Mensaje del Barcelona
Los azulgrana pasan como una trituradora sobre el Madrid
Sin t¨ªtulos de por medio, pues ya se sabe que este asunto de la ACB no se dirime hasta el mes de mayo, estos partidos tratan no s¨®lo de victorias, nunca despreciables, sino tambi¨¦n del env¨ªo de mensajes. Subliminales unas veces, contundentes otras. La intenci¨®n es que permanezcan en las mentes de los protagonistas cuando llegue la hora de jugarse de verdad los premios gordos; el primero, la Copa del Rey en mes y medio.
El Barcelona es el actual campe¨®n, el l¨ªder de la competici¨®n, invicto en la Euroliga y con una plantilla reforzada y espectacular. ?Qu¨¦ mejor sitio que el propio campo del Madrid para confirmar lo intuido y acrecentar su ascendencia psicol¨®gica con su victoria m¨¢s holgada en el mismo!
La intenci¨®n del Madrid era otra. Demostrar su competitividad, subir otro pelda?o en la confianza que necesitar¨¢ para sus ambiciosos objetivos o saberse no muy lejos de la actual referencia azulgrana.
A veces pueden darse mensajes cruzados, que quedan a expensas de interpretaciones. Pero en la mayor¨ªa de los casos s¨®lo hay espacio para que uno de los contendientes haga llegar el suyo. Como sucedi¨® este domingo.
El Bar?a se dio un aut¨¦ntico alegr¨®n. Por lo que hizo y por donde lo hizo. Ya se sabe, a poco que entiendas lo que significa esta rivalidad, comprendes de inmediato el valor de salir triunfante de la cancha del gran rival. Si, adem¨¢s, le has pasado por encima como una trituradora, m¨¢s gente te ir¨¢ a recibir al aeropuerto. De paso, enviaron un aviso para navegantes. Somos buenos, muy buenos.
Los azulgrana demostraron en la mejor ocasi¨®n y el mejor escenario posible, un domingo sin futbol, todas las virtudes que atesora, que son muchas. Su salto de calidad con respecto a la temporada pasada resulta evidente, pues a lo que ya ten¨ªa ha a?adido direcci¨®n y atrevimiento, el de Ricky Rubio; talento, el de Mickael, Lorbek o Morris, y la potencia debajo de los aros de Ndong. Adem¨¢s, atiende a lo fino y a lo grueso. En el ataque cuenta con recursos para todo, siempre basados en gente con una tremenda capacidad para crear y concretar. Y lo completa con un mecanismo defensivo demoledor, que a¨²na cent¨ªmetros, m¨²sculo y movimientos coordinados, s¨®lo franqueable por equipos con las ideas muy claras. No era, sin duda, el caso del Madrid.
A las malas vibraciones emitidas por los madridistas en las ¨²ltimas dos semanas se unieron antes del partido las malas noticias en forma de lesiones de Felipe Reyes y Hansen. La llegada del ogro azulgrana ocurr¨ªa en el peor momento. De juego y de personal disponible. Aun as¨ª, la diferencia abismal mostrada desmonta la posible coartada de que todo lo ocurrido encuentra su raz¨®n de ser en estas ausencias.
El Madrid tiene unos cuantos problemas, m¨¢s de los que ten¨ªa hace un mes, lo que nunca es una buena se?al para un equipo en construcci¨®n. La circulaci¨®n de la pelota es mucho menos fluida, unos cuantos jugadores han bajado sus prestaciones y cuesta un mundo encontrar superioridades ni en el ataque ni en la defensa. Adem¨¢s, se observ¨® demasiada complacencia con lo que estaba ocurriendo, lo que tampoco invita al optimismo.
Salvo para el Bar?a, el partido fue un fiasco. La expectaci¨®n creada y el hueco que ofrec¨ªa el futbol para hacerse notar al menos por un fin de semana no fue correspondida con un partido excitante, bien jugado o al menos igualado. Ni mucho menos.
El Bar?a se exhibi¨® de principio a fin. A partir del partidazo de Ricky Rubio, que intervino en todo, labores anotadoras incluidas, o la sabidur¨ªa de Navarro, que s¨®lo hizo acto de presencia cuando, despu¨¦s de un primer tiempo unidireccional azulgrana (25-43), el Madrid pareci¨® despertar con seis puntos consecutivos. Clav¨® dos triples y ya est¨¢. Otra vez superioridad total.
Ayud¨® una gran versi¨®n de Fran V¨¢zquez, que hizo canastas s¨®lo al alcance de un prodigio f¨ªsico como ¨¦l. Y el apoyo de todo el equipo, pues el que estaba sumaba o restaba y su defensa era de manual.
Todo lo contrario que el Madrid, en el que, salvo los primeros minutos de Lavrinovic, el resto fue pura impotencia, por lo que el partido siempre mostr¨® las dos caras. Una jovial, impetuosa, cohesionada y agresiva. La otra mortecina, como barruntando su mala suerte, incapaz de hincar el diente a su rival en ning¨²n lado.
Nada mejor que un partido entre rivales para saber d¨®nde est¨¢ cada uno. Incluso con el ajuste que hay que incluir en el juicio por las bajas madridistas, la distancia entre ambos va m¨¢s all¨¢ de las dos victorias que muestra la clasificaci¨®n. El Bar?a est¨¢ ya preparado para todo. Al Madrid le queda m¨¢s trecho del que se pensaba. O, al menos, eso fue lo que se pudo leer en los mensajes.
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