Benedito, l¨ªder
Agust¨ª Benedito ha dejado de ser el cuarto candidato a la presidencia del Bar?a para convertirse en el eje de la campa?a electoral. Le alcanz¨® con el debate de Catalunya R¨¤dio para ganarse un espacio vital en medio de Sandro Rosell y Marc Ingla, y las previsiones anuncian que, si sigue la tendencia, ser¨¢ la alternativa de uno y de otro, fiel a su eslogan. A juzgar por sus obsesivas y agresivas intervenciones, Ingla solo se explica por oposici¨®n a Rosell, de la misma manera que Rosell pone una cara amable al voto del socio cabreado y que quiere ajustar cuentas con Joan Laporta, como denuncia Ingla. Jaume Ferrer, mientras, nunca funcionar¨¢ como ventr¨ªlocuo de Laporta, porque es incapaz de movilizar a los poderes f¨¢cticos que le son pr¨®ximos, aunque sea por deportividad, y en cambio acusa a Ingla de reengancharse al ¨¦xito despu¨¦s del fracaso del voto de censura, una muestra m¨¢s de que el laportismo no se explica como una unidad.
Ingla identifica a Rosell como el hombre del saco que acabar¨¢ con el bienestar, sin precisar los motivos del temor, ya sea por un asunto pasado -no se atreve a identificarle como el representante del nu?ismo sociol¨®gico- o por un futuro apocal¨ªptico, o por las dos cosas. La suya es ahora mismo una buena candidatura sin un l¨ªder o al menos sus capitanes se anulan en una hoja de c¨¢lculo. Rosell, en cambio, es un l¨ªder que no ejerce por sentido de la estrategia: no le conviene exhibir sus creencias -parece confundir violencia cero con tolerancia cero- y defiende el papel de favorito ganado en la oposici¨®n y como persona cercana a un catalanismo central en el que que cabe todo.
As¨ª las cosas, Benedito parece contar con el carisma y la credibilidad que los dem¨¢s no tienen o se niegan, hasta tal punto que ayer los dem¨¢s candidatos le rondaban y buscaban su complicidad. Benedito, sin embargo, no se deja absorber, sino que aspira a aglutinar. Ya no se habla de un tres contra uno, sino que se rastrea el pasado de Benedito por si acaso.
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