que le convenga ese tipo de encuentros con el Madrid, al que encumbra su pegada. Lo adivin¨® M¨¢rquez, que dio un vuelo a otro centrocampista, ?ngel, para sedar el partido. El equipo de Schuster, con el dep¨®sito de Sneijder y Robben en el medio, aument¨® el voltaje del juego y logr¨® equilibrar el choque, con el Espanyol m¨¢s comedido y el Madrid a toque de corneta. Ninguno encontr¨® remedio: ni el mejor Espanyol del primer tiempo ni el impulsivo Madrid del final.
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