El Bar?a se gana el pan

El Barcelona necesita partidos como el que jug¨® en La Rosaleda para convencer a los incr¨¦dulos de que gana porque se lo curra, como suele decir Guardiola cada vez que alguien relativiza los triunfos del equipo ampar¨¢ndose en la supuesta debilidad de los rivales. Vive aislado el equipo del rancho directivo, que arde por los cuatro costados, y casi mejor, porque as¨ª le va en lo deportivo, donde s¨®lo manda el t¨¦cnico. El Bar?a necesita como nunca a Guardiola y lo encuentra, afortunadamente, porque su equipo gana. Incluso cuando como ayer, le falta pase y tino. Entonces, trabaja y aprieta los dientes, por mucho que le complique la vida la fortaleza del rival o el mal estado del terreno de juego. M¨¢s que nunca, el club est¨¢ en manos de lo que haga el equipo, porque de eso vive la hinchada, tan feliz y orgullosa cuando mira al campo como at¨®nita ante los esc¨¢ndalos que escupe la sala de juntas.

Venci¨® el Bar?a jugando como impuso el rival. O sea, peleando. Nunca ocult¨® el cuerpo t¨¦cnico que usa pr¨¢cticas de espionaje al rival con la sana intenci¨®n de aprovecharse de sus defectos y la voluntad de prevenir sus virtudes, as¨ª que Guardiola avis¨® de que el M¨¢laga era un hueso duro de roer. Arm¨® la defensa, en parte, consciente de la insistencia de Baha y Obinna por buscar la espalda a los centrales y sacar de sitio a los laterales, y puso a Chigrinski ?que se lesion¨®? y Puyol en el eje. De inicio, el ucranio por la derecha y el catal¨¢n por la izquierda.

El Bar?a no encontraba salida y apenas pasaba de medio campo, as¨ª que el invento dur¨® diez minutos. Cambi¨® a los centrales de puesto para favorecer la salida de la pelota y los cambios de orientaci¨®n de Chigrinski. Guardiola, adem¨¢s, consciente del poder¨ªo f¨ªsico del rival, trat¨® de meter m¨²sculo apostando por Abidal y Tour¨¦, que no estuvo fino, resinti¨¦ndose as¨ª la circulaci¨®n de bal¨®n. Henry, que deb¨ªa ejercer como la referencia de ataque, ni la oli¨® y a la media hora se lesion¨®, as¨ª que Ibrahimovic le tom¨® el relevo.

El equipo de Mu?iz result¨® tan duro de masticar como vaticin¨® Guardiola. Mord¨ªa el centro del campo, achuchaba y apretaba. Con todo lo que tiene se fue a por Vald¨¦s con descaro pero sin pegada. Presionando gan¨® la pelota e hizo correr al Bar?a sin bal¨®n. Consecuentemente, sufrieron Xavi y el equipo, que no encontraron nunca la pausa para hilvanar tres pases seguidos. No dej¨® el M¨¢laga que el rival se sintiera c¨®modo, al menos hasta que no encontr¨® alternativas en largo. Fue cuando, en medio del agobio, apareci¨® Ibrahimovic y el Bar?a pis¨® el ¨¢rea. Ibra oxigena tanto como fija, se mueve con criterio y, adem¨¢s de que est¨¢ enchufado, mantiene alto su compromiso, tanto que defiende con acierto los saques de esquina, siempre en el primer palo. Al sueco le encontr¨® Pedro, primero, pero le gan¨® Mun¨²a el mano a mano, por blando. Luego, a servicio de Messi, marc¨® su quinto gol en cinco jornadas, un gol que desencall¨® el marcador pero no el partido.

El M¨¢laga no se venci¨® hasta que el Bar?a le dio la puntilla. En ocasiones, alguno de sus hombres se pas¨® de rosca, especialmente Weligton, que se peg¨® con todos. Fuera pis¨¢ndole a Messi, haci¨¦ndole un penalti a Ibra y otro a Messi, d¨¢ndole un pu?etazo a Piqu¨¦... Al final, por menos, el que vio la roja fue Luque.

Tir¨® el equipo azulgrana de recursos y marc¨® Piqu¨¦ el segundo gol, rematando un centro de Xavi a saque de una falta frontal. Encarril¨® finalmente el Bar?a un partido tosco y trabado, tenso de principio a fin, que sac¨® adelante m¨¢s por voluntad que por estilo, casi a contranatura. Pero toc¨® faenar y lo hizo. Al fin y al cabo, hay muchas maneras de ganar.