El Anderlecht s¨ª dio miedo
El equipo belga arrasa al Athletic en un partido sin incidentes
El estadio lo tom¨® la polic¨ªa y el terreno de juego, el Anderlecht. Los primeros, que detuvieron antes del encuentro a una cincuentena de ultras belgas, mantuvieron a raya a las dos aficiones que compitieron en c¨¢nticos y entretenimientos varios. La pasi¨®n por Manolo Escobar y su ?Qu¨¦ viva Espa?a! Fue como un tsunami carmelita. Los segundos mantuvieron a raya al Athletic incapaz de inventar algo que no fuera lanzar misiles a la cabeza de Llorente, ya fuera desde la defensa o desde las bandas. Llorente, s¨®lo Llorente parec¨ªa que jugaba contra 11 futbolistas del Anderlecht que jugaban con criterio, con una velocidad m¨¢s que el Athletic, con m¨¢s desparpajo, con m¨¢s chispa y con las gotas de ingenio que salpican tipos como el peque?o Boussoufa o el gigante Lukaku. Ellos solitos se merendaron a la defensa rojiblanca (ayer de blanquiazul) de dos bocados como si a¨²n no hubieran abierto del todo los ojos tras la siesta.
ANDERLECHT, 4; ATHLETIC, 0
Anderlecht: Proto; Guillet, Mazuch, Juh¨¢sz, Deschacht; Kouyat¨¦ (Sare, m. 73), Van Damme; Legear (Su¨¢rez, m. 80), Biglia, Boussoufa; y Lukaku (De Sutter, m. 66). No utilizados: Schollen, Kanu, Chatelle y Rnic.
Athletic: Iraizoz; Iraola, San Jos¨¦, Amorebieta, Castillo; Susaeta, Orbaiz (Muniain, m. 45) (Gabilono, m. 58), Mart¨ªnez, Yeste; Toquero (De Marcos, m. 53) y Llorente. No utilizados: Armando, Ustaritz, Etxeberria y Gurpegui.
Goles: 1-0. M. 4. Lukaku. 2-0. M. 26. San Jos¨¦ marca en propia puerta. 3-0. M. 49. Juh¨¢sz. 4-0. M. 67. Legear.
?rbitro: Einwaller (Austria). Amonest¨® a San Jos¨¦, Deschacht, Proto, Boussoufa, Yeste, Lukaku, Amorebieta
20.000 espectadores en el Constant Vanden Stock Stadium
A los cuatro minutos ya perd¨ªa el equipo de Caparr¨®s sin haber sudado siquiera la camiseta. Fue una jugada al primer toque entre cuatro futbolistas del Anderlecht que resolvi¨® Lukuka con un misil raso. El segundo fue un centro de Lukaku que San Jos¨¦ , desquiciado toda la noche, insert¨® en su porter¨ªa. Sin apenas haber manchado la camiseta, el Athletic interioriz¨® el mensaje que le lanzaba el Anderlecht en el marcador, en la fluidez del juego, en la velocidad de ejecuci¨®n, en la anticipaci¨®n, es decir en todas y en cada una de las p¨¢ginas que escriben el libro del f¨²tbol.
De la intimidaci¨®n psicol¨®gica en las calles se pas¨® a la intimidaci¨®n futbol¨ªstica de un equipo, el Anderlecht, mucho m¨¢s trabajado que el Athletic, con infinita superioridad f¨ªsica y una ambici¨®n de principio a fin, primero para ganar el partido, despu¨¦s por el mero placer de disfrutarlo.
Lo primero que sucumbi¨® fue el medio campo rojiblanco. Orbaiz ni estaba ni se le esperaba porque siempre llegaba tarde y Javi Martinez tropezaba con dos tipos de envergadura (Kauyat?y Van Damme). Demasiado incluso para el navarro que sali¨® del campo con un cabreo monumental, con el dolor en el cuerpo. No es que el Athletic cuente mucho con esa l¨ªnea de fuego para atacar al contrario, pero le resulta imprescindible para defender. Y ayer se desinfl¨®, se difumin¨® como una pompa de jab¨®n. Tampoco Yeste colaboraba en el costado izquierdo frente a tipos r¨¢pidos y cori¨¢ceos. Boussoufa fue el primero que entendi¨® que entre el centro del campo del Athletic y la defensa hab¨ªa un desierto lleno de agua de la que se puso a beber hasta que le sal¨ªa por las orejas. El peque?o futbolista se hart¨® de hurgar en esa herida sin que nadie en el Athletic le echara un galgo. Sencillamente no hab¨ªa galgos.
Y los goles ca¨ªan y ca¨ªan en la porter¨ªa de Iraizoz con el Athletic suspirando por adelantar el reloj de un manotazo y el Anderlecht suspirando por pararlo para seguir disfrutando de las habilidades de Boussoufa, el cuajo de un ni?o de 16 a?os (Lukaku) o la potencia de un exterior, Legear, que marc¨® un gol antol¨®gico desde fuera del ¨¢rea para redondear la noche p¨²rpura. Le faltan muchas yardas al Athletic para cazar al Anderlecht.
Por muy alto que sea Llorente nunca llegar¨¢ al cielo para recoger un bombardeo masivo de misiles. Muerto el partido tan pronto, el Athletic padeci¨® el mismo s¨ªndrome que el Tenerife el pasado domingo en San Mam¨¦s: el cuerpo te pide correr, pero la cabeza te dicta que la meta est¨¢ tan lejos que ni siquiera se divisa. Reaccion¨® Caparr¨®s metiendo a Muniain por Orbaiz, para centrar en el campo a Yeste. Pero no era el d¨ªa de la buena suerte, porque el joven futbolista tuvo que retirarse, lesionado, a los pocos minutos de salir al campo tras recibir un fuerte golpe en el muslo y as¨ª se cerr¨® el saco de las malas noticias.
No hubo tiempo para el milagro. Otra vez el minuto cuatro, esta vez m¨¢s fat¨ªdico que nunca, le quit¨® el ¨²ltimo gramo de adrenalina al Athletic. Fue un magn¨ªfico centro, en un libre indirecto que Juh¨¢sz, entre varios defensas, empuj¨® a la red. Asunto liquidado. El resto fue goce belga sancionado con el magnifico derechazo de Legear que premiaba su descomunal esfuerzo.
Miedo dio el Anderlecht despu¨¦s del terror psicol¨®gico que rode¨® al partido, miedo del que te manda a casa, no del que deja en casa, y te ense?a que el f¨²tbol debe ser algo variado en el campo y en la grada. El Anderlecht present¨® un buen men¨² mientras el Athletic segu¨ªa fiel al plato del d¨ªa, ¨¦se que vale para algunas tardes, pero en otras, cuando el rival tiene hambre se le indigesta al cocinero. Europa ha concluido, quiz¨¢s de la peor manera posible.
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