?ste no es mi Tiger

Por sus ropas los conocer¨¢s. John Daly viste como vive, llamando la atenci¨®n. Los j¨®venes japoneses van a la moda, todos igual, con sus cinturones de colores. Rory McIlroy se confunde entre un grupo de adolescentes. Y Tiger Woods parece un superh¨¦roe vestido de negro, la ropa bien ajustada para marcar sus m¨²sculos, para mostrar la tensi¨®n de su cuerpo, que es tambi¨¦n la tensi¨®n de su mente, de su juego, siempre exigido al m¨¢ximo. Tanta presi¨®n que ayer la cabeza le explot¨®, sufri¨® un cortocircuito y se qued¨® fuera del corte en el Open Brit¨¢nico, la segunda vez en su carrera que no llega al fin de semana en un grande —la primera fue en el US Open de 2006 tras morir su padre. "Fue un problema tras otro", dijo Woods, tampoco muy preocupado, m¨¢s "hambriento" que otra cosa. El Tigre se despidi¨® para desconsuelo del Open (menos gente todav¨ªa para el s¨¢bado y el domingo, menos audiencias) con una tarjeta bien fea: cinco golpes sobre el par, tres bogeys y dos doble bogeys entre los hoyos 8 y 13, los de su hundimiento, y casi la mitad de las calles perdidas en el torneo. Irreconocible, vaya. Ahora s¨®lo le queda el Campeonato de la PGA, en agosto, para cubrir su habitual cupo de un grande al a?o.

Tiger pag¨® a ratos su frustraci¨®n con el palo mientras Sergio Garc¨ªa cerraba el pu?o de felicidad, o sea, el mundo al rev¨¦s. Al mal tiempo puso El Ni?o su mejor cara, y eso es noticia. El castellonense est¨¢ feliz, optimista como nunca, henchido de confianza, ante una "buena oportunidad". "Veo muchas cosas positivas. Me hab¨ªa venido abajo hace un tiempo, pero he salido. Ahora tengo m¨¢s ganas de luchar", cont¨®. Parece que va en serio y no est¨¢ Woods por medio. A cuatro golpes de los l¨ªderes, Steve Marino y el sorprendente y ovacionado otro d¨ªa m¨¢s Tom Watson (recuerden, 59 a?os), Sergio escolta a Jim¨¦nez, a dos impactos de la cabeza, superviviente al final de un d¨ªa que empez¨® con mala pata cuando perdi¨® el punto de mira y las calles en los primeros hoyos, aunque, sabio ¨¦l, se agarr¨® al campo con u?as.

Se apag¨® el sol y los bandazos imprevisibles del viento y la lluvia pusieron las cosas muy chungas: s¨®lo siete jugadores, entre ellos Sergio, bajaron del par y las bolas se escondieron mucho tiempo en las espigas. Tambi¨¦n resisti¨® Casta?o, a seis golpes de los primeros. Adi¨®s a ?lvaro Quir¨®s, que sigue sin pasar el corte en un grande (ya van tres). El primer d¨ªa perdi¨® la confianza y ayer ni siquiera jug¨® bien desde el tee, "colapsado, agotado mentalmente", mientras Pep¨ªn Rivero, su entrenador, se daba cabezazos viendo una tarjeta de ocho sobre el par: "Los putts, los putts nos han fallado". En el viaje de vuelta coincidir¨¢ Quir¨®s con Pablo Larraz¨¢bal, a quien un marcador de +20 dej¨® sin explicaciones.