Espa?a vuela hacia Sur¨¢frica
Con su innegociable estilo, el conjunto de Del Bosque supera a una confusa y p¨¢lida Argentina
Juega bien Espa?a, muy bien. Mal Argentina, bastante mal, por mucho que a¨²n d¨¦ alg¨²n apret¨®n. El mundo ha cambiado, la selecci¨®n espa?ola tiene br¨²jula ; la bicampeona mundial vive desnortada, pese a su gen competitivo. Son los tiempos de Maradona, una bomba, un mito con pies y un cortocircuito en la cabeza. L¨®gico, no concibe otro ¨¦xtasis que el hedonismo de aquel Dios, no se ve en otro espejo, en lo mundano. Son los d¨ªas de Del Bosque, que tuvo buen empeine y hoy mejor cerebro. A siete meses del Mundial, Espa?a hace camino, a Argentina le faltan los atajos por los que nunca ir¨¢ Maradona. Las divinidades tienen otros rumbos, inescrutables, de otro planeta. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa los descubra Messi, o ese clon postizo del deslumbrante jugador azulgrana que ahora no es m¨¢s que una borrosa secuela en esta Argentina sin horizonte. Xavi es Xavi, como Iniesta, Villa y otros, que encuentran en la selecci¨®n un para¨ªso, un ed¨¦n com¨²n en el que disfrutan, al que se alistan chicos de mucho vuelo, como Negredo, Mata o Navas. Un fil¨®n, una veta inmejorable. Eso es el f¨²tbol, un gozo. Al menos hasta llegar a la competici¨®n. Quiz¨¢ entonces las cosas hayan cambiado, pero las pistas hasta Sur¨¢frica invitan a so?ar a Espa?a. Las huellas albicelestes, m¨¢s bien deprimen. No tiene nada celestial y su apuesta s¨®lo engancha por el rango. A Argentina siempre se le espera. Nunca estuvo de m¨¢s en el f¨²tbol, que tanto le debe. Pero nada es vitalicio; ni siquiera para Maradona, convertido en el escudo de todo un pa¨ªs, por mucho que su equipo apretara los dientes en un tramo del segundo periodo.
ESPA?A 2 - ARGENTINA 1
Espa?a: Iker Casillas (Reina, m.88); Sergio Ramos, Puyol (Ra¨²l Albiol, m.46), Piqu¨¦, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso, Xavi (Cesc, m.61), Iniesta (Navas, m.82), Silva (Negredo, m.65); y Villa (Mata, m.82).
Argentina: Sergio Romero; Coloccini, Demichelis, Heinze, Ansaldi; Maxi Rodr¨ªguez (Lavezzi, m.83), Mascherano, Gago (Cambiasso, m.74), Di Mar¨ªa; Higua¨ªn (Tevez, m.58) y Messi (Perotti, m.83).
Goles: 1-0, m.15: Xabi Alonso. 1-1, m.60: Messi de penalti. 2-1, m.85: Xabi Alonso de penalti.
?rbitro: Allan Kelly (IRL). Amonest¨® a Busquets (25) por Espa?a, y a Heinze (28), Coloccini (30), Ansaldi (41), Gago (61), T¨¦vez (64) y Demichelis (81) por Argentina.
Incidencias: encuentro conmemorativo del centenario de la RFEF, celebrado en el estadio Vicente Calder¨®n, lleno, con 54.000 espectadores en las gradas. Se guardo un minuto de silencio en memoria del portero alem¨¢n Robert Enke.
Mientras se busca Argentina, Espa?a tiene una partitura innegociable. No hay disidentes. La pelota cosida, pausa, enga?o. El bal¨®n es la linterna, para atacar y defender. Para esta Argentina es s¨®lo un artefacto. ?Qui¨¦n lo dir¨ªa! Cuesta creer que alguien, Maradona, Bilardo, Grondona, qui¨¦n sea, logre que Messi e Higua¨ªn leviten en el campo. En realidad, son v¨ªctimas de Gago y Mascherano, del seleccionador y todo su esperpento. Para su desgracia, ¨¦sta es la Argentina de Maradona, del pret¨¦rito, nada que ver con el futuro de Messi, predestinado a una sucesi¨®n b¨ªblica de su entrenador, una incomodidad para ¨¦ste, cuya entronizaci¨®n no admite debate alguno. Al menos, para ¨¦l.
Nada que objetar a Del Bosque, que ha acentuado el ideario espa?ol. La pelota es el medio para el fin. Lesionado Fernando Torres, el t¨¦cnico envid¨® sin trabas medi¨¢ticas por un equipo con tan s¨®lo Villa en el v¨¦rtice ofensivo. De escoltas, cinco centrocampistas solventes para imantar el bal¨®n, para trenzar el juego, con un picassiano Xabi Alonso. F¨²tbol a un toque. O lo que es lo mismo, el adversario siempre a rebufo. Salvo intervenci¨®n arbitral, como en el penalti suscrito a Albiol sobre Maxi. Un interruptor en el juego, un par¨¦ntesis para camuflar las penurias visitantes. En nada contradijo el tanto de Messi a la p¨¢lida Argentina, que poco fue antes y despu¨¦s de la igualada.
Antes del designio judicial, Espa?a mantuvo el tono. Pas¨® un primer tiempo sin agobios, gobernante. Al ritmo de Xavi e Iniesta y con el comp¨¢s de Alonso, aclamados en Madrid, la selecci¨®n se barniz¨® como de costumbre en los ¨²ltimos a?os. El f¨²tbol sedado que le caracteriza fue un calvario para los argentinos, que hoy transitan con el sost¨¦n de Heinze, poca cosa. De forma irremediable para los visitantes, de tanta arquitectura se aprovech¨® Xabi Alonso, al que la presencia de Sergi Busquets le liber¨® para llegar al gol tras un rechace de Sergio Romero despu¨¦s de un remate de Silva. Cuando encadena centrocampistas, la selecci¨®n espa?ola multiplica sus recursos, que son muchos y casi todos proceden de la misma l¨ªnea.
Sometida, a Argentina no le qued¨® m¨¢s opci¨®n que recurrir al coraje con que a¨²n se forra. El arre¨®n inicial del segundo periodo le permiti¨® flirtear con Casillas hasta el empate de Messi. Sin juego, pero con hueso. Una circunstancia que la aspirante Espa?a deber¨¢ tener en cuenta. No ser¨¢n pocos los equipos que capitulen ante su seducci¨®n; pero cuando el f¨²tbol se vuelva m¨¢s industrial, tambi¨¦n deber¨¢ encontrar una respuesta. Lo intent¨® Del Bosque con Negredo, para sujetar m¨¢s a los centrales suramericanos, y con Cesc, m¨¢s invasor del ¨¢rea rival que Silva y Xavi. Y luego con el esperado Jes¨²s Navas y Mata, dos velocistas, dos extremos percutores que alteraron el gui¨®n: menos l¨ªrica y mayor v¨¦rtigo. Para entonces el partido lo demandaba. Complacida Argentina con el empate inesperado, Espa?a no se contuvo. Es otro de sus signos. Hoy se siente campeona, protagonista, obligada a subrayar su cr¨¦dito d¨ªa a d¨ªa. Se lo ha ganado y sabe, m¨¢s all¨¢ del resultado, en qu¨¦ consiste su nueva jerarqu¨ªa. Siempre al frente, nada de gestionar el juego se mida a qui¨¦n se mida. De ah¨ª que, contemplativa Argentina, Espa?a no renunciara jam¨¢s al dominio, al bal¨®n, la v¨ªa por la que ha conquistado el podio y hoy es una selecci¨®n patricia. Del empe?o lleg¨® el penalti de Demichelis, y el segundo tanto de Xabi Alonso, el que no puso la distancia que ahora misma separa a un equipo y otro. A Sur¨¢frica se llega por muchas sendas, pero Espa?a est¨¢ en la correcta. Sabia, la hinchada lo sabe. No importa el escenario auton¨®mico: de cualquier plaza salen a hombros Iniesta, Xavi o Casillas. Jam¨¢s hubo comuni¨®n igual. Con Argentina, con la actual, s¨®lo comulga Maradona. No es suficiente.
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